Por Agroempresario.com
El Parque Provincial Ischigualasto, también conocido como Valle de la Luna, se erige como uno de los destinos más fascinantes de Argentina, y no solo por su increíble belleza paisajística, sino también por su valioso patrimonio geológico. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, este sitio ofrece un paseo a través del tiempo, permitiendo a los visitantes retroceder 248 millones de años en su historia geológica, en una experiencia que pocos lugares en el mundo pueden ofrecer. Aquí, en el noreste de la provincia de San Juan, justo en el límite con La Rioja, la Tierra revela sus secretos más antiguos en una cuenca de inmenso valor científico, histórico y natural.
Ischigualasto, un vasto espacio que abarca 62.000 hectáreas, es un lugar donde las formas caprichosas de la geografía se mezclan con la historia prehistórica de la Tierra. Esta zona es famosa por su ambiente extraño, casi lunar, donde el viento y el paso del tiempo han esculpido formaciones geológicas que desafían la imaginación humana. Uno de los puntos más fascinantes es la Cancha de Bochas, un terreno salpicado de enormes piedras redondas que parecen bolas gigantescas, formadas por concreciones sedimentarias que tienen más de 220 millones de años.
Este parque es único por la calidad y la amplitud de su registro geológico, conservando la secuencia completa de los sedimentos del Triásico. En estos restos se pueden rastrear los cambios más significativos en la historia de la vida en el planeta, como la aparición de los primeros dinosaurios, en un sitio comparable solo con otros yacimientos muy antiguos y mejor conservados del mundo, como los de África.
Al visitar Ischigualasto, uno no solo está caminando por una geografía impresionante, sino también por las huellas del pasado. A través del recorrido guiado, los turistas se adentran en los secretos de un mundo prehistórico, lleno de fósiles que documentan el tránsito desde los ancestros de los mamíferos hasta los dinosaurios. Es un viaje a la era del Triásico, que comenzó hace 248 millones de años, cuando la Tierra era un lugar radicalmente diferente: verde, tropical y plagado de formas de vida que hoy nos resultan asombrosas.
El recorrido se realiza en vehículos particulares, siempre acompañados por un guía, quien va explicando las formaciones geológicas, como las rocas volcánicas que definen el paisaje. Uno de los lugares más emblemáticos es el llamado “El Submarino”, una formación que recuerda a un submarino que, debido a las poderosas ráfagas del viento Zonda, sufrió alteraciones en su estructura. Este es solo uno de los muchos ejemplos de cómo la erosión ha trabajado durante millones de años para transformar el paisaje.
Ischigualasto no es solo un lugar de investigación paleontológica, sino también un campo de aventuras. Los turistas tienen la posibilidad de recorrerlo en trekking, en bicicleta o incluso participar en caminatas nocturnas bajo la luz de la luna llena, que le da al paisaje un toque aún más misterioso y mágico.
El Paraje El Chiflón, a solo 33 kilómetros de Valle de la Luna, es un pequeño pueblo que se ha convertido en una opción atractiva para los turistas que visitan Ischigualasto. Con su hostería rural, El Chiflón ofrece una experiencia de alojamiento tranquila y auténtica, en contacto cercano con la naturaleza. Aquí, los visitantes encuentran un espacio cálido y acogedor, con una atención excepcional por parte de los lugareños, que se esfuerzan por hacer de la estancia un momento memorable. El sitio también cuenta con una nueva Reserva Natural, lo que le suma aún más atractivo al destino.
Además de la hostería, El Chiflón es ideal para quienes buscan desconectar de la rutina diaria, disfrutando de un entorno único y lleno de historia. Las noches en la zona son claras, permitiendo una vista espectacular del cielo estrellado, mientras que durante el día se puede explorar el entorno natural en actividades guiadas como caminatas por senderos que atraviesan la reserva.
Uno de los recorridos más recomendados es el sendero que lleva el nombre del chef local, Héctor Gordillo, quien junto con Mario Bruno Indómito, el creador de la posada, retomaron hace años la tradición de realizar caminatas guiadas por la zona. En estas caminatas, las guías locales explican los usos tradicionales de las plantas y la historia natural del lugar. Es una oportunidad para descubrir el ecosistema único del lugar, donde la flora local, como los cactus y jarillas, se entrelaza con formaciones geológicas que parecen salidas de un cuento de ciencia ficción.
Al caminar por la reserva de El Chiflón, se pueden encontrar morteros comunitarios, tallados por los pueblos originarios en la piedra, que fueron utilizados para la molienda de granos o incluso para teñir, y hasta algunas fosilizaciones de coníferas que nos recuerdan que esta tierra, hoy desértica, fue alguna vez un frondoso bosque.
El viento Zonda es uno de los elementos característicos de la región, ya que su presencia constante ha influido de manera significativa en la formación de los geoformas. Este viento, tan potente como silencioso, tiene la capacidad de esculpir la tierra, transformando continuamente el paisaje de Ischigualasto. Aunque el viento puede ser intenso durante ciertos períodos del año, la experiencia de sentirlo acariciar la piel mientras se recorre el parque es algo indescriptible.
La preservación de estos territorios es fundamental para que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando y aprendiendo de ellos. Ischigualasto y Talampaya son dos parques nacionales que, en conjunto, forman un valioso legado natural y cultural, que deben ser cuidados con el mismo respeto que se les tiene hoy en día. La labor de conservación es una prioridad tanto para las autoridades locales como para los científicos que realizan investigaciones en la zona, ya que cada hallazgo en este terreno nos ayuda a comprender un poco más sobre el pasado distante de nuestro planeta.
Ischigualasto no es solo un destino turístico; es una lección viviente sobre la historia de la Tierra, un lugar donde los viajeros pueden explorar un paisaje alienígena mientras descubren las huellas de una época que marcó el comienzo de una nueva era geológica.