Por Agroempresario.com
En el corazón de las sierras de San Luis, entre caminos de tierra y antiguas construcciones de piedra, el pueblo de La Carolina se convirtió en una joya turística global. Este rincón argentino, con apenas 300 habitantes, fue elegido por la Organización Mundial del Turismo (ONU Turismo) como uno de los “Best Tourism Villages” del mundo, un reconocimiento que destaca su enfoque sostenible, su compromiso con el patrimonio cultural y su conexión con la naturaleza.
Ubicado a 86 kilómetros de la ciudad de San Luis y a 1.600 metros sobre el nivel del mar, La Carolina nació en el siglo XVIII como asentamiento minero. Su nombre rinde homenaje al rey Carlos III de España, y aún conserva la esencia de aquella época dorada, tanto en su arquitectura colonial como en sus costumbres. Hoy, con un enfoque renovado en el turismo rural sostenible, este pueblo se posiciona como un ejemplo internacional de desarrollo local con identidad.
En 2023, La Carolina fue incorporado a la exclusiva lista global de destinos rurales que mejor preservan su entorno, cultura y tradiciones, una distinción que entrega ONU Turismo a pueblos que ofrecen experiencias auténticas sin renunciar a la sustentabilidad. A partir de esta filosofía, en 2024 el pueblo decidió convertirse en peatonal, protegiendo así su trazado original, su paisaje serrano y la armonía entre habitantes y turistas.
Caminar por La Carolina es un viaje en el tiempo. Sus calles empedradas, casas bajas con rejas de hierro forjado y la antigua iglesia evocan una Argentina de otros tiempos. El aire fresco de la sierra y el murmullo de los arroyos completan una experiencia sensorial única. Uno de los puntos más visitados es el Cerro Tomolasta, donde se pueden recorrer antiguos túneles de minería aurífera y aprender las técnicas tradicionales de extracción de oro en el río Amarillo.
Además del valor natural y paisajístico, La Carolina tiene una riqueza cultural notable. Fue hogar del filósofo y poeta Juan Crisóstomo Lafinur, cuya vida y obra se pueden conocer en el museo local que lleva su nombre. El legado literario convive con la vida rural actual, que incluye propuestas como trekking, rappel, cabalgatas, arreo de llamas y excursiones a la Gruta de Inti Huasi, un sitio arqueológico con huellas de culturas prehispánicas.
Este reconocimiento no solo representa un premio simbólico, sino que también es una oportunidad para repensar el rol de los pueblos rurales en el desarrollo turístico y económico del país. La Carolina demuestra que es posible crecer sin perder la esencia, y que el respeto por el entorno puede ser una ventaja competitiva. En un contexto donde muchas localidades luchan contra la despoblación y el olvido, este pequeño pueblo puntano se reinventa con una propuesta que prioriza la identidad, la historia y la sostenibilidad.
La experiencia de La Carolina puede inspirar a otras comunidades rurales de Argentina a apostar por un modelo de turismo regenerativo, donde el visitante no solo consume, sino que se integra y aprende. En definitiva, La Carolina no solo fue reconocida por lo que preserva, sino por la forma en que proyecta su futuro sin resignar su alma serrana.