Con la intención de proteger las indicaciones geográficas de sus quesos, la Unión Europea lanzó una solicitud, en el marco de las negociaciones con el Mercosur, para que se cambien los nombres al parmesano, gouda y fontina.
La certificación de indicación geográfica es un sello que garantiza que el producto proviene de un origen concreto que le provee características distintivas relacionadas con el terreno y el clima, por ejemplo.
Los quesos más consumidos en la Argentina son: gruyere, feta, reggianito, fontina, romano, brie, manchego, provolone, grana, camembert, parmesano, mozzarella y gouda. Sus nombres se difunden como genéricos pero la UE sostiene que deben ser modificados porque aluden a sus orígenes en el Viejo Continente.
El director ejecutivo del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), Jorge Giraudo, sostuvo que para los casos de nombres compuestos (como puede ser Camembert de Normandía), puede utilizarse solamente el primero; “los mayores problemas son en las denominaciones únicas”, resaltó.
Ante esta solicitud, la industria láctea argentina mostró su resistencia. Pablo Villano, presidente de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (Apymel) señaló que “los lácteos no pueden ser una moneda de cambio en el acuerdo Mercosur-UE”.
Asimismo, Javier Baudino, vicepresidente de la entidad, defendió: “Los nombres vinieron con la inmigración; repitieron en Argentina las recetas que hacían en sus países y lo usaban como medio de vida”.
De ser aprobada la medida, las empresas lácteas se verán ante la dificultad de difundir los nuevos nombres de los quesos y generar nuevos hábitos en los consumidores para que los identifiquen.
Leonardo Sarquís, ministro de Agroindustria de Buenos Aires presentó su posición ante la Subsecretaría de Alimentos y Bebidas de la Nación: Sería “un serio perjuicio para la lechería argentina en general y la bonaerense en particular”. Asimismo, destacó que los nombres geográficos perdieron “completamente el carácter que define a las indicaciones geográficas. En este sentido, las normas no obligan a un miembro a proteger una indicación geográfica de otro miembro si dicha indicación es idéntica al término habitual en lenguaje corrientes que es el nombre común de los bienes o servicios en cuestión; es decir, si se ha convertido en el término genérico para describir los bienes y servicios en el idioma local”.
Además, desde el Consorcio para Nombres Comunes de Alimentarios (CCFN por sus siglas en inglés), Jaime Castañeda, director, transmitió el rechazo de la propuesta de la Unión Europea, ya que pretenden “apropiarse de nombres comunes que han estado en la posición del consumidor y el productor por muchos años”. En esa línea, remarcó que los mercados para estos productos se crearon por los inmigrantes.
Como solución, Castañeda propone “aceptar los nombres compuestos de las indicaciones geográficas como asiago italiano, provolone valpadano, parmegiano regianno”. Asimismo, señaló que Estados Unidos rechazó que las indicaciones geográficas formen parte de las negociaciones: en un mensaje a la UE, detallaron que “si quieren proteger sus indicaciones geográficas, tienen que hacerlo a través de sus sistema de marcas registradas”.
Finalmente, Castañeda sugirió que el Mercosur actúe en bloque y ofrecer la indicación geográfica compuesta.