Por Agroempresario.com
El Acuerdo Comercial Interino (ATI) entre la Unión Europea (UE) y Chile comenzó a regir con el objetivo de fortalecer las relaciones comerciales y abordar desafíos globales como la sostenibilidad y la seguridad económica. Este acuerdo de relevancia geopolítica establece un marco favorable para la cooperación entre ambos socios, impulsando la competitividad de sus empresas y garantizando el acceso a recursos clave para la transición hacia una economía verde.
El ATI profundiza la asociación estratégica entre la UE y Chile, países que comparten valores como el comercio sostenible y la cooperación en políticas ambientales. Este pacto refuerza la relación bilateral en el ámbito comercial, facilitando el acceso de las empresas europeas a los mercados chilenos y viceversa, mientras promueve una mayor inversión en sectores estratégicos.
Según la Comisión Europea, este acuerdo beneficiará principalmente a las pequeñas y medianas empresas (pymes) de ambos territorios, al ofrecerles nuevas oportunidades de acceso a mercados y una competencia más equitativa. Maroš Šefčovič, comisario de Comercio y Seguridad Económica de la UE, destacó que Chile es el tercer mayor socio comercial de la UE en América Latina, y subrayó cómo este acuerdo contribuirá a diversificar las cadenas de suministro y fortalecer la competitividad de las empresas de ambas partes.
Uno de los principales aspectos destacados del acuerdo es el acceso facilitado a materias primas esenciales para la transición energética. Chile, como uno de los mayores productores de litio y cobre del mundo, se presenta como un proveedor clave de estos recursos, fundamentales para el desarrollo de baterías de iones de litio y otros componentes de las energías limpias.
La UE podrá asegurar un acceso más eficiente a estos recursos críticos, lo que fortalecerá sus capacidades para desarrollar tecnologías sostenibles y avanzar en su objetivo de reducir las emisiones de carbono. Este acceso también se extiende a otras materias primas como el hidrógeno y otros combustibles limpios, promoviendo la transición hacia una economía baja en carbono.
El acuerdo también abre nuevas puertas para las empresas europeas en sectores clave de la economía chilena. Las telecomunicaciones, el transporte marítimo, los servicios financieros y la logística son algunos de los sectores que se verán beneficiados por la eliminación de barreras comerciales y la mejora del acceso a los mercados. Las empresas europeas podrán operar en Chile bajo condiciones equiparables a las de las compañías locales, lo que les permitirá expandir sus actividades y participar de manera más activa en la economía de la quinta mayor economía de América Latina.
Además, el ATI establece un marco legal más estable para las inversiones, garantizando a los inversores de la UE que serán tratados de la misma manera que los inversores chilenos. Este aspecto es clave para atraer más inversiones extranjeras, lo que a su vez permitirá modernizar la infraestructura y fomentar la innovación tecnológica en sectores estratégicos.
El proceso de modernización del acuerdo entre la UE y Chile comenzó en 2017, cuando ambas partes decidieron actualizar su Acuerdo de Asociación, vigente desde 2003. Después de años de negociaciones, el acuerdo fue firmado en diciembre de 2023 y comenzó a regir en 2025. El ATI es solo el primer paso, ya que está previsto que sea reemplazado por el Acuerdo Marco Avanzado (AFA) una vez que todos los Estados miembros de la UE hayan completado los procesos de ratificación.
Este acuerdo no solo proporciona ventajas comerciales inmediatas, sino que también refleja el compromiso compartido de ambas partes con la sostenibilidad y el desarrollo económico responsable. En un mundo cada vez más interconectado y con un panorama geopolítico incierto, el ATI tiene el potencial de generar un impacto positivo a largo plazo, tanto en términos de comercio como de cooperación en políticas ambientales.
El acuerdo también tiene implicaciones geopolíticas significativas. Al fortalecer las relaciones económicas con Chile, la UE se posiciona como un actor clave en América Latina, una región estratégica tanto para el comercio internacional como para la cooperación en materias de sostenibilidad. La mejora de las cadenas de suministro y la diversificación de recursos son esenciales para la estabilidad económica en un contexto global de incertidumbre.