En la Primera Temporada de “De Villanos a Héroes”, recibimos a Varina Baldi, CEO de Magoya, en una entrevista exclusiva con Carlos Becco. Durante el diálogo Baldi, compartió su visión sobre cómo transformar el ecosistema agropecuario a través del desarrollo de productos digitales diseñados en base al entendimiento profundo del sector. Con una trayectoria que combina el mundo del agro y el del software, Baldi busca ser puente entre ambos mundos, ayudando a las empresas a construir soluciones concretas, sostenibles y adoptables.
Baldi comenzó su camino profesional en el sector agropecuario, desempeñándose durante seis años en Monsanto Argentina, donde trabajó en áreas de marketing, comunicación y negocio. “Soy licenciada en Comunicación, pero me metí de lleno en el agro. Aprendí que para comunicar o hacer marketing en este sector, primero hay que entenderlo profundamente”, señaló.
Más adelante, su carrera dio un giro hacia el desarrollo de productos digitales, trabajando en proyectos de gran escala para compañías internacionales. Esa experiencia le permitió conocer en profundidad cómo se construyen soluciones de software con estándares globales.
“Siempre quise emprender, y cuando lo hice, supe que debía unir lo que había aprendido en el agro con lo que había aprendido en el mundo del software”, explicó. Así nació Magoya, una empresa que no busca crear productos propios, sino desarrollar soluciones para otras compañías del agro. “Queremos mejorar el ecosistema de soluciones y fomentar una mayor adopción digital en el agro”, afirma.
Desde insumos hasta tecnología alimentaria, pasando por seguros agrícolas, maquinaria, semillas, distribución y retail, Magoya trabaja con todas las empresas que intervienen en la cadena de valor agroindustrial. “Nos vinculamos con todo lo que tenga que ver con desarrollo de productos digitales en el ecosistema agro”, resume Baldi.
La clave del trabajo de Magoya es entender que el agro no puede ser abordado superficialmente. “El mayor error ha sido subestimar al agro y a sus actores. No se trata de imponer tecnología, sino de crear herramientas útiles, sólidas y probadas que acompañen el negocio real del productor”, explica.
Para Baldi, muchas startups y empresas han abordado la transformación digital del agro desde un lugar equivocado: con soluciones poco testeadas, desconectadas del usuario final o directamente sin entender el negocio agrícola. “Hubo una gran sobrepromesa: se dijo que venía la revolución digital del agro, pero no se dimensionó lo que implica realmente producir una solución digital adoptable”, asegura.
La CEO de Magoyacompara la siembra con una cirugía: “No podés fallar. Si el sistema se cuelga en plena siembra, perdiste una ventana de negocio clave. Y la responsabilidad es del proveedor tecnológico, no del productor”.
Por eso, desde Magoyapromueven un enfoque consultivo, colaborativo y realista. La empresa no entrega productos genéricos, sino que se involucra a fondo con los desafíos de cada cliente. “Mi negocio no es sacar producto por sacar. Es hacer productos que se usen, que sirvan y que solucionen problemas reales”, afirma.
El modelo de trabajo de Magoyase basa en tres pilares:
Este enfoque evita la fragmentación de soluciones que tanto ha afectado al agro. “Hoy hay demasiadas soluciones parciales que no se conectan entre sí. Como industria, tenemos que dejar de culpar al productor y empezar a hacernos cargo”, insiste Baldi.
Aunque Magoya nació en Argentina, desde el comienzo fue concebida como una empresa global. “El ecosistema de agro y tecnología local que puede consumir nuestros servicios no es un mercado tan grande y la economía del país es inestable. Pensarla global fue una estrategia para generar mayor impacto y diversificar riesgos”, indica.
Actualmente, trabajan con empresas en Estados Unidos y otras partes del mundo. Sin embargo, Baldi reconoce que el contexto global está en pleno cambio. “Se acabó la época en la que sobraba capital para invertir. Hoy todo el mundo es más cauto, con foco en la rentabilidad y la eficiencia”, relata, luego de una visita reciente a EE.UU.
Aun así, cree que Argentina tiene mucho potencial: “El agro argentino es muy receptivo a la tecnología, aunque todavía nos falta madurez como ecosistema. El desafío es colaborar más, conectar las soluciones y enfocarse en el valor real”.
Baldi remarca que uno de los errores más comunes en las startups agtech fue intentar saltar al distribuidor. “Quisieron ir directo al productor, pero subestimaron el rol clave que cumple el canal. No podés saltearlo: tenés que integrarlo”, sostiene.
Desde Magoya trabajan codo a codo con empresas de distribución, seguros, insumos y retail, entendiendo que cada eslabón es vital para construir soluciones sostenibles.
“Me motiva armar cosas y solucionar problemas. Es mi motor”, dice Baldi. Pero también destaca el aprendizaje como un valor central. “Lo que te pagan muchas veces no es solo dinero: es experiencia. Aprender al lado de otros es invaluable”.
Este enfoque lo traslada a sus equipos, formados por expertos tanto en agro como en tecnología. “A los desarrolladores siempre les explico: no podemos tirar cosas a campo sin entender el negocio del cliente. Esto es como si hicieras software médico. No podés pifiarla”.
La cultura de Magoya se basa en el respeto por el agro, por el negocio del cliente y por el usuario final. “No hacemos software porque sí. Hacemos soluciones para que otros hagan mejor su trabajo”, afirma.
Baldi concluye con un consejo para las nuevas generaciones: “Métanse a entender el problema. No se queden en lo que les dice ChatGPT o la idea que uds se formaron del problema. Vayan al campo, escuchen, aprendan. La curiosidad y el respeto por quien vive el problema todos los días son las mejores herramientas para innovar de verdad”.