Por Agroempresario.com
Con más de 90 años de historia, la Estancia Santa Sylvina se ha consolidado como un ícono de Chapadmalal, combinando una arquitectura pintoresquista con un entorno natural de ensueño. Construida en la década de 1930 por la familia Acevedo, esta casona fue diseñada para ser su residencia de verano, siguiendo la costumbre de la aristocracia de trasladarse durante los meses cálidos a la costa argentina.
La propiedad fue originalmente parte de la Estancia Chapadmalal, perteneciente a la familia Martínez de Hoz, y tras diversas sucesiones, se fraccionó, dando origen a Santa Sylvina y al barrio privado Marayuí. Su arquitectura, una fusión entre lo inglés y lo norteamericano, fue obra del estudio Acevedo, Becú y Moreno, destacados arquitectos de la época.
La pequeña capilla dentro de la estancia, mandada a construir por Sylvina de Estrada, esposa de Horacio Acevedo, mantiene una tradición única: durante enero y febrero, se celebran misas diarias abiertas a vecinos y turistas. La devoción de Sylvina, miembro de la tercera orden seglar franciscana, dio origen a esta práctica que perdura hasta hoy.
El entorno verde que rodea la casona es obra del paisajista alemán Gastón Welter, con jardines geométricos, cipreses y un arroyo que atraviesa la propiedad. Inicialmente, la estancia albergaba producción agropecuaria, pero con los años evolucionó hacia el turismo, ofreciendo alojamiento en la casona principal y un espacio para celebraciones como bodas y eventos especiales.
Santa Sylvina no solo es un testimonio arquitectónico y paisajístico, sino también un espacio que invita a disfrutar de la naturaleza, la historia y la tradición en Chapadmalal. Su encanto perdura, atrayendo a quienes buscan una experiencia única en un entorno incomparable.