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Por Agroempresario.com
La creciente guerra de precios en el sector de vehículos eléctricos (VE) chinos ha encendido alarmas no solo en las potencias automotrices tradicionales, sino también dentro del propio gobierno chino, que comienza a preocuparse por las consecuencias de esta feroz competencia interna. Este fenómeno marca un antes y un después en la industria automotriz global y plantea nuevos desafíos para el liderazgo económico de China.
China ha desarrollado una capacidad impresionante para producir vehículos eléctricos a costos sorprendentemente bajos, una ventaja que por años ha inquietado a fabricantes occidentales. Los gobiernos de Estados Unidos y Europa han tomado medidas, desde investigaciones a subsidios y barreras comerciales, con la intención de ralentizar el avance de estas marcas. Sin embargo, lo que resulta aún más llamativo es que ahora el propio gobierno chino observa con preocupación cómo la guerra de precios desatada por sus fabricantes podría tener efectos perjudiciales.
El epicentro de esta guerra es BYD, el mayor fabricante chino de vehículos eléctricos, que el pasado 23 de mayo sorprendió al anunciar recortes de precio en 22 modelos, entre ellos el Seagull, cuyo valor inicial cayó a 55.800 yuanes (unos 7.700 dólares), desde los 73.800 yuanes (10.000 dólares) de su lanzamiento hace dos años. Esta estrategia agresiva causó inquietud en Pekín.
El Ministerio de Industria de China, a través de la agencia estatal Xinhua, emitió un mensaje claro el 31 de mayo: “En la guerra de precios no hay ganadores ni futuro.” Se advierte que esta competencia “despiadada” podría afectar negativamente la inversión en investigación y desarrollo (I+D) y comprometer la seguridad de los vehículos.
El People's Daily, órgano mediático del Partido Comunista, criticó días después que productos de baja calidad y precio podrían dañar la reputación global de la etiqueta “hecho en China”. Esta postura forma parte de un esfuerzo gubernamental para frenar la competencia improductiva y la sobrecapacidad que ya ha afectado los márgenes y la rentabilidad de muchas empresas del sector.
Robin Xing, economista jefe para China en Morgan Stanley, describió la situación: “El antiguo modelo impulsado por la oferta sigue intacto, generando grandes desafíos estructurales para la economía china.” La presión sobre BYD y otras marcas ha provocado ajustes, pero el fenómeno ya tomó impulso.
Wei Jianjun, presidente de Great Wall Motor, otro gigante del sector, calificó la situación de “poco saludable” y lanzó una advertencia comparando la crisis con el colapso de Evergrande en el sector inmobiliario: “El Evergrande de la industria automotriz ya existe, solo que aún no ha explotado.” Un vocero de BYD calificó estas declaraciones de “alarmistas.” Según la consultora Jato Dynamics, existen 115 modelos de vehículos eléctricos chinos en el mercado, pero solo unos pocos, liderados por BYD, son rentables.
Mientras en China se debaten estas cuestiones, los fabricantes chinos aceleran su expansión internacional. BYD aspira a que para 2030 más de la mitad de sus ventas sean fuera de China, enfocándose en América Latina y Europa, donde ya ha superado a Tesla en ventas de VE.
Jim Farley, CEO de Ford, reconoció la presión en mercados emergentes: “Los chinos están globalizando la cadena de suministro y llevan la delantera en India y Sudamérica.” Ford cerró su planta en Brasil, que ahora pertenece a BYD. Mary Barra, CEO de General Motors, también admite la amenaza y busca alianzas con fabricantes chinos. Stellantis sigue una estrategia similar, aunque mantiene mayor cuota en Latinoamérica.
En países como Chile y Brasil, vehículos chinos dominan las carreteras gracias a precios atractivos y campañas de marketing con figuras populares como el DJ Alok o Pelé. Luiz Palladino, ingeniero y propietario de un Haval H6 EV, afirmó que los autos chinos están “a la altura de BMW y Audi, con acabados de primera.”
BYD y Great Wall están instalando plantas en Brasil para evitar aranceles y utilizar el país como hub regional, según Ricardo Roa, socio de KPMG Brasil. Sin embargo, persisten dudas sobre infraestructura y repuestos, como señala Paula Barros, gerente financiera en São Paulo, quien desistió de comprar un VE chino por esas razones.
Tailandia, conocida como el “Detroit del Sudeste Asiático”, ha experimentado un auge notable de marcas chinas. Su cuota en el mercado de VE creció del 5.5% en 2022 a más del 13% en 2024, dominando un 71% del segmento de eléctricos.
Wiyawit Petra, empresario tailandés, expresó su apertura a las marcas chinas, valorando la accesibilidad y calidad. Este fenómeno ha llevado a fabricantes tradicionales japoneses a reducir la producción local.
La guerra de precios y la sobrecapacidad china, con BYD a la cabeza, están reconfigurando el mercado automotor global. Los consumidores ganan con vehículos eléctricos más accesibles, pero las tensiones comerciales y la competencia desmedida anuncian un futuro complejo.
La industria debe enfrentar retos vinculados a la calidad, la innovación, la seguridad y la sostenibilidad para que el gigante chino pueda consolidar su liderazgo sin sacrificar su reputación.
