Por Agroempresario.com
Un equipo internacional de científicos resolvió un enigma que intrigó a la biología durante décadas: el origen evolutivo de la papa. Según reveló un estudio recientemente publicado en la revista Cell, la papa moderna surgió a partir de una hibridación natural ocurrida hace aproximadamente nueve millones de años entre especies similares al tomate y otras del género silvestre Etuberosum, en las montañas andinas de Sudamérica.
Este hallazgo, resultado de un exhaustivo análisis genómico liderado por Sanwen Huang, investigador de la Academia China de Ciencias Agrícolas, no solo aporta luz sobre la historia genética de este alimento clave para la humanidad, sino que también proporciona una base científica sólida para estrategias de conservación, mejora genética y desarrollo agronómico de la papa a futuro.
El trabajo incluyó el estudio de 450 genomas de variedades cultivadas y 56 de especies silvestres, convirtiéndose en la mayor recopilación de datos genómicos sobre patatas jamás realizada. “Las patatas silvestres son muy difíciles de muestrear, por eso este conjunto representa la colección más completa hasta la fecha”, explicó Zhiyang Zhang, primer autor del artículo e investigador del Instituto de Genómica Agrícola de Shenzhen.
El análisis genético mostró que las variedades actuales de papa contienen una mezcla equilibrada de ADN de Etuberosum y de especies afines al tomate, lo cual confirma que el tubérculo es producto de un evento de hibridación único. Según los científicos, este cruce fue facilitado por la polinización cruzada a través de abejas, que transportaron polen entre plantas distintas.
“Este tipo de hibridación interespecífica es rara, pero cuando ocurre, puede tener un impacto evolutivo profundo”, afirmó Amy Charkowski, decana asociada de investigación en la Universidad Estatal de Colorado.
Otra pieza clave del trabajo fue el análisis filogenético realizado por JianQuan Liu, profesor de la Facultad de Ecología de la Universidad de Lanzhou. Liu explicó que existían señales contradictorias en el ADN de la papa, ya que compartía genes con ambas especies. Esta “paradoja genética” se resolvió al comprobar que era híbrida de origen.
Uno de los descubrimientos más significativos fue la identificación de los genes SP6A e IT1, fundamentales para la capacidad de la planta de formar tubérculos subterráneos, lo que diferencia a la papa de sus parientes cercanos como el tomate.
SP6A, heredado del tomate, actúa como un interruptor que indica a la planta cuándo comenzar a formar tubérculos. Por otro lado, IT1, que proviene de Etuberosum, regula el crecimiento de los tallos subterráneos. La combinación de ambos fue esencial para que surgiera el primer tubérculo.
“Es como barajar una baraja genética hasta que se da con la mano perfecta”, explicó la botánica Sandy Knapp, del Museo de Historia Natural de Londres. “La fortuna quiso que se unieran justo los genes que permitieron la formación de tubérculos”.
El entorno donde ocurrió esta hibridación, los Andes sudamericanos, fue determinante. Esta cordillera, con sus altitudes extremas, valles aislados y climas hostiles, ofrecía un laboratorio natural para la evolución. Allí, las condiciones impulsaron la adaptación de esta nueva especie híbrida que pudo almacenar energía bajo tierra, permitiéndole resistir sequías, heladas y suelos pobres.
“El desarrollo del tubérculo fue una solución evolutiva brillante que otorgó una ventaja competitiva en ecosistemas hostiles”, sostuvo Sanwen Huang, autor principal del estudio.
Mientras los tomates silvestres preferían ambientes cálidos y secos, y los Etuberosum prosperaban en climas templados, la papa híbrida pudo extenderse a zonas de alta montaña. Esto explica su expansión y su increíble diversidad genética, con más de 4.000 variedades conocidas solo en los Andes.
La papa es hoy el tercer cultivo alimenticio más importante del mundo, después del arroz y el trigo. Conocer su origen genético no es solo un dato histórico: tiene implicancias directas para mejorar su resistencia, rendimiento y adaptación al cambio climático.
Con este nuevo mapa genómico, los científicos podrán identificar variantes genéticas valiosas en especies silvestres, como tolerancia a enfermedades, plagas, sequías o suelos salinos. Esto permite diseñar nuevas estrategias de mejora biotecnológica que beneficien tanto a pequeños productores como a la agricultura industrial.
“El conocimiento profundo de la evolución de la papa nos permite proteger su biodiversidad y desarrollar variedades más fuertes y productivas”, agregó Zhang.
Además, la investigación es un llamado a proteger el ecosistema andino, cuna de esta diversidad agrícola. La deforestación, el cambio climático y la presión del monocultivo ponen en riesgo la riqueza genética ancestral de las especies silvestres que aún habitan la región.
La publicación del estudio generó gran interés en la comunidad científica. “Finalmente hemos resuelto el misterio del origen de la papa”, afirmó Huang. “Y lo más importante es que ahora tenemos nuevas herramientas para proteger y potenciar un cultivo vital para el futuro alimentario del planeta”.
Este avance se suma a una tendencia creciente en la ciencia global: el uso de tecnologías genómicas para redescubrir y reinterpretar los orígenes de nuestros alimentos. En ese sentido, la papa es un ejemplo emblemático de cómo un evento improbable ocurrido hace millones de años puede cambiar el destino de la humanidad.
A medida que la agricultura enfrenta nuevos desafíos, desde pandemias vegetales hasta crisis climáticas, estudios como este ofrecen una ventana al pasado que nos ayuda a preparar el futuro. Porque entender cómo se formó la papa no solo resuelve un misterio, sino que también nos recuerda el valor de la biodiversidad, la ciencia colaborativa y la evolución como herramienta de supervivencia.