Por Agroempresario.com
Coronel Seguí, un tranquilo pueblo de la provincia de Buenos Aires, no solo se destaca por su serenidad y belleza campestre, sino también por ser hogar de un símbolo mundial de paz: un árbol ginkgo biloba que sobrevivió a la devastación de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945.
Con apenas 146 habitantes, Coronel Seguí mantiene un ambiente rural y apacible. El pueblo creció alrededor de la estación de tren, que en tiempos pasados fue el motor de su economía, al servir como punto de carga para los cereales cultivados en la región. Aunque la estación cerró en 1994, la construcción de ladrillos y el andén siguen en pie, funcionando ahora como la Despensa Amparo, uno de los comercios más antiguos del lugar.
Según lo reportado en el artículo original, la estación "es uno de los lugares con más encanto del pueblo, que se caracteriza por su paz y tranquilidad", destacando también el campo de deportes, el jardín de infantes y la escuela primaria. Los estudiantes secundarios, sin embargo, deben desplazarse hacia pueblos cercanos como Warnes o Coronel Mom para completar sus estudios.
Sin embargo, lo que verdaderamente distingue a Coronel Seguí es el ginkgo biloba, un árbol que es descendiente directo de aquellos que resistieron el horror de Hiroshima. Este ejemplar fue plantado en el pueblo como parte de la iniciativa “Semillas de la Paz” de la fundación Green Legacy Hiroshima, con la colaboración del Rotary Club de Alberti. "El pueblo de Coronel Seguí es el más pequeño que ha recibido una semilla de ese árbol", explican desde la fundación, destacando su importancia como símbolo de resiliencia y esperanza.
La historia detrás de este árbol es conmovedora. En agosto de 1945, la ciudad de Hiroshima fue devastada por la primera bomba atómica lanzada durante la Segunda Guerra Mundial, dejando decenas de miles de muertos. Tres días después, Nagasaki sufrió el mismo destino. El ginkgo, que sobrevivió a la radiación, se ha convertido en un emblema de la paz y la reconstrucción, y ahora, una de sus ramas crece en Coronel Seguí, transmitiendo un mensaje de unidad y esperanza.
El pueblo no solo ofrece este valioso testimonio histórico, sino también la oportunidad de experimentar la tranquilidad del campo argentino. Con su arquitectura tradicional, que incluye casas de ladrillo con grandes ventanas con arcos semicirculares y rejas negras, Coronel Seguí invita a los visitantes a disfrutar de su paz, su gastronomía local y su historia cargada de simbolismo.
Para llegar hasta allí desde Buenos Aires, basta con tomar las Rutas Nacionales N° 7 y N° 5 hasta Chivilcoy, y luego continuar por la Ruta Provincial N° 30. En menos de tres horas, se puede escapar del bullicio urbano y sumergirse en la serenidad de este pequeño pueblo, donde la paz, literal y figurativamente, está al alcance de la mano.