Por Agroempresario.com
La actividad industrial de Estados Unidos volvió a mostrar señales de enfriamiento en mayo, registrando su segunda caída en tres meses, de acuerdo con datos publicados por la Reserva Federal. La producción total —que abarca los sectores de fábricas, minas y servicios públicos— se redujo un 0,2%, en contraste con el leve incremento revisado de 0,1% en abril. Esta baja evidencia la fragilidad de la recuperación industrial en medio de tensiones comerciales persistentes y políticas económicas aún en transición.
Uno de los principales factores detrás del retroceso fue la significativa disminución del 2,9% en la producción de servicios públicos, que representa un reflejo de la menor demanda de energía en el periodo. Mientras tanto, la producción manufacturera, que había caído el mes anterior, se recuperó marginalmente con un avance del 0,1%, aunque todavía se mantiene por debajo de los niveles esperados.
La política comercial de Estados Unidos sigue generando incertidumbre entre empresas e inversores. Si bien se logró un acuerdo temporal con China que alivió parcialmente las tensiones de la guerra comercial, las medidas arancelarias impuestas por la administración de Donald Trump siguen afectando las proyecciones industriales.
Trump promueve un modelo de comercio más "justo", que, según su visión, debe atraer más inversión extranjera directa, fomentar la producción nacional y fortalecer la seguridad industrial. Sin embargo, esta estrategia también ha generado dudas entre los fabricantes, quienes enfrentan costos más altos por insumos importados y cambios constantes en la legislación fiscal y comercial.
Dentro del informe de la Fed, se destacó el desempeño dispar entre sectores. La producción de automóviles lideró con un crecimiento cercano al 5%, lo que impulsó en parte la tenue mejora general de la manufactura. También se observó un incremento en equipos aeroespaciales, aunque esto fue contrarrestado por caídas en maquinaria y metales manufacturados.
Los bienes de consumo, como electrodomésticos y productos electrónicos, cayeron por tercer mes consecutivo, mientras que los equipos empresariales mostraron una leve aceleración. Esta dualidad refleja un consumo interno más prudente, impulsado por la presión inflacionaria y la incertidumbre sobre el rumbo fiscal del Congreso.
Un dato clave fue el descenso en las ventas minoristas, también por segundo mes consecutivo. Esto sugiere que los consumidores están adoptando una postura más cautelosa luego del dinamismo registrado a comienzos del año. La caída del gasto se convierte así en un nuevo factor de presión para una industria que ya enfrenta una demanda internacional más volátil.
A pesar de las cifras desalentadoras, algunas señales apuntan a una estabilización progresiva. El índice del Instituto de Gestión de Suministros (ISM), si bien en contracción, indica que el ritmo de deterioro se desacelera. Por otro lado, la encuesta de la Fed de Nueva York reportó una caída mayor a la esperada en la actividad fabril del estado en junio, agregando más incertidumbre sobre la trayectoria futura.
En este contexto, analistas advierten que la evolución de la política comercial, las tasas de interés y el consumo interno serán determinantes para revertir la tendencia. Por ahora, la industria estadounidense enfrenta un escenario donde el impulso para una recuperación sostenida aún no se consolida.