¿Cómo lograr una implantación exitosa y un buen manejo de pasturas megatérmicas?

El INTA Quimilí brindó algunas pautas el manejo de pasturas megatérmicas, con el objetivo de proporcionar herramientas para seleccionar el forraje más adecuado y lograr una implantación exitosa

¿Cómo lograr una implantación exitosa y un buen manejo de pasturas megatérmicas?

Ante la decisión de sembrar pasturas megatérmicas es fundamental conocer los aspectos relacionados a limitantes de suelo, relieve, precipitaciones, presencia y cantidad de sombra para obtener el resultado esperado. Tener en cuenta estos aspectos permite elegir la especie adecuada de pastura para obtener el mayor éxito en la implantación.

Ursula Wolf –investigadora del INTA Quimilí– explicó que antes de sembrar una pastura megatérmica es fundamental conocer los registros de precipitaciones del lugar, relevar la posición en el paisaje y conocer las condiciones de suelo tanto en fertilidad como en algunas posibles limitantes físicas.

“Para conocer el suelo, lo recomendable es realizar un análisis físico-químico en laboratorio de los primeros 30 centímetros del perfil. Al mismo tiempo, se pueden inferir aspectos de calidad edáfica observando la vegetación natural espontánea y la presencia de plantas indicadoras de condiciones de suelo”, puntualizó Wolf.

En el momento de la siembra, es importante utilizar semillas de buena calidad en cuanto a pureza, vigor y poder germinativo. Adicionalmente, para poder corregir y sembrar la cantidad suficientes de semillas por hectárea, se recomienda realizar prueba de germinación previo a la siembra.

“La elección del momento de siembra es una condición muy importante ya que se debe asegurar que la especie a implantar cuente con las condiciones de humedad y temperatura adecuadas para la germinación y posterior supervivencia de la plántula. A la vez, hay que prever el estado o condición inicial del lote para disminuir al mínimo la competencia por los recursos luz y agua y la posible presencia de insectos, como las hormigas o las orugas que comprometan la posibilidad de implantación de las semillas”, indicó la especialista.

En relación con el momento de la siembra, se recomienda que coincida con la presencia de precipitaciones estacionales próximas y abundantes. “En el chaco semiárido, puntualmente en el este santiagueño, es común tener variabilidad interanual y mayor erraticidad en los eventos de lluvias de la primavera, coincidiendo con el incremento marcado de las temperaturas. Por esta razón, las siembras de primavera tienen mayores riegos que afrontar, aunque logradas con éxito permiten una mayor tasa de crecimiento y la posibilidad de utilizar la pastura lograda en la misma estación de crecimiento de su implantación”, explicó Wolf.

La investigadora indicó que la siembra de fines de verano mejora en las condiciones ambientales para la semilla, mayor disponibilidad de humedad edáfica y ambiental y menos riesgo de días de elevadas temperaturas que podrían perjudicar las plántulas.

“Debido al descenso de las temperaturas ambientales hacia fines del verano, disminuye la tasa de crecimiento de las pasturas, por lo que el primer aprovechamiento de las pasturas implantada en esta época será recién en la próxima estación de crecimiento”, puntualizó.

En cuanto a las herramientas de siembra, Javier Reinaldi – ingeniero del INTA Quimilí– indicó que es importante considerar las condiciones de cobertura herbácea, arbustiva y arbórea y la disponibilidad de maquinaria para realizar la intervención.

“Se pueden utilizar herramientas pesadas como el rolo o rastras, que permitan bajar el volumen del estrato herbáceo y arbustivo presente, como así también en terrenos con mayor preparación, sembradoras de directa que permitan realizar mínima remoción del suelo y ubicar la semilla en contacto con el suelo”, puntualizó Reinaldi.

En todos los casos, independientemente de la herramienta utilizada, es importante ajustar correctamente la densidad de siembra y realizar el permanente control de caída de semilla, dado que en algunas especies de megatérmicas, por su bajo peso específico y la forma de las semillas, dificultan que corra la semilla y caiga por dosificadores.

“Al momento de la siembra hay que tener en cuenta que, remociones de suelo muy profundas justo antes de la dosificación de semilla pueden provocar que, ante una lluvia posterior a la siembra, las semillas sean llevadas por el agua a profundidades no recomendadas, perjudicando la emergencia de gran parte de las semillas”, concluyó Reinaldi.

 

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