En un mundo enfrentado al desafío de alimentar a una población en constante crecimiento sin comprometer los recursos del planeta, un proyecto liderado por el Danish Technological Institute está marcando un nuevo camino. Bajo el nombre de ZEST, esta iniciativa promete revolucionar la producción de alimentos y bioproductos sostenibles utilizando una fuente inesperada: los hongos comestibles.
El corazón del proyecto ZEST radica en un enfoque que mezcla innovación y sostenibilidad. Aprovechando subproductos agrícolas como residuos de remolacha azucarera, granos sobrantes de la producción cervecera y cáscaras de frutas, los investigadores están cultivando hongos en biorreactores especialmente diseñados.
Este proceso permite transformar estos materiales, que de otro modo se descartarían, en una biomasa rica en proteínas y otros compuestos valiosos como la quitina. Según Xiaoru Hou, directora del proyecto, “estas proteínas fúngicas pueden emplearse directamente o extraerse para su uso en alimentos, medicinas y hasta bioplásticos”.
En el laboratorio, la tecnología desempeña un papel crucial. Utilizando inteligencia artificial (IA), los investigadores analizan datos en tiempo real sobre las condiciones del cultivo, ajustando parámetros como temperatura y pH para maximizar el crecimiento de los hongos.
“Con modelos de aprendizaje automático, podemos predecir cómo los hongos se comportan en diferentes residuos agrícolas y optimizar el rendimiento del proceso”, detalla Kristian Damlund Gregersen, integrante del equipo de investigación.
Con un presupuesto de casi 7,5 millones de euros y cofinanciado por la iniciativa Circular Bio-Based Europe Joint Undertaking, el proyecto ZEST avanza en línea con la estrategia Farm to Fork de la UE. Este plan busca garantizar sistemas alimentarios sostenibles y seguros, clave para la transición hacia una economía bio-basada.
El proyecto, que se extenderá hasta 2028, no solo busca producir proteínas a gran escala. También aspira a perfeccionar los procesos de postproducción, evaluar la viabilidad económica y probar aplicaciones concretas en alimentos y alimentos para mascotas.
Con socios en Alemania, Letonia, España y Serbia, ZEST podría convertirse en un modelo global para integrar tecnologías sostenibles en la producción de alimentos.
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