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En el marco de la Quinta Temporada de “Comunicándonos en Agroempresario.com”, recibimos a Nicola Lindertz, Embajadora de Finlandia en Argentina, en una entrevista exclusiva con Fernando Vilella, Director de Desarrollo Estratégico de Agroempresario.com. En una conversación extensa y profunda, la diplomática abordó los pilares del modelo finlandés, los vínculos históricos con la Argentina, las oportunidades de cooperación en materia de tecnología y bioeconomía, y el fuerte respaldo de su país al acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur.
Elegido por octavo año consecutivo como el país más feliz del mundo, Finlandia ha sabido traducir ese intangible en una cultura nacional basada en certidumbre, planificación y una sólida red de contención social. “La gente puede llevar a cabo su proyecto de vida”, explicó Lindertz, subrayando la educación pública gratuita, la igualdad de oportunidades y la previsibilidad como ejes del bienestar. “No es una felicidad superficial; es una confianza en que el sistema funciona y permite que las personas puedan construir”, destacó.
Este enfoque estructural, lejos de ser ajeno a la lógica productiva, se convierte en un modelo replicable para sectores como el agroindustrial, que necesitan marcos estables, formación continua y visión de largo plazo para prosperar.
Uno de los pilares históricos del desarrollo finlandés es el bosque. Mucho más que un recurso natural, constituye el corazón económico y cultural del país. “El bosque es realmente fundamental para los finlandeses. Es nuestro recurso natural más importante y siempre lo ha sido”, afirmó la embajadora. La industria forestal, con más de 150 años de evolución, ha pasado de la simple producción de materias primas como celulosa y papel, a la sofisticación tecnológica aplicada a la maquinaria industrial y la innovación en construcción sustentable.
Este aprovechamiento inteligente y sostenible se apoya, además, en un fuerte vínculo ciudadano: cientos de miles de personas en Finlandia son propietarias de parcelas forestales, muchas veces heredadas, lo que convierte al bosque en un patrimonio económico y emocional. “Se trata de una relación íntima y cotidiana. Muchas familias finlandesas tienen un pedazo de bosque propio, lo gestionan y lo cuidan”, relató.
La innovación ha llegado incluso a la arquitectura: hoy en Finlandia es habitual construir edificios en altura con madera, como ocurre con un nuevo hotel de diseño ubicado en el centro de Helsinki, desarrollado por la firma Stora Enso. “Se ha trabajado mucho en las normas de protección contra incendios para habilitar este tipo de construcciones, que ya forman parte del paisaje urbano”, explicó Lindertz.
La relación entre Finlandia y Argentina cuenta con una trayectoria diplomática de más de cien años. “Argentina fue el primer país de América Latina en reconocer la independencia de Finlandia, a principios de 1918”, recordó la embajadora. A ese hito político se suma una historia migratoria única: en 1906, un grupo de finlandeses arribó a Misiones con la intención de fundar una colonia utópica. “Si bien enfrentaron grandes desafíos, como el clima y el tipo de suelo, su legado permanece. Hoy todavía hay descendientes de esa comunidad”, señaló.
Estos lazos históricos abren un marco de cooperación que se proyecta hacia el futuro, especialmente en áreas donde Finlandia posee un claro liderazgo: innovación tecnológica, sostenibilidad ambiental y desarrollo de cadenas de valor inteligentes.
Desde la perspectiva finlandesa, el libre comercio es una política de Estado. Como economía altamente dependiente de las exportaciones, Finlandia concibe los acuerdos internacionales como herramientas estratégicas para la prosperidad y la seguridad económica. “Somos un país básicamente de exportación. Por eso, el libre comercio para nosotros siempre ha sido muy importante”, subrayó Lindertz.
En ese sentido, el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur representa una oportunidad histórica. “Apoyamos muy fuertemente este acuerdo y esperamos que se concrete finalmente. En este momento de convulsión en el comercio global, nos parece una herramienta aún más estratégica”, afirmó.
El acuerdo permitiría la integración de dos regiones con capacidades complementarias, beneficiando tanto a Europa como a América del Sur. Para sectores como el agroalimentario argentino, la ratificación del pacto implicaría una ampliación del acceso a mercados de alto valor, con reglas claras y estables. “El vino argentino es bien conocido en Finlandia, y la carne seguramente sea una buena combinación. También otros productos como el aceite de oliva son valorados”, detalló la embajadora.
En un contexto internacional signado por la fragmentación comercial, Finlandia considera que reforzar acuerdos multilaterales como el UE-Mercosur es fundamental para dotar de previsibilidad a las economías abiertas y mantener la competitividad de sus exportaciones.
La apertura económica en Argentina reactivó el interés del empresariado finlandés. Si bien el volumen de inversión es moderado, el diferencial radica en el conocimiento y el valor agregado. “Las empresas finlandesas son tradicionalmente proveedoras de tecnología. Ahí vemos oportunidades concretas para cooperar con firmas argentinas, especialmente para mejorar la productividad y la eficiencia”, explicó Lindertz.
Durante el gobierno de Mauricio Macri, el interés fue significativo y, según la embajadora, está comenzando a reactivarse. “Siempre que hay señales de apertura, surgen posibilidades. El desafío es sostenerlas en el tiempo”, advirtió.
Para el agro argentino, esta cooperación tecnológica puede traducirse en avances clave en maquinaria de precisión, logística integrada, digitalización de procesos y gestión sustentable de recursos. Finlandia no apunta al comercio de commodities, sino a una integración inteligente con impacto transformador en la cadena productiva.
Uno de los ejes estratégicos que Finlandia promueve activamente es la economía circular. “Tenemos una hoja de ruta nacional en la que participa toda la sociedad: empresas, gobierno, academia y ciudadanos. Es una política de Estado”, aseguró Lindertz.
Lejos de ser una moda, se trata de una transformación profunda del modelo productivo. “No se trata solamente del tratamiento de residuos. Es un pensamiento que empieza en el diseño del producto, considerando desde el inicio cómo se reutilizará o reciclará”, explicó.
Este enfoque sistémico, que busca maximizar la vida útil de los materiales y minimizar los desperdicios, abre enormes oportunidades para el agro argentino. Desde el aprovechamiento de biomasa y subproductos hasta la fabricación de insumos biodegradables y el rediseño de envases, las aplicaciones concretas de la economía circular permiten agregar valor y reducir el impacto ambiental.
“Es un tema que nos apasiona y que promovemos activamente también en Argentina, tanto con organizaciones empresarias como con municipios. Nos interesa profundizar este trabajo conjunto”, enfatizó la embajadora.
