Ecosistemas Agrícolas / Colza / Política Mercados Márgenes

¿Qué tienen la colza y la carinata?, las nuevas estrellas de los cultivos de invierno

Con la colza como principal actor y la carinata en franco despegue, la intención de siembra sigue expandiéndose, con un incremento de 47% de 2019 a 2020

¿Qué tienen la colza y la carinata?, las nuevas estrellas de los cultivos de invierno
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as oleaginosas de invierno se consolidan, año a año, como una opción crecientemente elegida. Con un mercado seguro y márgenes positivos, el área crece ininterrumpidamente y alcanza niveles récord.

En la reciente siembra la colza –el principal de esos cultivos– registró un aumento de 54% en el área sembrada, superando las 100 mil hectáreas por primera vez.

La agricultura de invierno va en camino de convertirse en un triángulo de tres partes similares entre trigo, cebada y oleaginosas. Las brassicas (crucíferas), a través de dos especies –colza y carinata–, se presentan como un buen antecesor de la soja, liberando antes las chacras y al margen del resultado propio del cultivo se debe agregar el rendimiento incrementado del cultivo siguiente.

Según la Encuesta Agrícola Invierno 2020 –realizada por la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA) del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP)–, la intención de siembra de oleaginosas de invierno sigue expandiéndose, pasando de 73.251 ha en 2019 a 111.241 ha en 2020, un crecimiento de 47%.

La colza pasó de 65.251 hectáreas en 2019 a 100.241 en 2020, ubicándose muy por encima de las 11.700 hectáreas sembradas en 2013 –unos de los primeros años de siembra comercial del cultivo–. Y en este año se le sumaron 11 mil hectáreas de carinata, un cultivo similar botánicamente, que aumentó el área un 38% en 2020, promovido por la finlandesa UPM como materia prima para la producción de biocombustibles y alimentación animal.

 

El área global crece 12%

El área de cultivos de invierno crecerá 12% interanual, consolidándose como la más alta en siete años. impulsada por un avance por cuarto año consecutivo en las oleaginosas –colza y carinata– y un sorprendente aumento en cebada, mientras que el trigo ajusta a la baja.

 

La cifra

532.235 hectáreas ocupa el área de cultivos de invierno considerando oleaginosas, trigo, cebada, avena para grano y otros, con base en estimaciones de la DIEA (MGAP).

 

Jugadores clave: ALUR y UPM

El desarrollo de las brassicas en Uruguay fue impulsado por Alcoholes del Uruguay (ALUR), con la lógica de complementar la producción de aceite a partir de las cosechas de verano.

A su vez, lo veloz del ciclo y la cosecha temprana, lo hacen atractivo para los productores de modo de diversificar la siembra en el invierno frente a los márgenes ajustados del cultivo de trigo.

Pieter Boutmy, coordinador de desarrollo de biocombustibles de UPM, dijo a Blasina y Asociados que “el primer programa comercial con productores se lanzó en 2017 y los años nos han demostrado que los productores le han encontrado un lugar al cultivo de carinata en su rotación. Este año la implantación fue muy buena. Y lo sembrado tarde –en junio– fue afectado por las heladas, fundamentalmente las chacras con mucho rastrojo, pero sin daños irreversibles”.

UPM innovó en su plan de negocios este año. Para el precio se tomará el 90% del valor del contrato febrero de colza en el mercado de Matif en París, pero los productores podrán fijar anticipadamente precio –en dos veces– hasta 1.200 kilos por hectárea. Por el saldo se fijará el precio tomando el valor promedio del 90% del contrato colza Matif entre el 15 de octubre y el 15 de noviembre.

Boutmy señaló que hay una bonificación de 10% por el volumen que supere los 1.800 kilos/ha y otra de US$ 25 por tonelada por el uso de estiércol para la fertilización de los suelos.

“Los precios que ya se han fijado se ubican en el entorno de los US$ 390 la tonelada puesto en Nueva Palmira, por encima de los US$ 380 del año pasado y un 20% del área sembrada recibió bonificaciones por el agregado de estiércol”, indicó el técnico.

Considerando un precio de venta de US$ 390/ton, el rendimiento de equilibrio para carinata en esta zafra –cuánto tendría que cosechar un productor para igualar los costos del cultivo– sin incluir la renta, es de 1.400 kg/ha, por encima del promedio de 1.700 kg/ha reportado por UPM. En las chacras con rendimientos superiores que alcanzan los 2.300 kg/ha el margen del cultivo asciende a US$ 350 por hectárea, asumiendo costos del orden de US$ 550 por hectárea sembrada.

En el caso de la colza, ALUR toma como referencia el 100% del precio de la soja en Chicago posición mayo 2021, mientras que otras empresas utilizan el precio de la colza en febrero de la bolsa europea Matif menos una prima de US$ 75.

Al cierre de la nota, el precio colza de ALUR está en US$ 329/ton y el de las restantes empresas en US$ 363/ton. En cuanto a los costos, se ubican en el eje de los US$ 500/ha, variando según las aplicaciones y las semillas (si se siembran híbridos que son más costosos o variedades que el productor produce todos los años).

La principal limitante de las brassicas, en lo que refiere a lo productivo, es el manejo de herbicidas, ya que los que se utilizan –como por ejemplo el Paraquat–  son de mucha residualidad para la soja que se sembrará en el verano y para el grano que se exporta a Europa.

 

Trigo y cebada

Las proyecciones de intención de siembra de DIEA –con un 90% del área sembrada– plantean que el trigo baje un 9%, de 237.501 ha a 217.337 ha, por una mayor competencia de la cebada y colza.

El área de cebada crecerá un 11% o 18.000 ha respecto a la zafra pasada, a 183.277, según DIEA. Eso es contrario a lo proyectado por privados –ya que Maltería Oriental redujo su intención de siembra debido a un menor consumo de cervezas–, no más de 160.000 ha, por debajo de las 164.937 de la zafra pasada.

Hay buenas perspectivas respecto a los rendimientos de los cultivos de invierno debido a dos factores: en primer lugar una favorable siembra, culminada en fecha óptima y con una buena implantación, que recibió fríos rápidamente, y en segundo lugar, un año Niña, salvo un cierto riesgo de sequía en la primavera, debería permitir un buen desarrollo de los cultivos por ausencia de exceso de lluvias y fríos suficientes.

Considerando en 2020 un rendimiento de trigo 3.700 kilos por ha –desde un año flojo en la cosecha 2019 cuando el promedio nacional se ubicó en 3.270 kilos–, sobre 217 mil hectáreas la producción se ubicaría en 800 mil toneladas, permitiendo un excedente de unas 400 mil toneladas exportables.

Pero las exportaciones de trigo de la pasada cosecha han sido lentas. Los stocks de trigo al 1° de julio son los más altos para esa fecha desde 2016. Totalizaron 327.118 toneladas, frente a las 226.343 toneladas de igual fecha del año pasado, según los datos del Plan Nacional de Silos.

Las bondades de la colza y la carinata, en términos de su resultado propio y del resultado que permiten al cultivo de verano que viene a posteriori, confirman que en tanto haya fluidez en las exportaciones estos cultivos de crucíferas seguirán creciendo y compitiendo con los cereales de invierno.

 

Diario El Observador Uruguay



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