Por Agroempresario.com
En el marco de la cuarta temporada del Ciclo Audiovisual "Comunicándonos en Agroempresario.com", recibimos a Luis Rappoport, Especialista en Desarrollo Económico, en una entrevista exclusiva con Fernando Vilella, Director de Desarrollo Estratégico y Contenidos de Agroempresario.com. Durante el diálogo Rappoport, analiza las restricciones institucionales que afectan el desarrollo económico y propone soluciones que podrían transformar la realidad del país. A continuación, compartimos un extracto de sus reflexiones más recientes.
Rappoport comienza su análisis destacando la diferencia entre lo que se enseña en las universidades nacionales sobre desarrollo económico y lo que realmente ocurre en la práctica. En Argentina, las universidades nacionales abordan la teoría del desarrollo, pero muy pocas enfocan sus esfuerzos en cómo llevar a cabo el desarrollo de manera práctica. A pesar de ello, algunas universidades del interior del país se han dedicado a trabajar sobre el desarrollo económico local, un tema que, según el especialista, es fundamental para mejorar la situación económica del país.
En su exposición, Rappoport señala que la práctica del desarrollo económico no puede ser reducida únicamente al análisis local. "El desarrollo económico es multinivel", afirma, haciendo referencia a la importancia de considerar las dimensiones global, nacional y local al momento de pensar en políticas de desarrollo. Sin embargo, en Argentina, las políticas locales muchas veces no cuentan con los incentivos adecuados para fomentar un desarrollo sustentable y equitativo.
Rappoport pertenece a la corriente institucionalista, una escuela de pensamiento que defiende la idea de que las instituciones juegan un rol crucial en el desarrollo económico. En este sentido, destaca la relevancia de las instituciones tanto para generar incentivos como para estructurar las políticas que favorezcan el crecimiento.
El economista menciona a figuras clave del pensamiento institucionalista como Douglass North y el Premio Nobel Daron Acemoglu, cuyas teorías sostienen que la falta de instituciones efectivas es uno de los principales obstáculos para el desarrollo económico de los países. En Argentina, Rappoport argumenta que las restricciones institucionales son un impedimento claro para la innovación y el crecimiento económico. En concreto, pone como ejemplo el régimen de coparticipación impositiva que beneficia a ciertas provincias a costa de otras, generando distorsiones en la economía nacional.
Rappoport ilustra su análisis mediante comparaciones con países como Estados Unidos y China. En el caso de Estados Unidos, resalta que, a pesar de la diversidad de sus estados, el sistema federal tiene claras reglas de coparticipación y una estructuración fiscal que fomenta la competitividad de las regiones. En Argentina, por el contrario, provincias como Salta aportan muy poco al sistema fiscal nacional, pero reciben grandes sumas de dinero, lo que les permite mantener políticas económicas que no favorecen la inversión o el desarrollo local.
El especialista también se refiere a la situación de China, un país que ha logrado un crecimiento vertiginoso debido a la combinación de instituciones robustas, una fuerte inversión en educación y ciencia, y un sistema productivo orientado a la innovación. En este sentido, Rappoport destaca que el desarrollo de China está estrechamente vinculado con su apuesta por la ciencia y la tecnología, un modelo que Argentina debería considerar.
Un tema recurrente en las intervenciones de Rappoport es el papel de la educación y la innovación en el proceso de desarrollo. Según él, el futuro de cualquier país depende de su sistema educativo y de su capacidad para generar y aplicar innovación. “La competencia entre países y regiones es, en última instancia, una competencia de sistemas educativos”, subraya, haciendo referencia a la importancia de preparar a las futuras generaciones para los desafíos del siglo XXI.
Rappoport señala que Argentina enfrenta grandes desafíos en cuanto a educación, especialmente en el sector científico y tecnológico. Sin embargo, también resalta algunos ejemplos positivos, como las iniciativas en bioeconomía y agronegocios, que han demostrado ser altamente competitivas incluso en un contexto de alta carga impositiva.
Otro de los temas en los que Rappoport pone el foco es el sistema impositivo argentino, que considera un freno para el desarrollo. En particular, menciona que el sistema de retenciones y los impuestos sobre las ganancias afectan directamente a la inversión en innovación y al desarrollo productivo.
"El sistema impositivo argentino es confiscatorio", afirma, señalando que además de las retenciones, existen otros impuestos como el impuesto a la ganancia, ingresos brutos y los impuestos municipales, que dificultan la competitividad del sector privado. Según Rappoport, este panorama fiscal debe ser reformado si se quiere mejorar la capacidad productiva y tecnológica del país.
Rappoport también habla de la necesidad de repensar el sistema de coparticipación y de implementar una reforma fiscal que beneficie a las provincias que generen riqueza. Destaca que un posible camino hacia el desarrollo federal pasa por la creación de fondos condicionados, un modelo que ha sido exitoso en países como Estados Unidos y Europa.
El especialista señala que las inversiones en infraestructura pesada, que son de responsabilidad nacional, deben ser discutidas en un ámbito federal, con la participación de todas las provincias. Este tipo de mecanismos de distribución de recursos, que requieren de acuerdos y negociaciones, podrían fomentar un desarrollo más equitativo y descentralizado.
En la recta final de su intervención, Rappoport reflexiona sobre el futuro de Argentina y el potencial que tiene el país si logra reconfigurar su sistema institucional y educativo. Enfatiza que, al igual que en países como Israel o Italia, la innovación y la ciencia deben estar al centro del desarrollo económico, y que las empresas, el gobierno y las universidades deben trabajar en conjunto para alcanzar los objetivos de crecimiento.
“Necesitamos una ignición, un inicio, para que el desarrollo en Argentina se vuelva una realidad. Y ese inicio debe estar basado en el capital social, en la educación, en la innovación y en un sistema impositivo que favorezca a quienes generen riqueza”, concluye.