Por Agroempresario.com

La calidad y cantidad de agua disponible para el ganado vacuno son factores determinantes en la productividad de carne y leche. El consumo de agua, fundamental para la salud y el desarrollo de los animales, está influenciado por múltiples variables, entre ellas la temperatura ambiente, el tipo de alimento que consumen y la calidad del agua disponible.

Según investigaciones, el consumo de agua aumenta en ambientes más cálidos, ya que los animales necesitan hidratarse para mantener su temperatura corporal. Sin embargo, el consumo disminuye si el agua está caliente, lo que refuerza la importancia de ofrecer agua fresca y limpia a los animales, especialmente durante los meses de verano. En este sentido, se recomienda que los tanques de agua, como los tanques australianos, estén ubicados en zonas con sombra natural, como cerca de árboles, o bien cubiertos con mallas de sombra para mantener el agua fresca.

“Las investigaciones han mostrado que el agua fría ayuda a mantener una adecuada temperatura corporal e incrementa su consumo, mejorando la ganancia de peso”, explica el experto en nutrición animal, Aníbal Fernández Mayer. Esta afirmación resalta el impacto directo que tiene la temperatura del agua en la eficiencia productiva del ganado.

Otro factor que influye en el consumo de agua es el tipo de alimento que reciben los animales. Al consumir silaje de planta entera o grano húmedo, el ganado experimenta un aumento en la acidez del estómago debido a la fermentación de los alimentos, lo que genera un incremento en la necesidad de agua, hasta un 50% más por kilogramo de alimento consumido. Esto se debe a que la acidez afecta el paladar del animal, similar al efecto de los pickles en los humanos.

El consumo de agua también está directamente relacionado con la ingesta de alimento. Como menciona Fernández Mayer, “a mayor consumo de agua, se estimula un mayor consumo de alimento, lo que a su vez favorece una mayor producción de carne o leche”. Por lo tanto, garantizar que los animales tengan acceso a agua de calidad no solo es importante para su bienestar, sino también para maximizar la producción ganadera.

Sin embargo, no todo es tan sencillo. En algunas regiones, las napas freáticas contienen niveles elevados de sales o contaminantes, como arsénico, fósforo o flúor, lo que puede afectar la calidad del agua disponible para los animales. Las investigaciones han demostrado que las aguas con altos niveles de sales totales (más de 6-7 g/litro) o con elementos peligrosos pueden tener efectos negativos sobre la salud y la productividad del ganado.

“Es más fácil corregir cuando hay bajos niveles de sales totales, lo que se llaman ‘aguas desmineralizadas’, pues esto se corrige agregando una mezcla de sales en bateas o comederos para que los animales consuman lo que necesiten”, explica el experto. No obstante, cuando las aguas tienen niveles peligrosos de elementos como arsénico o flúor, las opciones para mejorar la calidad del agua son limitadas, y en algunos casos, la mejor alternativa es combinarla con agua de lluvia, aunque esta opción no siempre es viable debido a la escasez de precipitaciones en ciertas regiones.

Este panorama pone en evidencia la importancia de realizar análisis de la calidad del agua antes de tomar decisiones sobre la compra o arrendamiento de campos. De hecho, el Dr. Fernández Mayer destaca que "si antes de hacer la compra o arrendamiento de un campo, se analizara el agua de todos los molinos, muchos campos no se comprarían o arrendarían, ya que la calidad del agua determina qué tipo de ganadería de carne o leche se puede hacer con buenos resultados productivos en ese campo."

La gestión del agua en la ganadería es crucial no solo para la salud y el bienestar de los animales, sino también para garantizar la rentabilidad y eficiencia en la producción de carne y leche.