Por Agroempresario.com
Con una producción creciente que ya supera los 50 millones de toneladas, el maíz argentino se posiciona como un motor estratégico del desarrollo económico. Así lo sostiene Federico Zerboni, presidente de Maizar, quien plantea que el verdadero desafío ya no está solo en aumentar la producción, sino en transformar el grano cerca del lugar donde se cultiva, generando más valor agregado, empleo e inclusión territorial.
“El objetivo es duplicar la producción de maíz hasta alcanzar las 100 millones de toneladas, pero sobre todo procesar una mayor proporción en el país”, explica Zerboni. Actualmente, el 40% de la cosecha se consume internamente, es decir unas 20 millones de toneladas, frente al 30% de años anteriores. “De ese total, casi 9 millones se destinan a la producción de proteína animal: carne de pollo, cerdo y bovino”, agrega.
En paralelo, el maíz se usa para biocombustibles, molienda seca y húmeda, y una amplia gama de productos industriales, como jarabe de fructosa o almidón. Para Maizar, la transformación local del maíz puede potenciar no sólo las economías regionales, sino la sustentabilidad del sistema agroindustrial argentino.
Maizar estima que, con mejoras tecnológicas, el rendimiento promedio nacional puede pasar de 7 a 10 toneladas por hectárea. Además, la superficie sembrada podría expandirse de las actuales 7 millones de hectáreas hasta 10 millones, lo cual permitiría duplicar el volumen total.
Zerboni subraya que “si el productor mejora su rentabilidad, puede adoptar tecnologías más eficientes. El crecimiento no debe medirse solo en exportación de grano, sino en cómo lo transformamos en carne, energía y empleo en las provincias productoras”.
“Hoy llevamos el maíz desde el norte argentino hasta Rosario, en lugar de procesarlo donde se cultiva. Eso no es rentable ni sustentable. En cambio, producir carne localmente a partir del maíz permite abastecer el mercado interno y fortalecer las economías regionales”, señala.
Los biocombustibles, si bien todavía representan un consumo incipiente, tienen enorme potencial. “Las plantas generadoras de energía con maíz pueden formar clústers agroindustriales donde también se críe ganado con los subproductos”, explica el dirigente. Esto permite cerrar ciclos productivos y generar empleo de calidad en el interior.
Finalmente, Zerboni destaca que este crecimiento necesita políticas públicas claras, estables y alineadas con el sector privado. “Si queremos un modelo federal, equilibrado y sostenible, el maíz puede ser protagonista. Pero hay que facilitar inversiones, infraestructura y reglas del juego claras”, concluye.