Piedra Parada: El gigante solitario que desafía la estepa patagónica

Por Agroempresario.com

En la Patagonia, en el rincón más inesperado de la estepa, hay una roca que se destaca sobre el paisaje árido y monótono: Piedra Parada. Con 240 metros de altura y 70 metros de diámetro, esta formación rocosa es un verdadero centinela que ha permanecido allí durante miles de años, desafiando el viento y el paso del tiempo. Es una de esas anomalías geológicas que generan asombro y admiración a quienes tienen la suerte de visitarla.

Ubicada a unos 40 kilómetros de Gualjaina y 150 kilómetros de Esquel, en la provincia de Chubut, esta roca solitaria se alza imponente sobre un valle desolado, como una presencia que se niega a ceder ante la desolación de la estepa. La ruta provincial 12, un camino de ripio que se interna en la vastedad de la Patagonia, es la única vía para llegar a este espectacular paisaje. El recorrido es largo y desafiante, pero al final del trayecto, la imagen de Piedra Parada es un verdadero premio para los ojos del viajero.

La excursión hacia Piedra Parada, organizada por la agencia Meraki Sur, es guiada por María Cuñumir, una mujer descendiente del pueblo mapuche, que conoce la región como la palma de su mano. Mientras avanzamos por el desierto patagónico, nos va señalando con pasión la flora y fauna de la zona, elementos que pasan desapercibidos para quienes no están familiarizados con el entorno. En este lugar, donde la vida parece casi imposible, pequeñas flores sobreviven con hidalguía, y los pobladores locales, gente resistente, enfrentan el clima severo con fortaleza.

El río Chubut, que corre a nuestro lado durante gran parte del recorrido, es un milagro en medio de la aridez. Con su caudal abundante, corta la desolación de la estepa y crea un contraste impresionante con el paisaje. Es en este entorno agreste donde Piedra Parada se alza como un gigante de piedra, marcando el centro de un paisaje que, de no ser por su presencia, sería perfectamente plano y uniforme.

Piedra Parada es el vestigio de un antiguo volcán que estuvo activo hace más de 50 millones de años. Los restos de este volcán conforman la formación rocosa que se puede ver hoy, un monolito que desafía la lógica de la geografía. La erosión, el viento y la lluvia han moldeado las formaciones rocosas circundantes, creando un paisaje de paredes verticales y cañones que dan testimonio del paso del tiempo y de los fenómenos geológicos que han dado forma a esta región.

El nombre de Piedra Parada es muy literal: la roca se alza como una amenaza contra el cielo, una torre de piedra que parece desafiar las leyes de la naturaleza. El contacto visual inicial es impactante; no se parece a nada más en el paisaje. Mientras nos acercamos, la roca se eleva ante nosotros, imponente y solitaria, destacándose sobre la estepa, que por su parte se extiende en todas direcciones sin ningún tipo de interrupción.

El Cañadón de la Buitrera, que se encuentra cerca de Piedra Parada, es otro de los puntos más destacados de la excursión. Este cañón ha sido modelado por la erosión del agua y el viento durante millones de años. En sus paredes de piedra, alguna vez lavadas por lava, se puede observar una gran diversidad de fauna, como guanacos, zorros y aves de rapiña. Los cóndores, que giran por encima de las paredes rocosas, le dan al cañadón un aire de majestuosidad y misterio. Esta formación ha sido también un refugio para pueblos originarios, quienes dejaron su huella en las paredes del cañón en forma de pinturas rupestres.

El clima en la zona es extremadamente seco, con temperaturas que fluctúan drásticamente entre el día y la noche. La vegetación de la estepa, aunque escasa, está adaptada a las condiciones extremas. Coirones, arbustos bajos como el neneo y el molle patagónico son algunas de las especies que sobreviven en estos suelos pobres. En los rincones más protegidos del cañadón, se pueden encontrar líquenes y musgos, que crecen lentamente, aferrándose a las rocas como si fueran testigos del paso del tiempo. Durante la primavera, algunas flores amarillas y moradas se asoman tímidamente, contrastando con la aridez del entorno.

A lo largo del día, el paisaje cambia constantemente. A medida que el sol va bajando, el entorno se tiñe de tonos dorados y rosados, y Piedra Parada se vuelve aún más majestuosa, recargándose contra el cielo. La roca, que durante el día parecía casi inalcanzable, se convierte en un símbolo de la resistencia de la naturaleza, de cómo la tierra, a pesar de las adversidades, sigue mostrándonos su belleza en formas insólitas.

A medida que el día va concluyendo, el regreso se hace lento, como si el tiempo se resistiera a dejarnos ir. La silueta de Piedra Parada se desvanece lentamente en la distancia, recordándonos que, aunque esta formación geológica es un testimonio del pasado, su presencia sigue siendo un misterio para la ciencia. Con cada paso, la estepa patagónica parece tragarse nuevamente la roca, pero el recuerdo de su grandeza permanece intacto.

Datos útiles:

La excursión organizada por Meraki Sur se lleva a cabo todo el año. Sale desde Esquel a las 9 a.m. y regresa a las 18 p.m. El tour incluye traslados, guía, picnic y refrigerio. El valor por persona es de $132.000. Para más información, se recomienda llevar ropa cómoda, sombrero y protector solar, debido a las condiciones extremas del clima.