Por Agroempresario.com
La narrativa que dominó por décadas a la Argentina –la del país carente de recursos, inversión y previsibilidad– empieza a mutar. Con un sector energético en expansión, una agroindustria tecnificada y una economía del conocimiento en crecimiento sostenido, grandes compañías que operan en el país apuestan por una “Argentina de la abundancia”. El nuevo paradigma exige una transición cultural: dejar atrás la gestión de la escasez y adaptarse a administrar la abundancia, pero bajo reglas claras, seguridad jurídica y visión de largo plazo.
Este viraje quedó plasmado en Experiencia IDEA Management, el evento anual organizado por el Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), que se realizó en el Centro de Exposiciones Buenos Aires (CEC). Allí, representantes de los sectores clave –energía, agro y tecnología– coincidieron en que el país está frente a una oportunidad histórica, siempre que se corrijan las trabas estructurales.
“El país estaba como un león atrapado, acostumbrado a vivir en la escasez. Hoy tenemos abundancia de recursos, pero debemos aprender a gestionarla. Es un cambio cultural profundo”, sostuvo Fausto Caretta, director de Upstream en Pan American Energy (PAE), una de las compañías líderes del sector energético. La afirmación no es retórica: la industria invierte alrededor de USD 11.000 millones por año en Argentina, con planes de ampliar aún más su capacidad exportadora.
Un ejemplo concreto es el proyecto de buques de licuefacción que PAE, junto a otras empresas, desarrollará en el Golfo San Matías, en Río Negro. “La primera fase se centrará en exportar gas natural licuado. Luego se duplicará y triplicará la producción. Las proyecciones de exportación energética rondan los USD 15.000 millones en cinco años”, explicó Caretta, quien subrayó que todo dependerá de marcos normativos previsibles como el RIGI (Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones) y una sólida seguridad jurídica.
En el ámbito agroindustrial, las inversiones también son significativas, pero hay desafíos pendientes. “Cada campaña agrícola implica entre USD 15.000 y USD 20.000 millones de inversión en maquinaria, software y agroinsumos. Sin embargo, se quita el 30% del valor agregado antes de que llegue al productor”, expresó Ignacio Bartolomé, CEO de Grupo Don Mario, el principal proveedor global de genética de soja.
Bartolomé remarcó que la eliminación de las retenciones permitiría reinvertir más capital en la cadena productiva, lo que incrementaría los rendimientos por hectárea, aumentaría las exportaciones y generaría más divisas. “Todo eso se traduce en más dinero circulando dentro de la economía argentina”, sostuvo.
Además, insistió en que el país debe dejar de exportar materias primas y enfocarse en productos con valor agregado. “Industrializar la producción es fundamental para captar mayores ganancias y posicionar a Argentina como proveedor tecnológico global”, afirmó.
Un tema crítico que afecta al agro es la falta de actualización legal sobre la propiedad intelectual. “Vendemos conocimiento envasado en una semilla. Sin protección, se desincentiva la inversión en innovación”, advirtió Bartolomé. Según datos de la empresa, solo el 30% de los productores paga regalías. Esta situación ha llevado a empresas biotecnológicas a mudar sus desarrollos a países como Brasil, donde las leyes son más protectoras.
“El respeto por la propiedad intelectual implicaría mayor inversión, más productividad, más exportaciones y beneficios para toda la cadena agroindustrial”, concluyó el ejecutivo.
El tercer pilar de esta “Argentina de la abundancia” es la economía del conocimiento. Desde 2023, el sector creció un 15% y ya es el cuarto complejo exportador del país. “Todos los sectores demandarán perfiles tecnológicos. El talento será clave para sostener el crecimiento”, señaló Sofía Vago, CEO de Accenture Argentina.
Para Vago, la oportunidad es doble: el mercado interno exige más desarrollo digital, mientras que la demanda internacional –impulsada por la transformación digital global– sigue creciendo. “La geopolítica juega a favor de Argentina. Se necesitan personas capaces de desenvolverse en entornos cambiantes y con visión global”, afirmó.
La compañía prevé un fuerte crecimiento para 2026, apalancado por exportaciones de servicios, talento local calificado y una mayor adopción de tecnología por parte de las empresas nacionales.
Todos los sectores coinciden en que el cambio más complejo no será tecnológico ni financiero, sino cultural. “Hay que dejar de pensar como país escaso. La abundancia requiere otro tipo de liderazgo, con foco en la sostenibilidad y en la planificación de largo plazo”, resumieron desde el panel de IDEA.
Sin embargo, la oportunidad no se sostendrá sin condiciones claras. Los empresarios reclaman que se levanten las restricciones a las exportaciones, se promueva la inversión mediante políticas fiscales coherentes y se garantice el respeto por los derechos de propiedad y las reglas de juego.
En este sentido, el RIGI fue mencionado como una herramienta clave para atraer inversiones de gran escala, siempre que esté acompañado por estabilidad macroeconómica, previsibilidad regulatoria y coordinación público-privada.
Los sectores más dinámicos de la economía coinciden: Argentina no es pobre, sino desorganizada. El país tiene energía, recursos naturales, talento humano y capacidad exportadora. Pero también necesita un cambio profundo en su enfoque estratégico. Para salir definitivamente del estancamiento, debe abandonar la lógica cortoplacista y adoptar una visión integral del desarrollo productivo.
Hoy, la “Argentina de la abundancia” no es una utopía. Es un escenario posible, pero que depende de decisiones políticas, marcos jurídicos sólidos y, sobre todo, del compromiso de todos los actores del sistema productivo.