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Por Agroempresario.com
En el corazón árido de la Patagonia, allí donde la estepa parece infinita, se esconde un pequeño paraje que comienza a captar la atención de aventureros, científicos y turistas curiosos. Se trata de Los Altares, una diminuta comuna rural de Chubut, que combina paisajes descomunales, historia milenaria y un potencial turístico apenas explorado.
Con menos de 120 habitantes estables, este pueblo aparece en los mapas como una mera parada en la extensa Ruta Nacional 25, que conecta la Cordillera de los Andes con el Océano Atlántico. Pero detrás de su apariencia tranquila, Los Altares guarda una de las joyas geológicas, paleontológicas y culturales más importantes de la región.
El encanto de Los Altares comienza por su entorno natural único. El pueblo está rodeado por paredones de roca rojiza que se alzan como murallas naturales, formando parte de la Reserva Natural Los Altares, la más extensa de la provincia. Esta formación geológica, de unos 80 kilómetros de largo, convierte a la zona en un verdadero corredor de formaciones prehistóricas que parecen sacadas de otro planeta.
El río Chubut atraviesa esta árida región como una vena verde, creando contrastes visuales sorprendentes. Senderos naturales, balnearios agrestes y una biodiversidad particular hacen del lugar un escenario ideal para actividades como senderismo, trekking, mountain bike, kayak, y avistaje de fauna y aves, especialmente cóndores andinos que sobrevuelan los paredones.
Sin embargo, lo que hace a Los Altares verdaderamente excepcional es su valor paleontológico. Fue en esta zona, específicamente en el Custodio Rural La Flecha, donde se hallaron los restos fósiles del Patagotitan Mayorum, considerado hasta hoy el dinosaurio más grande que habitó la Tierra. Este coloso del Cretácico Superior vivió hace más de 100 millones de años y colocó a la región en el radar de paleontólogos de todo el mundo.
Varios de estos restos se conservan y exhiben en el Museo Egidio Feruglio, ubicado en Trelew, y otros museos de la región, que ofrecen contexto científico y cultural a estos hallazgos colosales.
La riqueza arqueológica de Los Altares no se queda atrás. Las cuevas y aleros dispersos en los alrededores del pueblo conservan pinturas rupestres milenarias, testimonio de pueblos originarios que habitaron la estepa patagónica mucho antes de la llegada europea. Figuras de guanacos, manos en negativo y simbología abstracta cuentan historias de caza, espiritualidad y vida cotidiana.
Estas manifestaciones culturales, además de su valor científico, aportan una dimensión humana y ancestral al recorrido por Los Altares, conectando a los visitantes con una línea de tiempo que se remonta más de mil años atrás.
A pesar de su inmenso potencial, Los Altares aún conserva una estructura modesta. Dispone de campings agrestes, paradores, estaciones de servicio y pequeños comercios, suficientes para una parada técnica o para pasar un par de días. Algunos espacios interpretativos permiten conocer la historia del lugar y planificar excursiones por la reserva natural.
Gracias al creciente interés turístico, las autoridades locales y provinciales trabajan para mejorar la infraestructura sin comprometer el delicado equilibrio ecológico y cultural del lugar. La intención es posicionar a Los Altares como un destino emergente para el turismo de naturaleza, cultural y científico, sin perder su esencia de pequeño pueblo patagónico.
Llegar hasta este rincón chubutense es sencillo. Quienes parten desde Buenos Aires pueden tomar un vuelo hacia Trelew, y desde allí continuar por la Ruta Nacional 25 en dirección oeste. El recorrido de unos 230 kilómetros atraviesa el interior profundo de la meseta, ofreciendo vistas panorámicas y la oportunidad de vivir un viaje de descubrimiento en el corazón de la Patagonia.
Los Altares invitan a frenar el paso, mirar el horizonte y reconectarse con una tierra que guarda huellas de gigantes y mensajes del pasado. Un lugar donde la piedra habla y el viento narra historias de hace millones de años.
