Por Agroempresario.com
La provincia de Tucumán, conocida por su historia, su producción citrícola y su belleza natural, ofrece una experiencia única para los amantes del turismo aventura: una travesía ecuestre de cuatro días por la precordillera calchaquí. A través de un recorrido que combina tradición, desconexión y paisajes inigualables, los viajeros pueden sumergirse en la cultura local y disfrutar de un contacto directo con la naturaleza.
La travesía está organizada por Cabra Horco Expediciones y es liderada por Nicolás Paz Posse, un experto en la región. Acompañado por su equipo, conformado por Facundo Moyano Paz, Leo Cruz y Maximiliano Pfister, el recorrido permite conocer a fondo los valles tucumanos, pasando por antiguas estancias, parajes escondidos y alojamientos con un encanto rústico que preservan la esencia del lugar.
El punto de partida es el puente que cruza el Río Grande, en El Siambón, a 1.100 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, los jinetes se adentran en un viaje a través de senderos rodeados de laureles, bromelias y cactus, cruzando el río en múltiples ocasiones. El primer destino es Anfama, una pequeña localidad en la precordillera donde los viajeros pueden experimentar la hospitalidad de la familia Rasguido, quienes han convertido su puesto en un refugio para aventureros.
En Anfama, la tradición se respira en cada rincón. Las cenas se disfrutan bajo las estrellas con empanadas caseras y guisos criollos, mientras que la música folklórica acompaña las noches de descanso. La luna llena ilumina los cerros, y para los habitantes locales, esta es la mejor oportunidad para desplazarse de un paraje a otro.
El segundo día de la expedición lleva a los jinetes hasta San José de Chasquivil, donde se encuentra la posada Las Queñuas. Ubicada a 2.100 metros de altura y rodeada de un paisaje impresionante, esta posada ofrece un respiro de lujo rústico en medio de la naturaleza. Construida en el lugar de una antigua casa de veraneo, combina comodidad con tradición, brindando habitaciones acogedoras y una vista privilegiada de los valles.
Los viajeros también tienen la oportunidad de visitar la escuela rural de San José de Chasquivil, donde los niños de la región estudian y residen durante la semana. En estas comunidades, la tecnología y la modernidad han comenzado a llegar, pero la vida sigue girando en torno a las tradiciones y el trabajo en el campo.
El tercer día de la travesía implica un recorrido por los alrededores de la posada. Se cabalga por los ríos Las Puertas y Liquimayo, cruzando antiguas ruinas de piedra de la cultura calchaquí. El almuerzo se disfruta en plena naturaleza, con una comida casera preparada por los guías. Mientras algunos aprovechan para descansar, otros exploran el terreno a pie, descubriendo vestigios de civilizaciones pasadas y admirando la flora y fauna del lugar.
El último día marca el regreso a Raco, en una jornada que mezcla nostalgia y gratitud. La niebla acompaña la travesía, agregando un toque de misticismo al paisaje. En el trayecto, se hacen paradas en antiguas estancias, donde los viajeros pueden probar las emblemáticas empanadas tucumanas, antes de despedirse de sus caballos y volver a la modernidad.
Este tipo de experiencias permiten redescubrir Tucumán desde una perspectiva diferente. No solo se trata de un paseo a caballo, sino de una inmersión en la historia, la cultura y el estilo de vida de los pobladores de la precordillera calchaquí. Entre la desconexión tecnológica, los paisajes inigualables y el calor humano de las comunidades, cada jornada deja una marca imborrable en quienes se aventuran en este viaje.
Tucumán, con su diversidad de paisajes y su riqueza cultural, demuestra que es mucho más que la cuna de la independencia argentina. Es también un destino para aquellos que buscan aventura, contacto con la naturaleza y una forma diferente de conocer el corazón del noroeste argentino.