Un artículo publicado por el portal web de divulgación científica de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires “Sobre La Tierra” señala que “las rotaciones con más especies a lo largo del año aumentaron un 7% las reservas de carbono orgánico del suelo y un 22% su capacidad para mantenerse estable ante la erosión”.
El informe de SLT
¿Las producciones con más cultivos preservan la salud de los sistemas? Un trabajo de la FAUBA analizó más de 30 publicaciones sobre el tema en la Región Pampeana. Los resultados mostraron que, en promedio, las rotaciones con más especies a lo largo del año aumentaron un 7% las reservas de carbono orgánico del suelo y un 22% su capacidad para mantenerse estable ante la erosión. Estas variables crecieron aun más en las rotaciones que incorporaron gramíneas como trigo y maíz y que lo hicieron por más de 9 años. Destacan los beneficios de esta práctica para otras regiones del resto del país.
“Un monocultivo consiste en hacer un solo cultivo por año. En contraste, la intensificación implica sembrar más cultivos a lo largo del año”, dijo Emilia Giustiniani, docente de Manejo y Conservación de Suelos en la FAUBA, y explicó que “Como la intensificación aumenta la cobertura vegetal, también crece la estabilidad estructural del suelo. Es decir, le permite resistir la erosión de la lluvia o el viento. Además, este manejo deja más residuos vegetales, que se incorporan como carbono orgánico, muy vinculado a la salud del suelo”.
Para medir el impacto de la intensificación, la académica y sus colaboradores reunieron 33 trabajos publicados de 1983 a 2021, en los que se comparan monocultivos y rotaciones con pocas especies versus rotaciones con más cultivos en la Región Pampeana. “Analizamos muchos estudios, y esto le aportó mucha potencia al trabajo”, aseguró la docente y agregó que “Nos enfocamos en cómo cambia el carbono orgánico y la estabilidad estructural del suelo. El carbono fue un 7% mayor en las rotaciones que incluyeron más cultivos, sobre todo en superficie, y la estabilidad estructural aumentó un 22%, principalmente en profundidad” subrayó Giustiniani, quien también es becaria doctoral en el Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural del CONICET.
Además, sostuvo que en aquellas secuencias de intensificación más largas (mayores a 9 años) y con más gramíneas como trigo y maíz, aumentaron todavía más el carbono del suelo y la estabilidad estructural. Estos resultados fueron publicados en la revista científica European Journal of Soil Science.
En la actualidad, el grupo está abordando el impacto de la intensificación también en la Patagonia argentina. “Estoy estudiando su efecto en el carbono orgánico y la estabilidad estructural en cultivos hortícolas de Bariloche. En esta zona, los suelos son volcánicos y también el manejo es muy diferente: usan abonos orgánicos, labranza y asociación de cultivos, a la vez que cuentan con una gran variedad de especies” comentó Giustiniani y terminó que “En la Región Pampeana demostramos que podemos tener buenos rendimientos y, a la vez, preservar la buena salud del suelo. Ahora tenemos el desafío de hacerlo en otros paisajes de la Argentina”.
AgroNoa