Por Agroempresario.com
A tan solo unas horas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el sur de Entre Ríos, se encuentra un destino que parece salido de otro planeta: el Salto Ander Egg. Esta maravilla natural, ubicada a 10 kilómetros de Villa Libertador San Martín, combina paisajes imponentes con un enorme valor geológico y paleontológico. Allí, entre senderos verdes y la calma del agua, se hallaron restos fósiles de gigantescos animales que habitaron la región hace millones de años, lo que lo convierte en un sitio único para el turismo y la ciencia.
El Salto Ander Egg es una caída de agua de aproximadamente 10 metros de altura, rodeada por un entorno natural que invita a la desconexión. Su particular belleza radica en la tranquilidad que transmite y en el contraste con la frondosa vegetación de su alrededor. A diferencia de otros destinos más populares de la provincia, este rincón todavía poco explorado conserva la esencia de un paisaje virgen, ideal para quienes buscan experiencias auténticas en contacto con la naturaleza.
Además de ser un lugar perfecto para la contemplación, su entorno permite actividades como caminatas por senderos, avistaje de aves, picnics familiares y baños refrescantes en verano. La frescura de sus aguas se vuelve irresistible para los visitantes que llegan durante los días más calurosos del litoral argentino.
Más allá de su atractivo visual, el Salto Ander Egg posee un inmenso valor científico. La zona es reconocida por su riqueza geológica y paleontológica, ya que en sus formaciones rocosas se encontraron restos fósiles de gran importancia. Estas huellas del pasado permiten a investigadores reconstruir la historia remota de la región y comprender los procesos naturales que dieron origen a este espacio.
Se estima que esta formación comenzó a gestarse hace alrededor de cinco millones de años, cuando el océano que cubría parte del territorio entrerriano empezó a retroceder. Lo que en su momento fue hábitat de animales gigantescos, hoy se encuentra dominado por pequeñas tortugas que conviven en las orillas del salto, convirtiéndolo en un ecosistema vivo y fascinante.
El turismo en Entre Ríos suele asociarse a propuestas tradicionales como las termas de Colón y Federación o el Parque Nacional El Palmar. Sin embargo, el Salto Ander Egg emerge como una joya oculta que complementa esta oferta. Su cercanía con centros urbanos como Buenos Aires, Rosario y Córdoba lo convierte en un destino accesible para escapadas cortas, pero con un encanto que sorprende a quienes lo descubren por primera vez.
Los visitantes destacan la calma y el contacto directo con la naturaleza, en un entorno que aún no ha sido explotado turísticamente en gran escala. Esto lo posiciona como un espacio con enorme potencial de desarrollo, que combina la belleza natural con la posibilidad de fomentar la investigación y el turismo sustentable.
El acceso desde la Ciudad de Buenos Aires se realiza principalmente por vía terrestre. La ruta más utilizada es la Autopista Buenos Aires–Rosario, para luego continuar por la Ruta Nacional 12, que conecta con distintas localidades entrerrianas. El viaje en auto particular ronda entre 4 y 5 horas, dependiendo del punto exacto de partida.
Para quienes prefieren transporte público, varias empresas de ómnibus ofrecen servicios desde la Terminal de Retiro hacia ciudades cercanas, como Villa Libertador San Martín. Desde allí, el camino final puede completarse en vehículo particular, taxi o remis local. El acceso es sencillo y permite llegar sin dificultades a este rincón de Entre Ríos que promete sorprender.