n estos ranchos de paredes de adobe, techo de paja y piso de tierra apisonada o ladrillo, los parroquianos y viajeros compraban provisiones, se relacionaban y timbeaban en sus ratos libres. A continuación, te recomendamos algunas pulperías llenas de historia que han resistido el paso del tiempo y siguen transmitiendo las costumbres del gaucho argentino.
Afuera, palenque, tranquera y bancos de plaza; adentro, paredes de ladrillos cubiertas de objetos antiguos y techo de paja. A pura tradición gauchesca, en La Federal se atesoran objetos de valor histórico; un fonógrafo de la década del 20 que aún funciona, botellas de leche y aperitivos, sifones de Francia e Inglaterra, jarras pingüino y una heladera de madera. Actualmente, las payadas y el folclore en vivo acompañan la típica gastronomía criolla a la hora de la cena.
Antigua pulpería de 1817 ubicada a unos diecisiete kilómetros de Coronel Vidal. Aún conserva la reja en el mostrador que separa al pulpero de los clientes, sus blancas paredes de adobe y el piso de tierra. Juan Argúas se llamó el primero de los hombres que atendieron este viejo reducto donde además de vender licores y comestibles funcionaba una oficina postal. La municipalidad de Mar Chiquita la declaró Patrimonio Histórico en 1990.
Almacén abierto en 1882, supo brindar comida y entretenimiento a sus habituales parroquianos, gente del pueblo y de las estancias cercanas. Hoy pueden descubrirse propagandas comerciales de mediados del Siglo XIX, piezas típicas de bar de campo como ceniceros, botellas de otros tiempos de las más diversas marcas, marquillas de cigarrillos, cajas de fósforos; registros de las fondas, faroles, herramientas y otras curiosidades. Para conocer el museo se pueden arreglar visitas puntuales.
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