Por Agroempresario.com
Del 22 al 25 de abril de 2025, Quito fue sede de un evento crucial para entender las tensiones crecientes entre América Latina y la República Popular de China (RPC). El foro internacional organizado por la Universidad San Francisco de Quito y FLACSO Ecuador reunió a especialistas que analizaron la evolución del vínculo sino-ecuatoriano, mientras el presidente Daniel Noboa se prepara para su segundo mandato, tras una victoria contundente frente a Luisa González.
El evento, inusual por su apertura crítica hacia Beijing, evidenció la creciente presión de la RPC sobre las instituciones democráticas latinoamericanas. La embajada china intentó sin éxito cancelar el foro, presionando a las universidades y a los ponentes. A pesar de esos esfuerzos, el debate sobre el futuro de Ecuador en su relación con China quedó instalado.
Daniel Noboa ha dado señales claras de una mayor sintonía con Estados Unidos. En marzo de 2025, junto a su esposa, visitó Mar-a-Lago para reunirse con Donald Trump. No obstante, aunque ha frenado ciertos compromisos con Beijing, el peso de las inversiones chinas en Ecuador sigue siendo determinante en sectores estratégicos como el petróleo, la minería, la tecnología y la infraestructura.
La presencia de China en Ecuador no solo es económica. En el terreno militar, persisten acuerdos firmados durante el gobierno de Rafael Correa que mantienen una cooperación activa entre Quito y Beijing.
El Ejército Popular de Liberación (EPL) mantiene un contingente diplomático robusto en Ecuador, dirigido por el coronel Liu Yechen, de habla hispana y habilidades diplomáticas destacadas. A pesar de la alianza de Noboa con Washington, el EPL busca ampliar su influencia aprovechando las buenas relaciones personales de oficiales como el general Henry Delgado Salvador, nuevo jefe del ejército ecuatoriano y ex alumno de un curso de Estado Mayor en Nanjing.
Si bien el ministro de Defensa Gian Carlo Loffredo y el propio Noboa podrían frenar un avance excesivo del EPL, la permeabilidad institucional ecuatoriana sigue siendo una preocupación.
En el sector petrolero, la influencia china es innegable. Desde la compra de EnCana y la creación de Andes Petroleum, empresas chinas controlan parte del corazón energético ecuatoriano. Sinopec, a través de Amodaimi Oil Company, intentó en 2025 adquirir el Bloque 60 de Sacha, el yacimiento más productivo del país. Aunque el pago inicial de 1.500 millones de dólares no se concretó a tiempo, el interés persiste.
La minería, por su parte, se ha convertido en otra plataforma para la expansión china. CMOC y Jiangxi Copper han realizado compras estratégicas, adquiriendo proyectos como Cangrejos y Cascabel, respectivamente. Esta última, con una inversión estimada de 4.200 millones de dólares, podría posicionar a China como el actor dominante del sector minero ecuatoriano.
Huawei lidera el mercado de servicios en la nube en Ecuador y es el principal proveedor del operador estatal CNT. Empresas como Xiaomi, Oppo y ZTE consolidan la presencia tecnológica china, mientras que firmas como Hikvision, Dahua y EzViz plantean interrogantes sobre el manejo de datos sensibles a través de sistemas de videovigilancia.
El sistema ECU-911, construido por China, enfrenta actualmente serios problemas de obsolescencia. El gobierno de Noboa busca reemplazar los componentes defectuosos, esta vez favoreciendo a contratistas estadounidenses.
La mala experiencia con proyectos como la hidroeléctrica Coca Coda Sinclair —con decenas de miles de grietas estructurales— ensombrece las futuras colaboraciones en infraestructura. Las expectativas chinas de gestionar y explotar esta instalación, a cambio de liberaciones de responsabilidades, enfrentan una creciente resistencia política y social.
No obstante, las constructoras chinas mantienen su actividad. Puentes y Calzadas avanza en la construcción de una megaprisión en Santa Elena, mientras que CRBC tuvo que abandonar un proyecto penitenciario en la Amazonía debido al rechazo comunitario.
El Tratado de Libre Comercio firmado en 2023 entre Ecuador y China ha dado resultados mixtos. Si bien se esperaba un impulso en las exportaciones de camarón y banano, el desempeño ha sido discreto. China ocupa apenas el quinto lugar como destino de las exportaciones de banano, un sector vital para la economía ecuatoriana y clave para la familia Noboa.
Por otro lado, la presencia masiva de la flota pesquera china en aguas ecuatorianas genera tensiones en el sector marítimo, aunque hasta ahora Quito ha evitado confrontaciones abiertas.
En este contexto, el presidente Noboa enfrenta el desafío de diversificar las alianzas internacionales de Ecuador sin romper completamente con China. Estados Unidos es un socio estratégico natural, pero también existen oportunidades en Europa y Asia fuera del eje Beijing-Moscú.
El fortalecimiento de los vínculos con organismos multilaterales, la promoción de inversiones de origen democrático y la modernización de las capacidades productivas internas son caminos que Quito deberá explorar para reducir su vulnerabilidad.
Con la nueva Asamblea Nacional instalada desde el 14 de mayo, el control de las comisiones y el futuro del Caucus de Amistad con China serán señales claves sobre la orientación de la política exterior ecuatoriana.
Mientras la embajada china cambia de liderazgo, tras el mandato agresivo del embajador Chen Guoyou, todo indica que Beijing buscará recuperar terreno utilizando herramientas políticas, económicas y militares.
El segundo mandato de Daniel Noboa será, inevitablemente, un campo de batalla geopolítico. Ecuador, en su doble rol de socio y objetivo estratégico, deberá navegar entre la presión de la nueva diplomacia coercitiva de Beijing y la necesidad de mantener abierta su economía a las mejores oportunidades globales.