Agro Turismo / Hospitalidad

Una finca que ofrece un jardín botánico, una bodega y una gigantesca colección de cactus

Los dueños de El Tala abren las puertas de su casa en Córdoba para todo el que quiera conectarse con paz de la naturaleza y un buen vino

Una finca que ofrece un jardín botánico, una bodega y una gigantesca colección de cactus
miércoles 08 de abril de 2020
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ace nueve años, Goyo Aráoz de Lamadrid y su esposa Ana se mudaron a San Javier, Córdoba, para cambiar de estilo de vida. Convirtieron su finca en una bodega con viñedos propios, jardín botánico, una inmensa colección de cactus y hasta hostería.

La Finca El Tala Hotel y Bodega tiene una impronta particular. Las casas están pintadas de colores que contrastan con las especies nativas del lugar, como los diferentes algarrobos, espinillos y los molles de beber. A ello se suma la majestuosidad de las Sierras de Comechingones, que dominan las vistas.

En un principio, la idea de la pareja fue simplemente crear un nuevo hogar en un lugar diferente, rodeado de naturaleza y tierra fértil. “Me gustaba mucho invitar amigos y, poco a poco, al sumarse más obras y proyectos, la gente quería venir a verlo”, recuerda Goyo, quien tenía experiencia trabajando como paisajista.

El lugar se fue transformando en un sitio de interés para visitar. Así fue como, además de su casa particular, surgió una segunda idea: el jardín botánico, las casas de huéspedes que hoy son hostería, el restaurante, la pileta y la bodega.

La idea del jardín botánico nació a partir de la adquisición de una colección muy grande de cactus que pertenecían a un coleccionista de Jujuy. Con un grupo de agrónomos amigos y destacados asesores, Goyo armó su jardín para la conservación de las especies. Este invernáculo fue reemplazado por uno mayor, de unos 150 metros cuadrados, diseñado para las cactáceas, con mayor ventilación y luminosidad, donde habitan unos 1.100 cactus de 450 especies diferentes.

Los estanques hacen la melodía del lugar. En total son 18, todos con nenúfares y lotos. También recurrentes y centrales son las obras de arte de artistas locales: el caballo y el ñandú en hierro de Roberto Lisazo; el dragón de Basilio Cheli; varias obras de materiales reutilizados de Laura Dillon; pinturas de Dolores Mendieta; y los carrillones de Faustino Mascotti, afinados en escala pentatónica y que invaden de mágicos sonidos al ritmo del viento.

Los primeros viñedos tienen ya ocho años y se espera que el año que viene ya estén en su pico de producción.

En 2018, abrieron la hostería con cinco habitaciones. La encargada de agasajar a los huéspedes es Ana, que también se ocupa de los animales: gallinas, abejas y, por supuesto, perros. Allí, organizan eventos gourmet y visitas al jardín y la bodega, que terminan con una degustación. Ahora, el nuevo proyecto es de charcutería o fiambrería para las visitas y los desayunos de los huéspedes.

La Finca El Tala Hotel y Bodega no es un proyecto de explotación turística. Goyo y Ana abrieron las puertas de su casa por el entusiasmo que demostraba la gente al ver el jardín y las obras de artistas locales. “Queremos que la energía circule. Un poco nuestra misión es que se despierten los sentidos de las personas; por eso, apostamos a lo lúdico, con los sabores de hierbas y vinos, con los perfumes, entre la belleza del paisaje local”.



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