Por Agroempresario.com
Ubicado en uno de los rincones más remotos de la Patagonia argentina, Bahía Bustamante es un refugio de lujo y naturaleza donde el tiempo parece detenerse. Este enclave, alejado de las rutas turísticas tradicionales y sin la interferencia de la señal telefónica, se ha convertido en un destino exclusivo para aquellos que buscan una escapatoria total del bullicio del mundo moderno. No es de extrañar que figuras como el expresidente Mauricio Macri y su esposa Juliana Awada hayan elegido este lugar para sus vacaciones, alejados de la mirada pública.
Bahía Bustamante no solo se destaca por su belleza natural, sino por su rica historia. Este asentamiento estuvo en su momento habitado por el único pueblo alguero del mundo. Los habitantes de este pequeño pueblo recolectaban algas para producir agar-agar, un componente esencial para diversas industrias, desde la alimenticia hasta la cosmética. En su apogeo, Bahía Bustamante llegó a albergar hasta 400 personas, pero con el paso del tiempo, la industria de la recolección de algas decayó y, con ella, el pueblo quedó deshabitado, transformándose en una especie de fantasma del pasado.
Hoy, el lodge funciona en las instalaciones originales del pueblo, preservando muchas de las estructuras de esa época. La casa que alguna vez perteneció a Lorenzo Soriano, el pionero de la explotación de algas en la zona, es ahora una de las habitaciones más solicitadas del lodge, conocida como “La Suite del Viñedo”. Esta habitación, ubicada a pocos pasos del mar, ofrece una experiencia única donde los huéspedes pueden disfrutar de la tranquilidad absoluta, rodeados por un paisaje que parece sacado de una postal.
Para llegar a Bahía Bustamante, la aventura comienza desde Comodoro Rivadavia, la ciudad más cercana. Desde allí, un largo trayecto por tierra a través de la estepa patagónica lleva a los visitantes hasta el lodge, un lugar donde no hay pueblos ni señales de vida humana en los alrededores. La naturaleza salvaje se impone, con la presencia constante de animales autóctonos como zorros, guanacos y piches que cruzan el camino. Es un destino para los verdaderos aventureros, aquellos dispuestos a desconectarse por completo.
“No hay mejor manera de entender la Patagonia que viniendo aquí”, dice Matías Lorenzo, quien dirige el lodge junto con su familia. Su abuelo, un inmigrante andaluz, fue quien fundó la actividad en la zona, y Matías ha logrado combinar la tradición ganadera con el turismo de lujo, ofreciendo un servicio que atrae a visitantes de todo el mundo, incluidos reconocidos políticos y celebridades.
El Bahía Bustamante Lodge ofrece una experiencia de lujo sin ostentaciones, donde la simplicidad y la armonía con el entorno son los verdaderos protagonistas. Las casas de los antiguos algueros han sido transformadas en espacios de alojamiento, manteniendo su estructura original pero incorporando elementos modernos para asegurar la comodidad de los huéspedes.
El diseño del lugar, a cargo del arquitecto Carlos de Ridder, es minimalista y funcional. Los lofts marinos cuentan con grandes ventanales que permiten disfrutar de las impresionantes vistas al mar y la estepa, dos paisajes que se complementan en un escenario de belleza natural sin igual. La decoración, realizada por las Hermanas Caradonti, refleja la rusticidad del exterior sin perder el confort que caracteriza a un destino de lujo.
En el lodge también se encuentra el restaurante “La Prove”, un lugar donde la gastronomía local ocupa un papel central. Los productos frescos de la huerta biodinámica del lugar, las algas marinas y las carnes de la estepa se combinan en platos deliciosos que destacan la riqueza de la región. Además, el lodge cuenta con una pequeña producción de vino en sus viñedos, lo que permite a los huéspedes disfrutar de un maridaje perfecto mientras contemplan el mar y la estepa.
Lo que distingue a Bahía Bustamante de otros destinos turísticos es la total desconexión con el mundo exterior. No hay señal telefónica ni televisión, y el internet es limitado. A las 23 horas, la electricidad generada por paneles solares se apaga, y el cielo estrellado se convierte en una de las principales atracciones de la noche. Es un lugar donde los visitantes pueden realmente desconectarse y sumergirse en la paz y tranquilidad que ofrece el entorno natural.
“Te encuentras a ti mismo”, dice María Chacur, una visitante frecuente del lodge. La gente viene aquí no solo en busca de descanso, sino para experimentar una intimidad profunda con la naturaleza. En un mundo cada vez más conectado, Bahía Bustamante se presenta como un refugio para aquellos que buscan recargar energías y disfrutar de la soledad y la belleza.
Bahía Bustamante no es solo un destino turístico exclusivo, sino también un santuario de biodiversidad. La costa que rodea el lodge forma parte del Parque Nacional Marino-Costero Patagonia Austral y de la Reserva de la Biósfera de la UNESCO Patagonia Azul. Las aguas de esta región albergan una gran cantidad de vida marina, incluyendo lobos marinos y pingüinos magallánicos que habitan las islas cercanas.
Las excursiones en barco por la bahía permiten a los huéspedes acercarse a estas colonias de animales y aprender sobre la rica fauna y flora local. Acompañados por biólogos y guías especializados, los visitantes tienen la oportunidad de conocer los secretos de este ecosistema único, que incluye bosques marinos de macroalgas y una gran diversidad de aves.
Bahía Bustamante es, en definitiva, un destino para aquellos que buscan una experiencia única en un entorno natural inalterado. Lejos del bullicio de las grandes ciudades, este lodge ofrece la oportunidad de sumergirse en la Patagonia más salvaje y auténtica. Es un lugar donde la historia, la biodiversidad y el lujo se fusionan para crear una experiencia que no solo atrae a turistas, sino a aquellos que buscan una conexión más profunda con la naturaleza y consigo mismos.
Con su exclusividad, su belleza natural y su oferta única, Bahía Bustamante se ha consolidado como uno de los destinos más deseados por aquellos que buscan un refugio de lujo en la Patagonia argentina. Un lugar donde el tiempo parece detenerse y la naturaleza toma el control.