Por Agroempresario.com
Estados Unidos y China dieron este lunes un paso fundamental en el restablecimiento del diálogo bilateral al reanudar las negociaciones comerciales en Estocolmo, Suecia. En un intento por descomprimir las tensiones surgidas de la reciente escalada arancelaria, ambas potencias enviaron delegaciones de alto nivel al edificio gubernamental Rosenbad para discutir una eventual reformulación de los acuerdos tarifarios vigentes.
La comitiva estadounidense está encabezada por Scott Bessent, secretario del Tesoro, y Jamieson Greer, representante comercial del gobierno de Donald Trump. Por el lado chino, la delegación la lidera el viceprimer ministro He Lifeng. Las expectativas están puestas en que esta cumbre sirva como antesala a un futuro encuentro entre los presidentes Trump y Xi Jinping, lo cual consolidaría la reciente distensión comercial luego de meses de tensiones.
La elección de Suecia como sede responde al perfil neutral del país escandinavo y a su reciente interés en mediar en conflictos internacionales. El anfitrión, el primer ministro sueco Ulf Kristersson, recibió a ambos equipos con ceremonias separadas, cuidando cada detalle diplomático. No es casual que este sea el tercer encuentro de este tipo en lo que va de 2025, tras citas previas en Ginebra y Londres.
El detonante del conflicto actual fue la decisión de la administración Trump de aumentar los aranceles a productos chinos en un 145%, una medida que Beijing respondió con tarifas espejo. Esta guerra comercial sacudió temporalmente a los mercados financieros globales, elevando los niveles de volatilidad y generando incertidumbre en los flujos de inversión. Actualmente rige una tregua de 90 días —establecida en mayo durante la reunión en Ginebra— que mantuvo los aranceles en niveles reducidos: 30% para productos chinos y 10% para productos estadounidenses.
Sin embargo, esta ventana se cierra rápidamente. Sin una extensión o nuevo acuerdo, los niveles tarifarios podrían escalar a cifras superiores al 100%, afectando cadenas de suministro globales y encareciendo bienes de consumo. Según cifras del propio Departamento de Comercio estadounidense, el déficit comercial total de EEUU ascendió a 904.000 millones de dólares en 2024, de los cuales 300.000 millones correspondieron al intercambio con China.
Las conversaciones en Estocolmo buscan desactivar ese desequilibrio estructural, pero también apuntan a temas sensibles como la sobrecapacidad industrial china y el ingreso de empresas estadounidenses al mercado chino, con un énfasis particular en sectores estratégicos como la energía, las telecomunicaciones y los insumos químicos vinculados al fentanilo.
“Esperamos que Estados Unidos, junto con China, fomente el entendimiento, fortalezca la cooperación y promueva el desarrollo estable y sostenible de la relación bilateral”, afirmó Guo Jiakun, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino. La posición oficial de Beijing subraya la necesidad de mantener un enfoque de “respeto mutuo, reciprocidad y beneficio compartido”.
Los analistas internacionales ven esta ronda como una oportunidad para lograr avances estructurales. Para Sean Stein, presidente del Consejo Empresarial EE.UU.-China, "el verdadero desafío no son solo las tarifas, sino la falta de confianza mutua y las barreras estructurales que impiden una competencia justa".
En paralelo, Estados Unidos también está renegociando acuerdos clave con otros socios. El fin de semana, Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sellaron un acuerdo provisional en Escocia que establece un arancel uniforme del 15% para la mayoría de los productos intercambiados entre la UE y EEUU. Esta medida busca prevenir un nuevo frente de disputas comerciales y fortalecer las relaciones transatlánticas.
El acuerdo UE-EEUU contempla, además, compras adicionales de energía estadounidense por 750.000 millones de dólares y nuevas inversiones europeas en territorio norteamericano por 600.000 millones de dólares durante los próximos tres años. Von der Leyen destacó que el arancel generalizado excluye productos estratégicos como aeronaves, farmacéuticos y componentes clave.
Mientras tanto, países como Brasil, México y Canadá observan con preocupación los cambios en la política arancelaria estadounidense. De acuerdo con un informe del Budget Lab de la Universidad de Yale, estos países podrían enfrentar aranceles de entre el 10% y el 50% en sectores sensibles como el agroindustrial, el automotriz y la electrónica.
A medida que avanzan las discusiones en Estocolmo, los mercados internacionales operan con cautela. Aunque el clima de negociación se percibe positivo, las señales concretas llegarán al cierre de las rondas, cuando se definan las tasas futuras, los plazos de reducción y los mecanismos de cumplimiento. La agenda continuará el martes con sesiones técnicas sobre normas de origen, medidas sanitarias y temas vinculados a propiedad intelectual.
En síntesis, el retorno del diálogo entre Estados Unidos y China representa un giro pragmático ante el estancamiento global. La comunidad empresarial, los inversores y los productores del mundo observan con atención lo que suceda en Estocolmo, ya que del resultado de estas reuniones depende, en buena parte, la estabilidad del comercio internacional en el segundo semestre del año.