Aseguran que los cultivos de cobertura son una solución a más de 20 conflictos de manejo

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a utilización del suelo para cultivos extensivos atraviesa conflictos de manejo, que los productores deben sortear. Desde el INTA señalaron que el uso de cultivos de cobertura son una solución a muchas de esas problemáticas.

En este sentido, los especialistas aseguraron que contribuyen a incrementar los contenidos de carbono, mejoran la condición física y hacen un uso más eficiente de los recursos naturales. De esta manera, sostuvieron que se aumenta la productividad agronómica.

“Los cultivos de cobertura presentan numerosas ventajas, directas e indirectas, y contribuyen e influyen de manera significativa en más de 20 conflictos de manejo”, argumentó Alberto Quiroga, especialista en agronomía del INTA Anguil, La Pampa.

Además, sostuvo que si bien son empleados tradicionalmente para controlar problemas de erosión, también pueden cumplir múltiples funciones, con beneficios cuantificables. Entre estas ventajas se presentan: una mejorar la captación, distribución y almacenaje de agua; controlar recargas del nivel freático y disminuir ascenso de sales a la superficie.

Otros de los beneficios que presenta esta práctica es la reducción de compactación; atenuar temperaturas extremas en superficie, “anclar” residuos de cosecha; mejorar los balances de carbono y nitrógeno del suelo; reducir la lixiviación de nitratos residuales y controlar malezas.

En este sentido, Quiroga expresó: “Las especies más utilizadas como cultivos de cobertura invernales pertenecen a las familias de las gramíneas y las leguminosas, aunque en los últimos años se están evaluando algunas Brasicaceas con resultados promisorios”. Para lograr un resultado óptimo se recomienda planificar el manejo, según el objetivo buscado y las necesidades de cada sistema.

Para tomar las decisiones, es importante tener en cuenta la información zonal para decidir sobre las especies a utilizar, precocidad de la variedad, fecha y densidad de siembra, fertilización y momento de secado, entre otras. Quiroga resaltó el momento de cortar el ciclo de un cultivo de cobertura, o sea secarlo, y lo consideró “estratégico”, dado que de ello depende el tiempo que tardarán los nutrientes contenidos en su biomasa de pasar a estar disponibles para el cultivo sucesor.

Desde el INTA señalaron a las gramíneas invernales como centeno, triticale, avena, cebada, tricepiro y raigrás difieren entre sí por su precocidad, tolerancia a estrés hídrico y bajas temperaturas. Esto permite posicionarlas en diferentes zonas donde cada una se adapte mejor, señalaron los especialistas.

“Todas estas especies tienen en común la característica de acumular mayor cantidad de biomasa aérea respecto a otras familias y sus residuos pueden perdurar por más tiempo debido a una alta relación Carbono Nitrógeno, mejoran la infiltración y el drenaje del perfil por la distribución de raíces y capturan nitratos residuales susceptibles de lixiviarse”, explicó Quiroga.

En el caso de las leguminosas, los cultivos que mejor se adaptan son las vicias y los tréboles. Estas permiten fijar nitrógeno atmosférico al suelo y sus residuos de baja relación Carbono Nitrógeno se descomponen en menor tiempo que las gramíneas, liberando antes los nutrientes al suelo para el cultivo sucesor.

“Recientemente, a partir de ensayos de larga duración, se determinó que implantando una consociación de gramíneas y leguminosas se obtienen sinérgicamente los beneficios de cada especie”, aseguró Quiroga.

Además, aseguró: “Todas estas alternativas –sembradas entre dos cultivos de cosecha– no serán incorporados al suelo, pastoreados ni cosechados, sino que sus residuos quedarán en la superficie cuyo manejo variará de acuerdo con la problemática a resolver”.

AgrofyNews