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En el marco de la Quinta Temporada de “Comunicándonos en Agroempresario.com”, recibimos a Gala Díaz Langou, Directora Ejecutiva del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), en una entrevista exclusiva con Fernando Vilella, Director de Desarrollo Estratégico de Agroempresario.com. En una conversación de alto nivel político y técnico, Langou ofreció un diagnóstico preciso sobre las raíces del estancamiento argentino y trazó una hoja de ruta concreta para impulsar una transformación estructural del país, basada en evidencia empírica, diálogo democrático y construcción de consensos.
“Estamos en un momento bisagra”, advirtió. “Una de las principales razones de nuestro estancamiento es la falta de acuerdos sostenidos: cada cuatro años cambiamos de receta”. Para Langou, la salida exige construir consensos duraderos en torno a cuatro pilares esenciales: una economía estable con estrategia productiva, un sistema educativo moderno y alineado con los desafíos del siglo XXI, una sociedad verdaderamente inclusiva, y un Estado inteligente, capaz de liderar y facilitar el desarrollo.
Langou contextualiza su propuesta con un dato demoledor: “El año pasado, el Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina fue equivalente al de 1986. Son 40 años en los que no crecimos”. Este estancamiento crónico tiene consecuencias directas sobre la sociedad, especialmente en el ámbito educativo, donde —advierte— se esconde una bomba de tiempo. “Solo el 13% de los chicos termina el secundario en tiempo y forma con los aprendizajes básicos de lectoescritura y matemática. ¿Cómo podemos construir un país con ese punto de partida?”, se pregunta.
Este diagnóstico se completa con otro indicador alarmante: apenas el 17% de los argentinos confía en el Estado, cuando el promedio global es del 47%. Esta pérdida de legitimidad, sumada a la ineficacia estatal, debilita la institucionalidad democrática, desalienta inversiones y deja a la sociedad expuesta a crisis estructurales, como el avance del crimen organizado o el rezago en la competencia global por recursos estratégicos.
La estabilidad macroeconómica es el primer pilar que plantea CIPPEC como condición necesaria para cualquier estrategia de desarrollo, aunque no es suficiente. Si bien reconoce esfuerzos recientes por ordenar las cuentas fiscales, Langou alerta que la sostenibilidad no está garantizada sin una reforma estructural del sistema previsional, que hoy representa más del 10% del PBI.
“El sistema previsional crecerá este año 1,4 puntos del PBI, en gran parte por más de 200 regímenes de excepción deficitarios”, explicó. A pesar de la complejidad, Langou ve una oportunidad: “Es tan ineficiente que puede mejorarse la situación de la mayoría de los jubilados y, al mismo tiempo, reducir el gasto”. La propuesta de CIPPEC incluye un esquema de protección universal, un pilar contributivo que reconozca todos los años aportados y un componente de ahorro voluntario.
Pero Langou advierte que estabilizar no alcanza: “Necesitamos agrandar la torta, y para eso debemos exportar más. El agro tiene un rol central en esa estrategia”.
El segundo pilar se vincula con la transformación del sistema educativo, al que Langou define como obsoleto frente a los desafíos del siglo XXI. “No podemos seguir educando como en 1970. El sistema no dialoga con las habilidades que el mundo necesita en 2050”, subrayó. La propuesta se orienta a un cambio pedagógico hacia habilidades blandas como pensamiento crítico, trabajo en equipo, idiomas y comunicación, esenciales para la economía del conocimiento.
La inclusión social, tercer pilar del enfoque de CIPPEC, es tanto una obligación moral como una necesidad estratégica. En un país que produce alimentos para más de 450 millones de personas, más de un millón de niños se acuestan todas las noches sin cenar. “Esto debería quitarnos el sueño”, remarcó Langou.
La pobreza estructural y la infantilización de la exclusión no solo reflejan una crisis humanitaria, sino que socavan cualquier posibilidad de desarrollo duradero. Para revertirlo, CIPPEC impulsa políticas de protección social inteligente, focalizadas y con impacto medible.
El cuarto pilar es, según CIPPEC, el más estratégico: transformar al Estado argentino en una herramienta funcional, eficaz y moderna. “No necesitamos un Estado más grande, sino un Estado que funcione mejor. Hoy maneja un auto a ciegas, con información en papel o desactualizada”, señaló.
La digitalización, la planificación basada en datos, la profesionalización del empleo público y una mejor articulación con el sector privado son claves para construir un Estado que impulse, y no obstaculice, el desarrollo productivo.
En ese sentido, Langou remarcó el potencial del agro como motor de divisas y generación de encadenamientos virtuosos. “El agro es un entramado productivo federal que no está en el piso, pero sí lejos del techo”, dijo. Subrayó la importancia de sumar valor con biotecnología, agricultura regenerativa, bioenergía y servicios tecnológicos, integrando al agro con otros sectores de alta productividad.
Pero para eso se necesitan bienes públicos: rutas, conectividad, infraestructura y logística. “Los costos logísticos en el NOA son mucho más altos que en Cuyo. Sin planificación estatal, es imposible alcanzar niveles de productividad globales”, advirtió. La solución no es solo ejecutar, sino pensar estratégicamente, articular con provincias y fomentar alianzas público-privadas.
Para Langou, el desarrollo argentino no vendrá de una sola medida, un decreto ni una buena campaña agrícola, sino de una agenda estratégica sostenida en el tiempo, construida sobre consensos básicos. “Necesitamos que el Estado piense qué requiere Argentina para prosperar, y que tenga la capacidad de implementarlo”, concluyó.
El mensaje final es claro: el futuro exige visión, consensos amplios y liderazgo político que piense más allá del ciclo electoral. Argentina tiene recursos, talento y oportunidades. Lo que falta es la decisión colectiva de construir un camino común, y sostenerlo en el tiempo.
