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Por Agroempresario.com
El sector inmobiliario se enfrenta a un desafío cada vez más presente y urgente debido al cambio climático. Las consecuencias de fenómenos climáticos extremos, como tormentas, inundaciones e incendios, no solo afectan a las personas y comunidades, sino que también tienen un impacto profundo en el valor y la viabilidad de las propiedades, así como en la rentabilidad de los desarrollos inmobiliarios.
Las imágenes del reciente temporal en Bahía Blanca, que dejó graves daños en la infraestructura de la ciudad, son solo un ejemplo de cómo las catástrofes naturales están golpeando con mayor frecuencia y fuerza. La ciudad necesitará aproximadamente US$ 400 millones para su reconstrucción, lo que pone en evidencia el costo económico de estos fenómenos. El sector inmobiliario, a su vez, no está exento de sufrir las consecuencias, ya que estos eventos generan un incremento en los costos de reparación, los seguros y los préstamos hipotecarios, además de demandar modificaciones en los diseños y construcciones de los edificios para adaptarse a las nuevas condiciones climáticas.
El aumento de los patrones de lluvia, el derretimiento de los glaciares y el incremento de las temperaturas son algunas de las secuelas más conocidas del cambio climático. Sin embargo, la lista de fenómenos climáticos extremos que afectan al planeta es más extensa. Desde el derretimiento del Ártico hasta las sequías en áreas tradicionalmente húmedas, el cambio climático está transformando de manera drástica el panorama mundial.
Un informe de la consultora JLL resalta que, a medida que el mundo enfrenta los efectos del cambio climático, la industria inmobiliaria se ve obligada a adaptarse a una realidad que ya no puede ignorarse. Las amenazas que representa el cambio climático son cada vez más tangibles, y las inversiones inmobiliarias deben considerar estos riesgos al momento de desarrollar proyectos.
Juan Yacopino, presidente de Urbanismo y Vivienda del Centro Argentinos de Ingenieros (CAI), señala que en Argentina aún no se ha tomado plena conciencia del impacto del cambio climático en las inversiones inmobiliarias. “Es un tema muy importante, pero aún no estamos lo suficientemente concientizados sobre su gravedad”, afirma Yacopino. Sin embargo, los efectos del cambio climático ya se reflejan en tragedias humanas y monetarias, y la industria inmobiliaria debe empezar a tomar medidas para mitigar estos riesgos.
Uno de los mayores problemas es la descarbonización de la actividad inmobiliaria, que representa el 40% de las emisiones de carbono a nivel global. En las grandes ciudades, este porcentaje asciende al 70%. Según Luciana Arouca, Head de Servicios de Sustentabilidad Brasil y GLA en JLL, para mitigar estos efectos, las empresas deben contar con una estrategia clara y un plan de acción que contemple tanto la reducción de la huella de carbono como la adaptación a las nuevas realidades climáticas.
Los inversionistas inmobiliarios, por su parte, deben ser cada vez más selectivos a la hora de elegir dónde desarrollar sus proyectos. La ubicación es clave: las zonas con infraestructuras más resilientes y preparadas para enfrentar fenómenos climáticos extremos serán las más atractivas a largo plazo.
Una vez que se ha elegido el lugar donde se llevará a cabo el proyecto inmobiliario, el siguiente paso es el diseño del edificio. Según Germán Gómez Picasso, profesor de la Facultad de Negocio de la Universidad de Palermo (UP), el diseño de las propiedades debe ser sostenible y adaptable a las nuevas condiciones climáticas. “El diseño debe tener en cuenta la reducción del consumo de energía y la adaptabilidad del inmueble a fenómenos como inundaciones, olas de calor o fuertes vientos”, explica Gómez Picasso.
En algunas regiones de Argentina, como Mendoza y San Juan, las construcciones deben ser diseñadas con medidas antisísmicas debido a la alta actividad sísmica en esas zonas. Sin embargo, las condiciones climáticas actuales superan lo que está establecido en los códigos de construcción tradicionales, lo que requiere de una mayor flexibilidad en el diseño y la construcción de los edificios.
El consumidor final, quien compra o alquila propiedades, a menudo se centra en factores inmediatos como el precio, los gastos de expensas y el tamaño de la propiedad, pero raramente tiene en cuenta aspectos importantes relacionados con la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático. Según Gómez Picasso, el proceso de compra de un inmueble debería incluir una evaluación más detallada de las condiciones ambientales y climáticas de la propiedad. “Es recomendable visitar el inmueble en diferentes condiciones climáticas: durante el día, por la noche, cuando llueve, y en diferentes estaciones del año”, aconseja.
Además de los aspectos climáticos, las propiedades deben ser diseñadas de manera eficiente desde el punto de vista energético, con una buena ventilación cruzada, iluminación natural y aislación térmica. Todo esto contribuye a la sostenibilidad y a la reducción del impacto ambiental de las construcciones.
A nivel global, el sector inmobiliario está empezando a considerar cada vez más los costos indirectos de los fenómenos climáticos extremos. La frecuencia y gravedad de estos eventos están aumentando, lo que implica un incremento de los gastos de reparación y restauración de las propiedades dañadas. En California, por ejemplo, los incendios forestales de 2020 causaron daños por aproximadamente US$ 135.000 millones, y los incendios de enero de 2023 en California se estiman en entre US$ 250.000 y US$ 275.000 millones. Estos eventos no solo generan daños materiales, sino que también afectan la rentabilidad de las inversiones inmobiliarias, ya que las propiedades en zonas de alto riesgo climático tienden a perder valor con el tiempo.
Uno de los principales efectos del cambio climático en el sector inmobiliario es el aumento de los costos de los seguros. Las aseguradoras están adoptando modelos de evaluación de riesgos climáticos no estacionarios para calcular el precio de las pólizas con mayor precisión. Sin embargo, muchas aseguradoras ya no cubren propiedades en zonas de alto riesgo, como las afectadas por incendios forestales o inundaciones, lo que está llevando a la cancelación de miles de pólizas. En California, muchas aseguradoras han dejado de ofrecer coberturas en áreas afectadas por los incendios de 2020. Esta situación también se está viviendo en Florida y Texas, donde los costos de los seguros están aumentando debido a la mayor frecuencia de huracanes y tormentas.
El aumento de los costos de los seguros también afecta a los préstamos hipotecarios. Según Yacopino, “los préstamos hipotecarios se encarecen debido al aumento de los costos de los seguros, lo que hace que los fondos públicos deban destinarse para cubrir las zonas de alto riesgo climático”. Esto genera un encarecimiento del crédito hipotecario, lo que a su vez afecta la accesibilidad de las viviendas para muchos sectores de la población.
Finalmente, uno de los efectos más graves del cambio climático en el sector inmobiliario es la disminución de la valoración de las propiedades con el tiempo. Las propiedades ubicadas en zonas vulnerables a fenómenos climáticos extremos tienen menos demanda y, por lo tanto, pierden valor. Además, los costos asociados a los daños, la reparación y los seguros elevados generan un impacto negativo en la rentabilidad de las inversiones inmobiliarias.
