Por Agroempresario.com
La promesa del Gobierno de reducir temporalmente las retenciones a las exportaciones del agro y el nuevo esquema cambiario no lograron aún activar una masiva liquidación de divisas por parte del sector. A pesar del aumento en la llegada de camiones con granos a los puertos del Gran Rosario, las cifras oficiales muestran que el ingreso de dólares se mantiene por debajo de los niveles registrados en campañas anteriores, en un contexto donde los productores se muestran cautos y priorizan esperar una mejora en los precios internacionales antes de vender.
Desde fines de enero, el Gobierno dispuso una baja transitoria en las alícuotas de derechos de exportación para los principales cultivos, una medida que se extenderá solo hasta el 30 de junio. El presidente Javier Milei, consciente del bajo ritmo de liquidaciones, reforzó recientemente su mensaje al campo: “Avisen que si tienen que liquidar, que lo hagan ahora porque en julio le vuelven las retenciones”, lanzó el mandatario, en una clara advertencia.
Sin embargo, esa advertencia no parece haber surtido el efecto esperado. Según datos de Portfolio Personal Inversiones (PPI), entre el 11 y el 21 de abril el promedio diario de liquidación de divisas pasó de USD 101 millones a USD 138 millones. “Esperábamos que la liquidación se acelerara significativamente, pero el incremento fue marginal”, explicó Melina Eidner, economista de la consultora. Para dimensionar el fenómeno, en abril de 2021 el promedio diario en dólares constantes fue de USD 216 millones; en 2022, USD 226 millones; y en 2023, USD 160 millones.
Una de las razones detrás de la lentitud es el precio de la soja en el mercado local. Desde el anuncio del nuevo esquema cambiario y de retenciones, el precio del poroto cayó de $340.000 a $310.000 por tonelada. Esta baja, explican los especialistas, desincentiva a los productores a vender sus stocks. “El dato negativo es que con la baja del dólar, ayer tenías ofrecido $305.000 para la soja, cuando antes de los anuncios tenías $330.000”, apuntó el consultor Javier Preciado Patiño, ex subsecretario de Mercados Agropecuarios.
No obstante, el aumento en la llegada de camiones a los puertos sugiere que la cosecha está avanzando y que hay movimiento físico de mercadería. El martes pasado ingresaron casi 4.300 camiones al Gran Rosario, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), un 9,3% más que en la misma fecha del año pasado. En lo que va del año, el total acumulado ronda los 270.000 camiones, un crecimiento del 13% interanual.
Este contraste entre movimiento físico y bajo ingreso de divisas encuentra explicación en varios factores. Por un lado, muchas operaciones físicas se destinan al mercado interno, ya sea para molienda o almacenamiento en espera de mejores condiciones. Por el otro, algunos exportadores podrían haber anticipado ingresos valiéndose del financiamiento a través del dólar MEP, como especulan algunos economistas.
Juan Manuel Truffa, de la consultora Outlier, señaló que más allá de los precios, los productores deben cubrir sus costos, por lo que siempre habrá un mínimo de venta. “La liquidación fuerte no arrancó, pero algo se va a liquidar. El presidente les dio un empujoncito con el anuncio de la baja de retenciones, está tratando de arrear al mercado”, indicó. Para Truffa, la espera también se explica por las expectativas de un posible repunte en los precios internacionales de la soja, que si bien subieron levemente, aún están lejos de los picos recientes.
Actualmente, las alícuotas reducidas de retenciones están fijadas en 26% para el poroto de soja (antes 33%), 24,5% para sus subproductos (antes 31%), y 9,5% para trigo, maíz, cebada y sorgo (antes 12%). El girasol, en tanto, paga 5,5% (antes 7%). El Gobierno ya confirmó que a partir de julio estos recortes se revertirán, lo que implica una ventana de apenas dos meses más para aprovechar las condiciones más benignas.
Mientras tanto, en el Congreso avanza una serie de proyectos presentados por la oposición que buscan convertir en permanente la rebaja en las retenciones. Sin embargo, el oficialismo no parece dispuesto a ceder. El equipo económico insiste en que necesita mantener el sendero de ajuste fiscal para lograr el superávit primario del 1,6% del PBI comprometido con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que limita el margen para resignar recaudación.
Justamente el FMI, en su último informe técnico sobre la economía argentina, volvió a referirse a los “impuestos distorsivos” y recomendó una reforma tributaria que apunte a eliminar gradualmente los derechos de exportación, en línea con una estructura impositiva más racional. La mención fue leída en el sector como una presión adicional para revisar a futuro el esquema actual, aunque por ahora no se vislumbra un cambio en el corto plazo.
En este escenario, el Gobierno se encuentra ante un dilema. Por un lado, necesita dólares frescos para fortalecer las reservas del Banco Central y sostener el equilibrio cambiario. Por el otro, el mercado agroexportador, que tradicionalmente ha sido el principal generador de divisas del país, sigue apostando a una estrategia defensiva, esperando una mejora en los precios o una definición política que le dé mayor previsibilidad.
Así, con más camiones en los puertos pero menos dólares en las arcas del Estado, el agro argentino vuelve a mostrar su complejidad. No basta con reducir retenciones o liberar el tipo de cambio: los productores toman decisiones en función de múltiples variables, entre las que destacan la rentabilidad futura, la carga fiscal, la volatilidad económica y la confianza en el rumbo del país.
La gran incógnita es qué pasará cuando llegue julio. ¿Aumentará la liquidación en junio ante la inminente suba de retenciones o el sector mantendrá su cautela? Por ahora, el mercado se mueve con pies de plomo, y las divisas, al igual que los granos, siguen almacenadas, a la espera de un mejor horizonte.