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Por Agroempresario.com
América Latina está en una posición clave para convertirse en líder mundial en la transición energética, gracias a sus vastos recursos en litio y cobre, minerales esenciales para tecnologías limpias. Sin embargo, para consolidar este rol, la región enfrenta el gran desafío de fortalecer y modernizar su infraestructura logística y comercial. Esta transformación es indispensable para responder a las demandas internacionales de trazabilidad, sostenibilidad y eficiencia, y así consolidar cadenas de suministro competitivas y responsables.
Con más del 70% de las reservas mundiales de litio y cobre, América Latina se presenta como un actor fundamental en la transición energética global. Países como Argentina, Chile, México, Perú y Colombia concentran la mayor parte de la producción y exportación de estos recursos, pero también se enfrentan a la complejidad de cumplir con estándares ambientales y regulatorios cada vez más estrictos.
Durante el reciente Foro 2025 sobre Cadenas de Suministro Responsables de Minerales, organizado por la OCDE, más de 100 referentes de gobiernos, empresas y sociedad civil discutieron la necesidad de desarrollar sistemas logísticos más sostenibles y transparentes, que abarquen desde la extracción hasta la exportación, garantizando el respeto por los derechos de las comunidades y la protección ambiental.
Mauricio Cabrera, viceministro de Ambiente y Estandarización Ambiental de Colombia, destacó en el foro que el principal desafío no es solo aumentar la eficiencia en la extracción, sino fortalecer los marcos regulatorios y las capacidades institucionales para proteger ecosistemas vitales, como la Amazonía, y asegurar una distribución justa de los beneficios mineros.
La presión por cumplir con estándares internacionales impulsa a la región a digitalizar sus cadenas de suministro, implementar trazabilidad avanzada y mejorar la coordinación interinstitucional. Esta modernización es clave para evitar cuellos de botella en puertos, rutas y centros logísticos, que aún enfrentan limitaciones que podrían comprometer la competitividad regional.
Otro punto destacado en el foro fue la inclusión de actores que tradicionalmente quedan fuera de los procesos formales, como los pequeños mineros y las comunidades indígenas. Integrar a estos actores mediante tecnologías accesibles y esquemas de fiscalización adaptados es fundamental para garantizar la eficiencia logística y la trazabilidad en toda la cadena.
El enfoque de debida diligencia se posiciona como un mecanismo para asegurar que todos los niveles de la cadena cumplan con las normas sociales y ambientales, evitando la exclusión y potenciando una gobernanza colaborativa y responsable.
La infraestructura digital se convierte en un pilar para modernizar la logística minera en América Latina. La captura de datos en tiempo real, el uso de plataformas inteligentes y la validación digital de origen son herramientas que facilitan una logística más fluida, reducen riesgos y mejoran el cumplimiento de estándares internacionales.
El proyecto CER-ALC (Conducta Empresarial Responsable en América Latina y el Caribe), impulsado por la OCDE, impulsa esta transformación a través de tres líneas principales: desarrollo de capacidades en actores locales, creación de protocolos específicos para el transporte y la trazabilidad, y colaboración estrecha entre gobiernos, empresas y comunidades.
La logística ya no es solo un eslabón final en la cadena productiva, sino un factor estratégico que influye en políticas económicas y ambientales. América Latina tiene la oportunidad de reconfigurar su sistema logístico para garantizar la competitividad internacional sin sacrificar la sustentabilidad ni el bienestar social.
Este nuevo paradigma promueve la eficiencia, la transparencia y el respeto socioambiental como bases para el crecimiento del sector minero y la generación de valor agregado en la región.
