En la imponente cordillera de Neuquén, la naturaleza enfrenta una lucha silenciosa: incendios devastadores, el pastoreo excesivo, especies invasoras y el impacto de ciertas actividades turísticas han dejado huellas profundas en su patrimonio natural. Sin embargo, desde Caviahue-Copahue emerge una esperanza verde: la Paramela (Adesmia boronoides), una planta nativa que no solo podría restaurar los ecosistemas degradados, sino también revitalizar la identidad cultural de la región.
En el marco de la Diplomatura en Restauración Ecocultural, impulsada por el Laboratorio de Rehabilitación y Restauración de Ecosistemas Áridos y Semiáridos (LARREA) de la Facultad de Ciencias del Ambiente y la Salud, un equipo liderado por Florencia González y María Emilia Rodríguez Araujo ha puesto en marcha un proyecto innovador. ¿De qué se trata? De la creación de viveros para cultivar Paramela.
Conocida como Yakén o Yagneu por los pueblos originarios de la Patagonia, la Paramela es mucho más que una planta. Sus propiedades antioxidantes y su uso en aceites esenciales la han convertido en un recurso valioso, pero su explotación desmedida amenaza su supervivencia.
Ahora, gracias a su cultivo controlado en viveros, esta iniciativa busca revertir el daño ambiental y, al mismo tiempo, honrar su historia. Capaz de prosperar en suelos pobres, fijar nitrógeno y atraer fauna, la Paramela se perfila como una aliada clave para recuperar la biodiversidad perdida.
El proyecto no solo se trata de plantar: es un cambio de paradigma. Involucra a gobiernos, comunidades indígenas, educadores y el sector turístico en un esfuerzo conjunto por un desarrollo que respete la naturaleza.
Los viveros de Paramela no solo apuntan a sanar áreas desertificadas, sino también a generar evidencia científica que frene prácticas extractivas dañinas, promoviendo un modelo de restauración ecocultural que podría inspirar a otras regiones.
La restauración en Caviahue-Copahue trasciende lo local. Con la Paramela como protagonista, este enfoque integral demuestra que es posible enfrentar los desafíos ambientales actuales valorando los recursos autóctonos.
Rápida en crecer y poderosa en su impacto, esta planta podría convertirse en un símbolo de colaboración entre la ciencia y la comunidad, abriendo un camino hacia la convivencia armónica con el entorno.
¿El próximo paso? Que este modelo se replique, llevando la esencia de la Paramela más allá de Neuquén.
LMNeuquen