Por Agroempresario.com
Desde su casa en Ostende, Salvador Jesús Kasem, uno de los escultores más reconocidos del país, ha convertido su residencia en un espacio cultural donde cada obra narra una historia profunda y reflexiva. Entre maderas talladas y estructuras de hierro, su arte invita a un diálogo con las raíces de la identidad americana.
Nacido en Buenos Aires en 1941, Kasem creció en un entorno humilde, hijo de un inmigrante albanés y una madre de ascendencia italiana. Desde temprana edad mostró talento artístico, impulsado por su padre, quien le construyó sus primeras herramientas de modelado y lo alentó a seguir sus inquietudes creativas.
Su formación académica comenzó en la Escuela Manuel Belgrano y se perfeccionó en la Prilidiano Pueyrredón, donde obtuvo el título de Profesor Nacional de Escultura. Sin embargo, un viaje a Bolivia y Perú marcó un punto de inflexión en su obra, inspirándolo a explorar formas y símbolos vinculados con los pueblos originarios y alejándose de los modelos europeos.
En 1986, recibió el Gran Premio de Honor del Salón Nacional, el máximo galardón para un artista plástico en Argentina. Con los recursos obtenidos, decidió construir su casa y taller, primero en Ituzaingó y luego en Ostende, donde reside desde 2007. Allí, junto a su esposa Graciela, ha creado un refugio de creatividad y expresión.
El espacio cultural que Kasem ha desarrollado no busca comercializar sus obras, sino ofrecer un lugar donde las esculturas puedan ser apreciadas por su carga simbólica y emocional. "Nunca quise vender mi obra porque siento que es como vender a un hijo. Este lugar es un reflejo de mi libertad", afirma el artista.
Entre sus piezas destacan "Tres Elementos", que reflexiona sobre la justicia y la indiferencia, y "La Ronda de los Jueves", dedicada a las Madres de Plaza de Mayo, donde brazos protectores se entrelazan evocando memoria y resistencia.