En el marco del Ciclo Audiovisual “Villanos a Héroes” de Agroempresario.com, recibimos a Federico Ocampo, biólogo de formación, emprendedor por vocación y CSO co-fundador de Elytron en una entrevista exclusiva con Carlos Becco, Federico, se presenta como un apasionado por los insectos y la biología evolutiva. Sin embargo, su misión actual trasciende la academia para abordar uno de los desafíos más urgentes del agro moderno: la creciente ineficacia de los insecticidas químicos y su impacto en el ecosistema. "El problema de la resistencia a los insecticidas es equivalente a lo que escuchamos hablar de la resistencia a los antibióticos", advierte Ocampo. Esta carrera armamentista entre el productor y la plaga, sumada a la demanda global por alimentos con menos residuos, crea un escenario complejo que exige una reinvención radical de las herramientas fitosanitarias.
Desde esta encrucijada nace Elytron, una empresa de biotecnología que opera en la intersección del futuro y la naturaleza. Su propuesta es tan compleja como fascinante: utilizar la inteligencia artificial y la biología computacional para descubrir en el vasto universo de los microorganismos a los candidatos perfectos que puedan convertirse en la próxima generación de insecticidas biológicos. "Es la fusión perfecta de IA más biotecnología", afirma Ocampo, liderando una revolución silenciosa desde Argentina para el mundo, demostrando que las soluciones más innovadoras pueden estar, literalmente, bajo nuestros pies.
El punto de partida para entender la misión de Elytron es reconocer un problema dual que aqueja a la agricultura global. Por un lado, la resistencia. Ocampo lo explica con una claridad meridiana: "Es un proceso evolutivo. Bajo la presión del uso constante del mismo mecanismo de acción para controlar una plaga, el insecto desarrolla un mecanismo para evitar ser controlado, para evitar morirse. Se potencian y se reproducen más aquellos individuos que son tolerantes". La consecuencia directa es devastadora para el productor: "El insecticida deja de funcionar. Entonces el productor deja de tener una herramienta con la que contaba regularmente". Esta pérdida no solo implica un impacto económico directo, sino que deja a cultivos enteros, ya sea soja, maíz o tomate, vulnerables a ataques que antes eran manejables.
Por otro lado, está la cuestión de los residuos. La conciencia del consumidor ha evolucionado, y con ella, las exigencias del mercado. "Los insecticidas, bueno, además tienen otra problemática que tiene que ver que en muchos casos dejan un residuo en los alimentos que consumimos, y las tendencias del mercado globales es a evitar esa dualidad", señala Ocampo. Esta demanda por alimentos más limpios y seguros no es una moda pasajera, sino un estándar que redefine las cadenas de valor y pone presión sobre toda la cadena productiva.
"Un productor de tomate promedio en Argentina tiene que utilizar siete, ocho, diez aplicaciones de insecticida para controlar esta plaga [la polilla del tomate]. Una solución biológica podría reemplazar o acompañar esos productos para que no comamos tomates con residuos químicos, a la vez que controlar las plagas".
Ante este doble desafío, la respuesta no puede ser simplemente buscar una nueva molécula de síntesis química, que eventualmente enfrentará el mismo destino de resistencia. La solución, según Elytron, radica en cambiar el paradigma. "Necesitamos buscar alternativas a los productos insecticidas de síntesis química, y ahí es donde aparecen los insecticidas de base biológica", concluye Ocampo.
Los insecticidas biológicos no son una novedad. Sin embargo, la forma tradicional de descubrirlos se asemejaba a buscar una aguja en un pajar. Un proceso de "prueba y error", como lo describe Ocampo, que implicaba años de inversión, incontables ensayos en laboratorio y campo, y una alta probabilidad de fracaso. Aquí es donde la tecnología de Elytron cambia las reglas del juego.
"Elytron es una empresa que combina biología, biología computacional con inteligencia artificial", explica. Suena a ciencia ficción, pero su aplicación es profundamente práctica. La plataforma de Elytron integra una multiplicidad de datos abrumadora: datos genómicos, de proteínas, de microbiología, y datos sobre la compleja relación entre plagas, plantas y sus mecanismos de control.
El proceso es revolucionario:
"Todo ese proceso que llevaba años, hoy integrado en nuestra plataforma, lo podemos desarrollar en un periodo de meses".
Para lograr esta hazaña, fue clave el avance de la genómica, la capacidad de leer el código genético completo de un organismo. "El genoma es el código genético que define a una especie completa. Al poder interpretar todo el ADN, podemos ver en el genoma de microorganismos cosas que de otra manera no hubiésemos podido interpretar", explica Ocampo de manera didáctica. Este acceso al "libro de la vida" de los microbios permite a Elytron identificar los genes responsables de la actividad insecticida y predecir su eficacia antes de la primera prueba en una placa de Petri.
Una de las mayores sorpresas de esta historia de alta tecnología es su origen. Elytron no nació en Silicon Valley, sino en Argentina. Para Ocampo, no es una casualidad, sino una consecuencia lógica. "Argentina, de hecho, en buena medida es el laboratorio ideal para hacerlo, porque tenemos recurso humano altamente capacitado".
El equipo de Elytron es prueba viviente de esta afirmación. "Hoy tenemos 14 personas trabajando, de las cuales 12 son científicos de primer nivel mundial, expertos cada uno en su disciplina: biotecnología, agrobiotecnología, genómica, biología computacional e inteligencia artificial". Ocampo no duda en calificar a su equipo con orgullo: "Podemos decir que el equipo de Elytron juega la Champions".
Este talento, en su mayoría formado en universidades públicas y con experiencia en instituciones como el CONICET, combinado con un sector productivo reconocido por su rápida adopción de nuevas tecnologías, crea un ecosistema perfecto para la innovación en agrotecnología. A esto se suma la valentía de los inversores que apostaron por el proyecto. "Nosotros pasamos casi tres administraciones públicas desde que nos invirtieron y nuestros inversores nos acompañaron aún y a pesar de todo. Y eso nunca podemos desmerecerlo".
La historia de Elytron es también la historia personal de su fundador. Federico Ocampo se define como "un apasionado de los insectos desde que tengo memoria". Esa pasión lo llevó a estudiar Biología en la Universidad Nacional de La Plata y a realizar un doctorado, pero su curiosidad lo empujó más allá de la academia. Un llamado de Monsanto (hoy Bayer) lo introdujo al mundo corporativo, una experiencia que describe como "un aprendizaje fabuloso, fue como volver a la universidad". Allí entendió de primera mano los problemas reales y sin solución que enfrentaba el productor.
Sin embargo, la estructura corporativa a veces "te frena". El deseo de "volar alto" y el espíritu emprendedor lo llevaron a un nuevo camino. Conoció a su socio, Tadeo Fernández, un bioquímico con quien compartía la visión de innovar en productos biológicos y luego se sumo Ana Indart. Así formaron "los tres mosqueteros" y, partiendo de "una idea literal", comenzaron a dar forma a Elytron.
El punto de inflexión fue su ingreso a GRIDX, una reconocida aceleradora y constructora de compañías de biotecnología. "Somos la empresa número 25 de GRIDX, y ya van por cerca de 80", comenta Ocampo, ilustrando la fuerte apuesta global por la biotecnología. Nacidos como una "startup pandémica" en diciembre de 2020, recorrieron un intenso proceso para convertir una idea científica en un modelo de negocio viable.
Elytron tiene claro su lugar en la cadena de valor. No pretenden hacerlo todo. "El agro hoy agrega más valor si cada uno hace muy bien lo que sabe hacer", reflexiona Ocampo. Su modelo es B2B (empresa a empresa). Ellos se enfocan en la etapa de descubrimiento y desarrollo temprano, donde su plataforma tecnológica es diferencial.
"Nosotros agregamos valor en etapas del desarrollo temprano, donde las empresas, aún las grandes, no tienen capacidad. Les acompañamos a acelerar su portafolio de productos".
Elytron crea el "motor": el microorganismo validado y prometedor y su formulación en producto. Luego, se asocian con grandes compañías del sector que se encargan de las fases finales de desarrollo, registro y comercialización, llevando el producto final a la "góndola" o, mejor dicho, al campo.
Los resultados de este modelo acelerado ya están en el horizonte. "Si todo va saliendo bien, nuestros primeros clientes estarían llevando el producto en la próxima campaña. Una solución para controlar plagas en soja, y otras soluciones para controlar plagas en la vid y en el cultivo de tomate".
Al final, para Federico Ocampo y su equipo, la mayor satisfacción va más allá del negocio. Es "poder trabajar en un equipo multidisciplinario con una visión en conjunto, ser parte de un sueño compartido". Un sueño que nació de la curiosidad de un niño que contaba las patas de los insectos y que hoy, gracias a la tecnología de punta y al talento argentino, está a punto de ofrecer a los productores herramientas más sustentables para alimentar al mundo.