Por Agroempresario.com
En el corazón de Entre Ríos, a 164 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la localidad de Ceibas se ha transformado en un epicentro mundial para amantes del avistaje de aves. Con apenas 4.600 habitantes, este pueblo ubicado en el departamento Islas del Ibicuy se ha ganado el título de “meca internacional” para observadores y fotógrafos que llegan de todos los rincones del planeta para descubrir y registrar especies únicas en su entorno natural.
Ceibas, una localidad atravesada por la RN 12 y la RN 14, combina dos ambientes naturales que ofrecen una biodiversidad espectacular: campos bajos e inundables junto con zonas más altas de pajonal. Esta combinación hace posible que, en apenas un par de días, los visitantes puedan avistar hasta 150 especies distintas, un récord impresionante para quienes viajan con la esperanza de conectarse con la naturaleza y capturar imágenes memorables.
Paula Kade, bioquímica y propietaria junto a su marido Román Allekotte, veterinario, del Hotel Ceibas, comenta que su alojamiento se ha convertido en punto de encuentro para observadores de aves que llegan principalmente vía Buenos Aires, contratando guías especializados de la Asociación Aves Argentinas para luego dirigirse directamente a Ceibas. “Ceibas es una meca. Vuelan a Buenos Aires, contratan un guía de la Asociación Aves Argentinas y vienen directamente para acá. A veces, después siguen hacia Iguazú”, explica Román.
El interés por la biodiversidad local motivó a Paula y Román a mudarse desde Buenos Aires en el año 2000 y apostar por este rincón entrerriano. Desde entonces, además de recibir turistas, facilitan el acceso a estancias emblemáticas como San Ricardo, donde el cardenal amarillo es una especie muy codiciada entre los observadores. Allí, a caballo o en sulky, se recorren los bañados y campos ideales para el ganado vacuno, guiados por expertos locales como Jorge Vargas, encargado de la estancia, que con entusiasmo relata encuentros inolvidables con visitantes de Japón, Canadá y Francia.
La distinción entre ornitólogos y observadores es importante para Román, quien aclara: “No son ornitólogos, sino observadores o avistadores”. Estos apasionados no solo identifican aves sino que las “coleccionan” visualmente o mediante fotografías, usando teleobjetivos de gran alcance para inmortalizar cada encuentro.
La biodiversidad de Ceibas se refleja en las más de 328 especies de aves que habitan la región, tanto residentes como migratorias de verano e invierno. Según Nino Ancherama, fotógrafo local y guía experto en aves, la mejor época para visitarla va de septiembre a marzo, coincidiendo con las horas del amanecer y el atardecer cuando la actividad aviar es máxima. Entre las especies que llaman la atención están el curutié ocráceo, el tachurí siete colores, la pajonalera pico recto y, por supuesto, el cardenal amarillo, una especie emblemática y preciada por los avistadores.
Nino, quien se ha formado con cursos especializados y se ha convertido en un referente para guías tanto locales como porteños y extranjeros, destaca la importancia de la paciencia y el respeto por estas aves: “Para observar aves tenés que ser paciente y evitar la frustración. Es cuestión de dejarse sorprender y ser siempre agradecido de lo que sí aparece”. También lamenta no haber logrado aún avistar la pajonalera, especie esquiva y protegida por los propios guías para evitar su persecución.
Además de los ejemplares más buscados, Ceibas ofrece la posibilidad de ver patos de collar, caracoleros, remolineras pardas, picos de pala, calandrias reales, pirinchos, chiflones, cisnes coscoroba, pollonas, picabueyes y monjitas coronadas, entre otros. La diversidad se completa con la presencia constante de teros, chajás y horneros, verdaderos centinelas del monte.
El entorno natural se caracteriza por bañados, montes de espinillo y curupí, y arroyos como el Ñancay, que junto con la vegetación autóctona ofrecen un hábitat perfecto para la abundancia y variedad de aves. Sin embargo, no todo es fácil en este ecosistema: los mosquitos recuerdan a los visitantes que el humedal también impone desafíos a quienes desean disfrutarlo.
Paula y Román aseguran que Ceibas tiene un enorme potencial turístico y científico, y trabajan para que el pueblo siga creciendo como destino de naturaleza y avistaje de aves, promoviendo la conservación y el respeto por el entorno. La cercanía del Hotel Ceibas a la ruta facilita la llegada de turistas, que no solo buscan fotografiar aves sino también conectarse con un paisaje único, donde la naturaleza y la vida rural conviven en armonía.
En definitiva, Ceibas no es solo un punto geográfico en el mapa entrerriano, sino un verdadero santuario de biodiversidad que, gracias a la pasión de sus habitantes y la llegada constante de visitantes internacionales, se ha posicionado como uno de los destinos más destacados del avistaje de aves en Argentina y Latinoamérica.