Las especies introducidas no sólo pueden llegar a causar impactos económicos, ecológicos y culturales sino también afectar la salud de la población. Hay que evaluar su rol epidemiológico para determinar zonas de diferente riesgo sanitario.
“Más de la mitad de los visones americanos (Neogale vison) analizados tenían anticuerpos contra la bacteria Leptospira”. Así lo informó la doctora Laura Guichón, investigadora del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente INIBIOMA (CONICET–UNCo), quien dirige el proyecto de investigación denominado “Expansión y estatus sanitario de aves y mamíferos introducidos en la provincia de Neuquén”.
La doctora Guichón agregó que “estamos evaluando si pueden eliminar la bacteria al medio, lo que aumentaría su circulación y potencial contagio, en especial porque los visones viven asociados a cuerpos y cursos de agua que tienen un uso recreativo intenso en nuestra región”.
La leptospirosis es una enfermedad potencialmente mortal que se transmite por contacto directo o ambiental (agua, suelo) con la orina y fluidos de animales infectados y que afecta en distinto grado a humanos, mascotas y un amplio grupo de animales.
El proyecto de investigación fue desarrollado por el Grupo de Ecología Terrestre de Neuquén, que está conformado por investigadores y profesionales tanto de la Dirección de Ecosistemas Terrestres del Centro de Ecología Aplicada del Neuquén (CEAN) de Junín de los Andes, como del INIBIOMA (CONICET-UNCo). Este proyecto de investigación comenzó en 2017 y en la actualidad involucra a muchas personas e instituciones.
Mediante este proyecto se busca determinar si las especies exóticas silvestres en expansión -como el visón americano, el jabalí, el ciervo colorado, las ratas y la codorniz californiana- pueden convertirse en nuevos reservorios o transmisores de enfermedades a las personas, al ganado, a las mascotas o a las especies nativas silvestres en áreas donde antes no estaban.
Las especies introducidas pueden traer nuevos patógenos consigo o modificar las relaciones de patógenos preexistentes con sus hospedadores, alterando el riesgo sanitario. “Por eso la importancia de su monitoreo local”, explica Guichón.
Este hallazgo, junto a otros avances de la búsqueda de virus (como SARS-CoV2, pancoronavirus, distemper canino y parvovirus), bacterias y parásitos en el sur de la provincia fueron presentados en las XXXV Jornadas Argentinas de Mastozoología realizadas a fines de noviembre en la ciudad de San Luis.
Para la toma de muestras se trabaja de manera amplia e interinstitucional, integrando las capacidades instaladas en territorio. Se articula con el cuerpo de guardafauna provincial, con guardaparques y técnicos de las Áreas Naturales Protegidas y de Parques Nacionales, con dueños y encargados de campos privados, con cazadores y veterinarios, con responsables de reservas urbanas y escuelas rurales de la zona. “Armar y mantener esta red colaborativa exige mucho esfuerzo de contacto y coordinación permanente, pero nos permite obtener información valiosa y muestras de animales provenientes de distintas acciones o de lugares de difícil acceso, incluso de animales atropellados cuando se los detecta rápido”, detalló Guichón.
Como es muy escasa la información sobre los patógenos de estas especies introducidas en la región, el monitoreo es exploratorio. Y esto implica otra red de trabajo amplia con profesionales y laboratorios de diagnóstico especializados en las técnicas puntuales que requiere la detección de cada patógeno. “Fuimos estableciendo acuerdos con grupos que trabajan en varias universidades y organismos nacionales de distintas partes del país. ¡Son muchas reuniones virtuales!”, exclama.
A modo de ejemplo menciona que el resultado de leptospirosis en los visones se obtuvo junto al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (ANLIS-Malbrán). Sin embargo, otro resultado que presentaron en las mismas jornadas, “acerca de que un 30-40% de las ratas y visones analizados tenían pulgas con relevancia zoonótica por su posible rol como vectores de bacterias patógenas, se hizo junto a investigadoras de las universidades nacionales de Luján y del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires”.
Además de los potenciales impactos económicos, ecológicos y culturales de las especies introducidas, dos factores que se dan en Neuquén resaltan la importancia de evaluar su rol epidemiológico para determinar zonas de diferente riesgo sanitario. Uno es el valor cinegético del ciervo colorado y el jabalí: “No solo su consumo puede ser un riesgo para la salud pública, sino que la manipulación de los animales cazados y su conservación o descarte también pueden resultar fuente de infecciones”. Otro caso ejemplar es el del visón americano y las ratas, que usan tanto ambientes silvestres como rurales y urbanos, incluyendo áreas recreativas, ríos y lagos, lo que los convierte en potenciales vectores de patógenos entre especies y ambientes.
El Grupo de Ecología Terrestre de Neuquén está integrado por profesionales del INIBIOMA y de la Dirección de Ecosistemas Terrestres del CEAN, dependiente del ministerio de Turismo.
Además de la doctora Guichón participan el doctor Fernando Milesi, la doctora Cecilia Sagario y la médica veterinaria Virginia Rago -por el INIBIOMA-, la doctora Luciana Piudo, el licenciado Alejandro González, la doctora Natalia Radovani y la médica veterinaria Guadalupe Guayanes -por el CEAN-.