Por Agroempresario.com
Una alianza público-privada entre el INTA y la empresa Aislana, con base en San Luis, dio lugar a un innovador desarrollo que convierte la lana de oveja descartada en aislantes térmicos de alta eficiencia para la construcción sostenible.
Aunque la lana ovina es tradicionalmente usada en la industria textil, sus propiedades físico-químicas la hacen ideal para otras aplicaciones, como la aislación térmica. Su capacidad para retener el calor y su resiliencia natural, sumadas a su disponibilidad en distintas regiones argentinas, la posicionan como una alternativa ecológica frente a los aislantes sintéticos de origen fósil o mineral.
El INTA desarrolló una tecnología específica para aprovechar las lanas gruesas, que normalmente se desechan por no tener valor comercial en el sector textil. A través de un acuerdo con Aislana, esta tecnología fue escalada a nivel industrial, generando un impacto triple: sustituye materiales tradicionales con una opción más ecológica, fomenta la economía regional y valoriza un subproducto que antes era descartado o incinerado.
“En nuestro país no existían aislantes comerciales que reemplazaran materiales fósiles o minerales con alto consumo energético”, explicó Lucas Zanovello, investigador del INTA Patagonia Norte. Además, destacó que el desarrollo permitió a los productores laneros descubrir el valor de mercado de su descarte, lo que incentivó incluso el crecimiento de las majadas.
Desde su diseño, el proyecto se enfocó en un bajo impacto ambiental, utilizando energías renovables y procesos eficientes. El producto final es un aislante térmico con excelentes prestaciones y una producción adaptable a distintas escalas, viable para grandes obras o proyectos de menor envergadura.
Por su parte, Javier Dupuy, representante de Aislana, resaltó que este tipo de soluciones son clave para avanzar hacia una construcción más sustentable: “La tecnología demuestra el potencial del subproducto. Para consolidarla en el mercado, es fundamental continuar mejorando y automatizando la producción”.
Este avance pone a la lana ovina descartada en el centro de la economía circular, demostrando que la innovación también es transformar residuos en oportunidades para el desarrollo sostenible.