En el marco de la Sexta Temporada de “Comunicándonos en Agroempresario.com”, junto a Fernando Vilella, Director de Desarrollo de Agroempresario.com, recibimos a Lucas Amadeo, Gerente de Relaciones Institucionales para Latinoamérica Sur de Grupo Don Mario, para analizar los desafíos actuales de la industria de semillas, la importancia de la genética, la unión entre competidores y el rol clave de los productores que apuestan por la mejora continua y una visión de futuro. Amadeo destacó con firmeza: “No hay límites, no hay fronteras”, una frase que resume la ambición innovadora del sector y la necesidad de expandir oportunidades en Argentina y la región.
Lucas Amadeo hizo referencia al camino que lo llevó nuevamente a encontrarse con Agroempresario.com, esta vez desde su rol en una de las compañías líderes en genética a nivel global. Recordó que hace poco más de un año se incorporó a Grupo Don Mario (GDM) y resaltó el valor de formar parte de una empresa argentina con presencia internacional: “Muy contento estoy en este nuevo rol en la industria de semillas. Hace un poquito más de un año y con la suerte de trabajar en esta empresa nacional. Yo siempre digo y tengo que decir que trabajo en una empresa argentina, es definitivamente multinacional y competitiva a nivel global”.
GDM es hoy una de las compañías de genética vegetal más influyentes del mundo. Según Amadeo, el nivel de penetración y adopción alcanzado refleja el esfuerzo sostenido de décadas: “Hace poquito hacemos un análisis, no estamos lejos de poder decir que una de cada dos hectáreas de soja a nivel mundial tiene genética GDM”.
Este avance, explicó, no es casualidad. Responde al trabajo consolidado de una empresa que creció desde Argentina hacia el continente y luego al resto del mundo: “Fue un gran equipo al inicio, que creció y tuvo la capacidad de llegar hasta acá. Hoy con el liderazgo de Nacho estamos dando un salto muy interesante”.

Amadeo destacó que la visión estratégica fue determinante desde el origen, incluso en momentos de incertidumbre: “La suerte es relevante, pero también la visión, la puesta en un contexto argentino complejo”. Ese espíritu emprendedor llevó a la empresa a plantearse objetivos ambiciosos en épocas donde la soja aún era incipiente: “Dijeron: un grupo de madurez tres o cuatro adaptados para Argentina puede ser una oportunidad y lo fue”.
En esa expansión, el norte argentino marcó un quiebre. Las adaptaciones genéticas impulsaron un cambio sustantivo en la productividad regional y abrieron las puertas para el programa propio de mejoramiento de la compañía entre 1999 y 2000. Con una frase que se convirtió en sello, Amadeo recordó: “No hay límites para Gerardo y su equipo. En su momento no había límites, no hay fronteras. El vegetal no interpreta si está de un lado o del otro, no discrimina”.
Este concepto acompañó el crecimiento hacia Uruguay, Brasil y posteriormente hacia Estados Unidos en 2007, que inició una etapa donde la internacionalización se volvió parte estructural del ADN de la compañía.
Uno de los ejes más fuertes de la conversación fue la necesidad de cooperación dentro de la industria. Amadeo remarcó que, en el sector de semillas, muchas veces el principal competidor se convierte también en el principal aliado: “Una industria muy agresiva, muy desafiante, porque muchas veces tu principal competidor es tu principal aliado”.
Explicó que hoy existen mesas de trabajo donde empresas que compiten por uno o dos puntos de mercado se sientan juntas para buscar soluciones colectivas. “Por ahí todas las semanas nos juntamos con esas otras compañías a tratar de liderar cómo logramos salir de este laberinto. Y creo que hemos logrado salir por arriba”, expuso.

Esa articulación derivó en el desarrollo del Sistema de Sembrá Evolución, una propuesta que acerca nuevas variedades y tecnologías con respaldo genético y con beneficios reales para el productor como el acceso a materiales con nuevas tecnologías, incrementos de rendimiento del 2% al 10% y reducción de costos por mayor calidad y productividad.
“Hay productores que están vendiendo hasta un 10% menos en rendimiento por no adoptar tecnologías”, advirtió Amadeo, para destacar que la actualización tecnológica ya no es opcional para competir en igualdad de condiciones.
El ejecutivo también señaló que el sistema tiene por objetivo ordenar la cadena y reconocer la propiedad intelectual, algo que Argentina mejoró. El reconocimiento ronda hoy el 40%, cuando hace pocos años era menor al 20%. Aunque aclaró que aún resta camino por recorrer: “Me parece que hay que trabajar para que sea para todos. Bajar todos los costos de transacción”.
La comparación con la región es contundente, ya que Brasil supera el 80% de reconocimiento, Estados Unidos está por encima del 90% y Argentina, con cerca de 40%, aún tiene pendiente un salto cultural.
Sin embargo, Amadeo valoró que el sector muestra señales positivas y compromisos crecientes para transitar una transformación profunda. La clave, aseguró, es la mejora continua: “Hay productores que quieren ser definitivamente parte de esta nueva etapa. Confían en lo que les decimos, confían en las apuestas que estamos haciendo. Entendieron que quedarse con las costumbres del pasado no es una opción”.
La conversación avanzó hacia la expansión global de GDM y el rol de la genética en la construcción de un futuro más competitivo para la región. La compañía opera actualmente en más de 15 países, en los cinco continentes, con una oferta diversificada que incluye soja, trigo, maíz y girasol. En Europa concentra una apuesta fuerte en girasol, y en Argentina se expande la presencia de híbridos de maíz más competitivos, derivados de adquisiciones estratégicas.

Amadeo señaló que los últimos años fueron un desafío para incorporar nuevos cultivos, pero los resultados ya se empiezan a ver. “Hace dos años comenzamos a manejar el cultivo de maíz, que no teníamos. Fue un desafío para todos”, expresó.
Sobre las oportunidades futuras, puso especial foco en nuevos modelos de negocio vinculados a la calidad y al desarrollo de productos específicos como trigos suaves para industria alimentaria, trigos especiales como los destinados a personas con diabetes y sojas con proteína diferenciada para nutrición animal.
Mencionó que países como Brasil ya trabajan en materiales con características específicas y que Argentina podría avanzar en la misma dirección si fortalece su marco institucional y su visión de largo plazo. “Argentina necesita muchas nuevas empresas. Podemos pensar que la frontera agrícola se puede extender”, afirmó.
Amadeo también expuso el impacto potencial de mejorar la genética y las prácticas productivas. Si la frontera agrícola se ampliara 50 kilos por hectárea por año, Argentina podría casi duplicar sus exportaciones de granos. “Ese es el desafío: saber que hay una oportunidad enorme para todos”, afirmó.
En el plano institucional, destacó que la industria de semillas dejó de esperar condiciones ideales. “Decidimos dejar de esperar y trabajar junto al sector público. Queremos que Argentina vuelva a ser atractiva para hacer negocios”, expresó.
Finalmente, proyectó hacia Asia, un mercado que considera estratégico para su expansión. “Hay una apuesta muy grande por crecer en Asia. El mercado asiático es una oportunidad enorme”, explicó. Mencionó adquisiciones recientes en Estados Unidos y avances en China, donde los materiales de GDM ya muestran incrementos del 15% al 20% respecto de los productos locales.
Amadeo dedicó un tramo a destacar la importancia del multiplicador, pieza fundamental del sistema “que está todo el día en contacto con el productor, el que entiende la demanda”.

El gerente remarcó que un 80% o 90% de poder germinativo implica menores densidades, menos costos y mayor productividad. Por eso, la articulación entre cada eslabón es clave para ofrecer calidad y para acompañar al productor en la adopción de nuevas herramientas.
Sobre este punto, citó un mensaje recibido desde Bruselas por parte de un referente del sector: “Tenemos que estar definitivamente orgullosos de la cadena de valor de la Argentina, donde la interacción entre los actores fluye con un nivel de confianza y sinergia que no se ve en otros países del mundo”.
Amadeo coincidió en que Argentina tiene fortalezas que no todos reconocen. Pero también desafíos institucionales, logísticos, culturales y productivos. La clave, aseguró, es seguir construyendo espacios de diálogo y colaboración para acelerar la innovación.
Hacia el final, compartió su visión personal de futuro: “Me encantaría, en diez años, ir a Chacabuco, recorrer los programas de soja, de trigo, ver las líneas de mejoramiento en calidad, en proteínas para porcinos, en trigos para diabéticos. Creo que GDM tiene la oportunidad de liderar ese proceso otra vez”.
“Un placer lo que están haciendo en Agroempresario, uniendo actores. Ojalá también nos encontremos en mesa de diálogo para generar acuerdos que nos permitan salir adelante”, concluyó.