Por Agroempresario.com
Lácteos Vidal, la pyme familiar con planta en Moctezuma, Buenos Aires, vuelve a producir tras enfrentar uno de los conflictos sindicales más tensos de los últimos años. Con nuevos empleados, apoyo de la comunidad y una firme decisión de no retroceder, su titular, Alejandra Bada Vázquez, relata cómo lograron resistir las amenazas del gremio lechero Atilra y reconstruir la planta.
La historia de Lácteos Vidal se volvió símbolo de resistencia empresarial frente a las prácticas extorsivas de algunos sectores sindicales. En julio de 2022, la planta fue bloqueada durante varios días por miembros del gremio, generando enormes pérdidas productivas y tensión social en la zona. La empresa había despedido a 26 empleados tras una huelga que consideró ilegítima, mientras desde Atilra reclamaban recategorizaciones y mejoras salariales.
El conflicto escaló rápidamente. Según relata Alejandra Bada Vázquez, el bloqueo incluyó actos intimidatorios: impedimento del ingreso a la planta, usurpación de una propiedad vecina, instalación de carpas, consumo de alcohol en la vía pública, amenazas a trabajadores y vandalismo como el tajeo de neumáticos. “Fue una situación límite. No podíamos entrar, no podíamos producir y los empleados estaban aterrados”, recuerda.
Desde la empresa aseguran que los reclamos gremiales ya habían sido revisados por el Ministerio de Trabajo, que incluso determinó que algunos de los empleados estaban sobrecategorizados. Para la titular de la pyme, el trasfondo fue una interna entre seccionales del sindicato, que los usó como campo de disputa. “Nos tomaron de rehenes en una pelea que no era nuestra”, lamenta.
Pese a las medidas cautelares dictadas por la justicia laboral que ordenan reincorporar a los despedidos, Lácteos Vidal optó por resistir. “Nos pusieron una multa diaria, pero no los queríamos adentro. Hacemos alimentos, necesitamos gente de confianza. No se puede trabajar con quien bloqueó la fábrica”, argumenta Bada Vázquez.
La empresa decidió reorganizar completamente su operación. Contratan nuevo personal, recrearon turnos, reforzaron la seguridad con custodia policial y apostaron a reconstruir el clima laboral desde cero. El respaldo de vecinos y clientes fue clave durante esos meses.
Lácteos Vidal fue fundada por los padres de Alejandra, inmigrantes que apostaron por el trabajo y la producción. “Nosotros vivimos arriba de la fábrica. Esto no es una multinacional. Es una empresa de barrio que cuida lo que hace”, explica con orgullo.
Actualmente, procesan más de 150.000 litros de leche por día, y planean retomar exportaciones en el corto plazo. “La energía cambió. Ahora podemos hablar de producción, no de amenazas”, dice, marcando el inicio de una nueva etapa.
El caso Lácteos Vidal vuelve a poner sobre la mesa la discusión sobre los límites de la acción sindical, el rol de la justicia laboral y los desafíos de seguridad jurídica que enfrentan las pymes en Argentina. ¿Hasta dónde puede llegar un gremio en un reclamo? ¿Qué herramientas tienen las empresas para defender su operación sin quedar atrapadas en conflictos ajenos?
Alejandra Bada Vázquez no busca victimizarse. Se define como alguien que se hartó. Pero su caso ya se convirtió en emblema: una pyme que enfrentó a uno de los sindicatos más poderosos del país y, lejos de cerrar, decidió reinventarse.