Jorge Dillon: "La demanda asiática es la demanda que hoy manda en el mundo"

La demanda mundial se amplía; cada vez hay más habitantes en el mundo y cada vez consumen más y demandan más calidad”, aseguró Jorge Dillon, presidente del SENASA en el Congreso Argentina Supermercado del Mundo. Para ello, el principal objetivo del organismo de Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria está orientado al consumidor global, tanto el argentino como del resto del mundo. “La demanda asiática es la demanda que hoy manda en el mundo”, puntualizó.

Según detalló Dillon, los ejes estratégicos de la entidad, que depende del Ministerio de Agroindustria de la Nación, son los siguientes: el aumento de la productividad, que se logra trabajando en el cuidado de los alimentos; agregar valor a los productos; y lograr la inserción en el mundo, rol político que se juega junto al Ministerio del cual depende y la Cancillería.

Cuando se trata de alimentos, tanto de origen animal como vegetal, es muy importante contemplar los riesgos sanitarios que trasladan y que pueden atentar contra la inocuidad de los mismos. Para ello, el SENASA certifica el cumplimiento de las normas que controlan el comercio mundial: “Somos el único país que hoy certifica todas las exportaciones hacia el mundo”, aseguró su presidente. En esta línea, indicó que existen tres organismos internacionales que establecen las normas de referencia: la Organización Mundial de Sanidad Animal, la Convención Internacional Fitosanitaria y el CODEX; los tres regulan distintos ejes de la comercialización de productos alimenticios; salud animal, protección vegetal y alimentos, respectivamente.

Trabajar de forma activa en estas tres organizaciones “implica permanentemente ir adaptando requisitos y exigencias de acuerdo a la emergencia o no de una determinada enfermedad o plaga en un país. Y eso se acuerda internacionalmente. Estas son las normas que nos rigen a todos y establecen de qué manera se previene, controla o erradica una plaga o una enfermedad”, explicó Dillon y afirmó que estas normas se aplican en la Argentina para garantizar seguridad alimenticia a los consumidores. 

El SENASA cuenta con 54 planes relacionados con el estatus sanitario del país; estos “brindan las garantías necesarias para que todos nuestros productos se puedan comercializar en el mundo”, señaló el presidente del organismo. De todas formas, hizo especial hincapié en  que todos los actores son responsables de la inocuidad de los alimentos. Si bien el SENASA es el ente regulador, tanto productores como empresarios y comerciantes tienen la responsabilidad de mantener el estatus sanitario de sus productos. “Nosotros somos la autoridad de aplicación. Somos el organismo oficial que está facultado para certificar el cumplimiento de las normas sanitarias. Pero esas normas que supimos regular, deben ser cumplidas por cada uno de ustedes”, expresó el presidente del SENASA haciendo referencia a los miembros de todos los eslabones de la cadena productiva. “Nosotros entendemos que los servicios sanitarios de un país son el conjunto de entidades organizadas a lo largo de la cadena, donde todos contribuyen con su cuota a hacer que un producto sea confiable para el consumidor de todo el mundo”, remarcó y ejemplificó con los productores primarios, quienes deben asegurarse de combatir las plagas y producir aplicando buenas prácticas.

Al momento de comercializar con el exterior, las enfermedades vigentes en el país exportador actúan como una limitante para el país importador, ya que puede implicar un gran riesgo sanitario. Por eso, “se establecen modelos y trabajos que consisten en análisis de riesgo como una herramienta clave para los distintos servicios veterinarios y agrícolas del mundo”, sostuvo Dillon. En ese sentido, explicó que para abrir un mercado, el país en cuestión evalúa nuestra condición sanitaria (si somos libres de enfermedades o plagas, cómo las controlamos, etc.) para establecer ciertos requisitos que nosotros debemos ir trabajando; luego, a partir de un “permanente diálogo bilateral”, se puede llegar a establecer un acuerdo y el mercado queda abierto para los productos argentinos. Si bien parece un esquema simple, hay determinados factores que pueden complicar las negociaciones como, por ejemplo, cuestiones religiosas, ideológicas o de confianza.

Una vez comenzadas las negociaciones, no existe un tiempo promedio hasta la concreción oficial de la apertura del mercado: “Nosotros tenemos casos de mercados abiertos en quince días. Y tenemos mercados por años todavía cerrados”, apuntó Dillon. En lo referente a la sanidad animal, la Argentina tiene varias ventajas competitivas ya que, como informó el presidente del SENASA, es un país libre de aftosa con vacunación, libre de encefalopatías espongiformes bovinas, de scrapie en ovinos y, además, es libre de influenza aviar y de la enfermedad de Newcastle en aves. En el caso de los porcinos, tenemos grandes oportunidades en exportación porque somos libres de peste porcina clásica y de PRRS. En tanto, para el control sanitario en la producción vegetal, Dillon explicó que se hacen análisis de riesgos a las probabilidades de adquirir determinadas plagas. 

“Muchísimos países del mundo confían en la capacidad  y calidad de nuestro servicio técnico y somos demandados en muchos casos para cooperar en el armado de las normas que rigen el comercio internacional. De hecho Argentina tiene, en la sede central de la Organización Mundial de Sanidad Animal, personal trabajando en el staff con asiento en París”, valoró el presidente del SENASA.

Más allá de la importancia de la apertura de mercados, es fundamental poder mantenerlos, “porque podemos abrir mercados que nos costó muchísimo y los podemos destruir en un día por una mala praxis del organismo nacional o de un productor que aplicó mal un producto”, aseveró Dillon. “No hay duda que hay cosas que ajustar, pero cuando hablamos de enfermeades y plagas, seamos conscientes que hay una responsabilidad compartida que es importante transmitirla”, finalizó el presidente del SENASA.