Por Agroempresario.com
La economía argentina podría liderar el crecimiento en América Latina durante 2026, según un reciente informe del Institute for International Finance (IIF), entidad que agrupa a los principales bancos globales. La proyección estima un aumento del Producto Bruto Interno (PBI) del 3,9%, apalancado por el repunte del consumo interno, la recuperación de la inversión y una menor presión inflacionaria.
La cifra convierte a Argentina en la economía de mayor expansión de la región, por encima de Brasil (2,1%), Colombia y Perú (2,7% ambos), y con Venezuela como único país con proyección de recesión (-2,8%). A pesar del optimismo general, el informe también advierte sobre desafíos como el nivel de reservas internacionales y la necesidad de mantener la consolidación fiscal.
Según el IIF, América Latina enfrentará un 2026 de bajo dinamismo, con un crecimiento promedio del 1,9%, en línea con el 2,2% estimado para 2025. Estas cifras contrastan con el 2,6% proyectado para el crecimiento global y con el 3,8% esperado para los mercados emergentes en general.
En ese marco, el rendimiento de la economía argentina resulta destacable. “La recuperación en Argentina estará impulsada por el consumo privado, apoyado por una mayor capacidad de compra de los hogares debido a una rápida desinflación, y una reactivación de la inversión tras la eliminación de los controles cambiarios”, señala el documento del IIF.
La combinación de factores macroeconómicos, estabilización de precios y expectativas positivas en sectores como energía, minería y agroindustria alimentan el optimismo de los analistas.
El INDEC reportó un crecimiento interanual del 5,8% del PBI en el primer trimestre de 2025. Este resultado fue impulsado, principalmente, por el repunte del consumo privado, aún en un contexto de desaceleración en sectores como supermercados y comercios minoristas.
No obstante, la demanda de productos importados también mostró un incremento, reflejando una mayor actividad y apertura comercial. En este sentido, la apreciación del tipo de cambio real podría derivar en un déficit de cuenta corriente durante 2025, según advirtió el IIF.
“La recuperación del poder adquisitivo y la mejora en la confianza del consumidor sostienen el crecimiento, aunque también presionan las cuentas externas”, explicaron desde el organismo.
Otro de los aspectos centrales del informe es la evolución de los flujos de capital hacia América Latina. Mientras que en Brasil se mantienen sólidos los ingresos de Inversión Extranjera Directa (IED), en Argentina se espera una mejora paulatina a partir de la atracción de proyectos vinculados con la energía, el agro y la minería.
“En Argentina, es probable que las oportunidades en agricultura, energía y minería atraigan capital extranjero en 2025-26 tras años de subinversión”, señala el IIF. Sin embargo, aclaran que esta recuperación dependerá de la consolidación fiscal, la mejora en la percepción de riesgo país y la capacidad de reconstruir reservas internacionales.
El informe remarca que la acumulación de reservas en el Banco Central sigue siendo una asignatura pendiente. “La posición externa se sustenta en el financiamiento multilateral, la repatriación de activos y la mejora de la confianza, pero la reconstrucción de reservas continúa como prioridad”, sostiene el documento.
En este contexto, los analistas coinciden en que mantener políticas fiscales prudentes, preservar el superávit comercial y avanzar en reformas estructurales será clave para sostener el crecimiento proyectado en 2026.
A pesar de que la proyección del IIF (3,9%) es menor que la estimada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que prevé un 5,5% para Argentina en 2026, el informe del organismo bancario ofrece un escenario positivo. Muestra una economía que, tras varios años de crisis, comienza a ganar tracción a partir de mejoras macroeconómicas y señales de estabilidad.
Las previsiones del IIF también valoran la baja exposición de Argentina a shocks externos, como la desaceleración del comercio global. En comparación con otras economías más integradas al mercado mundial, como México, el modelo de crecimiento argentino —más centrado en el mercado interno— ofrece cierta protección.