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Por Agroempresario.com
En un contexto económico desafiante, donde las empresas internacionales constantemente preguntan sobre la continuidad de las restricciones cambiarias, el Gobierno argentino ha respondido con una propuesta estratégica: el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI). Este régimen, que entró en vigencia en octubre del año pasado, busca incentivar el flujo de inversiones extranjeras, garantizando beneficios fiscales y condiciones más favorables para las grandes empresas que decidan apostar por la Argentina.
A través de esta iniciativa, el Gobierno ofrece una serie de incentivos para la repatriación de dividendos y un paquete de beneficios fiscales que incluyen la reducción del impuesto a las ganancias, la exención de derechos de importación y exportación, y la posibilidad de disponer libremente de las divisas provenientes de exportaciones de manera gradual. A cambio, las empresas deben comprometer una inversión mínima de US$200 millones y desembolsar al menos el 40% de la inversión en los primeros dos años.
A día de hoy, 11 proyectos de inversión han sido presentados bajo el marco del RIGI, con promesas de inversión que alcanzan los US$11.500 millones. De estos proyectos, dos ya han sido aprobados formalmente, destacándo principalmente los sectores de energía, minería y siderurgia como los grandes motores de esta gran apuesta.
El sector energético lidera la lista de iniciativas presentadas, con proyectos significativos que incluyen tanto inversiones en energía renovable como en infraestructura petrolera. Uno de los primeros proyectos aprobados fue el de YPF Luz, que destinará US$211 millones para la construcción de un parque solar en Mendoza, denominado El Quemado. Este parque solar no solo contribuirá al abastecimiento de energía limpia, sino que también será un paso importante hacia la diversificación de las fuentes energéticas del país.
Otro proyecto clave en el sector energético es el Vaca Muerta Oleoducto Sur (VMOS), un ambicioso proyecto que contará con una inversión inicial de US$2500 millones, con la posibilidad de alcanzar hasta US$3000 millones. El oleoducto, que será operado por un consorcio de empresas que incluyen a YPF, Pan American Energy (PAE), Vista, Pampa Energía, Pluspetrol, Chevron y Shell, permitirá la exportación de más de 500.000 barriles de petróleo por día a partir de 2027, lo que se traducirá en ingresos anuales cercanos a los US$13.000 millones.
Además de estos proyectos, también se encuentran en evaluación otras iniciativas energéticas como la construcción de un nuevo parque eólico en Olavarría, que las empresas PCR y Acindar planean desarrollar con una inversión de US$255 millones. También se está gestando un proyecto de gas natural licuado (GNL), que implicará la construcción de la infraestructura necesaria para recibir dos buques flotantes de licuefacción en la provincia de Río Negro. Este proyecto tiene el potencial de convertir la Argentina en un actor clave en los mercados internacionales de gas, con una inversión de US$2900 millones en los próximos 10 años, que podría superar los US$7000 millones en 20 años.
El sector minero es otro de los grandes protagonistas del RIGI. Con seis de los 11 proyectos presentados relacionados con la minería, la Argentina se perfila como un destino clave para la explotación de minerales estratégicos como el litio, cuya demanda sigue en aumento a nivel global debido al auge de las baterías para vehículos eléctricos y otras tecnologías renovables. La inversión inicial en el litio está en un rango de entre US$700 millones y US$1000 millones, lo que lo convierte en una de las apuestas más atractivas del régimen.
Uno de los proyectos más esperados es el de la minera Rio Tinto, que invertirá US$2700 millones para expandir el proyecto Rincón de Litio en Salta. Este plan contempla el aumento de la capacidad de producción a 60.000 toneladas anuales de litio de grado batería. La inversión se destinará a la construcción de una planta que comenzará a operar en el segundo semestre de 2025.
Por su parte, la empresa surcoreana Posco ha solicitado adherirse al RIGI con una inversión de aproximadamente US$1000 millones en el proyecto Sal de Oro, en Salta. Este proyecto busca ampliar la producción de litio, un mineral esencial para la transición energética global.
También destacan los proyectos de Galán Lithium, que invertirá US$200 millones en la ampliación de su proyecto Hombre Muerto Oeste, en Catamarca, y el de la china Ganfeng, que invertirá US$273 millones en el proyecto Mariana, en Salta.
Por último, en el sector minero, las inversiones en cobre también están presentes. Uno de los proyectos más importantes es el de Los Azules, un emprendimiento conjunto de McEwen Copper, Stellantis y Rio Tinto, que promete una inversión inicial de US$227 millones en San Juan para acelerar los estudios de factibilidad y comenzar la producción de cobre a partir de 2029.
El sector siderúrgico también recibe su cuota de atención dentro del RIGI. La empresa Sidersa ha anunciado una inversión de US$300 millones para la instalación de una planta siderúrgica de última generación en la ciudad de San Nicolás, en la provincia de Buenos Aires. Esta planta se centrará en la producción de acero “verde”, utilizando tecnologías más sostenibles y amigables con el medio ambiente, con el objetivo de reducir las emisiones de carbono en el proceso de producción. El proyecto contará con un financiamiento del BID Invest por US$100 millones, destinado a la compra de maquinaria especializada de una compañía italiana.
El RIGI no solo representa una oportunidad para la Argentina de atraer inversiones extranjeras, sino que también podría tener un impacto significativo en la economía nacional, tanto en términos de generación de empleo como en el fortalecimiento de sectores clave como la energía, la minería y la siderurgia. Con promesas de inversión por al menos US$11.500 millones, el régimen de incentivos se posiciona como una herramienta fundamental para diversificar la economía y promover el desarrollo sostenible.
A medida que más proyectos sean aprobados y comiencen a concretarse, la Argentina podría ver un incremento en su capacidad productiva, lo que a su vez podría mejorar su balanza comercial y aumentar las divisas provenientes de las exportaciones. Sin embargo, este éxito dependerá de factores como la estabilidad política y económica, la disponibilidad de infraestructura adecuada y la capacidad de las empresas para ejecutar los proyectos dentro de los plazos previstos.
