Por Agroempresario.com
La economía de China volvió a encender señales de alarma en agosto de 2025, con datos que reflejan una pérdida clara de dinamismo en sectores clave como la producción industrial, el consumo y el mercado inmobiliario. La situación incrementa la presión sobre el gobierno de Beijing para aplicar nuevas medidas de estímulo que permitan sostener el objetivo de crecimiento “cercano al 5%” para este año, en un contexto internacional marcado por tensiones comerciales, clima adverso y debilidad en la confianza de consumidores y empresarios.
La Oficina Nacional de Estadísticas (NBS) informó que la producción fabril avanzó 5,2% interanual en agosto, cifra inferior al 5,7% de julio y la más baja desde agosto de 2024. Al mismo tiempo, las ventas minoristas, indicador clave del gasto de los hogares, crecieron apenas 3,4% frente al mismo mes del año anterior, lo que representa el menor ritmo desde noviembre de 2024.
La economista Zichun Huang, de Capital Economics, advirtió que “los datos de actividad apuntan a una nueva pérdida de dinamismo. Aunque parte de la caída refleja disrupciones temporales por el clima, el crecimiento subyacente se está debilitando de forma evidente, lo que incrementa la presión sobre las autoridades para ofrecer más apoyo”.
Uno de los sectores que más arrastra al conjunto de la economía es el inmobiliario. Los precios de las viviendas nuevas descendieron 0,3% en agosto respecto de julio y acumulan una baja de 2,5% en los últimos doce meses. Este deterioro impacta de lleno en el patrimonio de las familias y en el consumo, mientras que los desarrolladores enfrentan niveles de deuda elevados y restricciones oficiales para frenar la especulación.
El portavoz de la NBS, Fu Linghui, reconoció que “el mercado interno enfrenta una oferta abundante, una demanda débil y algunas empresas atraviesan dificultades operativas”. El comportamiento de los hogares confirma esta percepción: muchos optan por reducir gastos en medio de la incertidumbre laboral y de ingresos.
La tasa de desempleo urbano subió a 5,3% en agosto, frente al 5,2% de julio y el 5,0% de junio. El aumento refleja la falta de confianza de las compañías para contratar y el deterioro de sus márgenes de ganancia, en gran parte por la competencia de precios. Esta dinámica limita la creación de puestos de trabajo estables y afecta la confianza de los consumidores.
El verano de 2025 fue el más caluroso desde 1961 y vino acompañado por la temporada de lluvias más prolongada en más de seis décadas. Estas condiciones afectaron la producción en varias provincias, obligando a paralizar o ralentizar actividades industriales. La combinación de factores climáticos y estructurales agrava la situación de un sector manufacturero que ya enfrenta retos externos.
La relación con Estados Unidos sigue siendo un factor crítico. En lo que va del año, ambos países impusieron aranceles elevados, en algunos casos superiores al 100%, que complicaron las cadenas de suministro y redujeron la competitividad de las empresas exportadoras.
En agosto, Washington y Beijing acordaron una tregua temporal que redujo aranceles a 30% en el caso estadounidense y 10% en el chino, extendiendo la pausa por 90 días adicionales, hasta el 10 de noviembre. Las negociaciones se trasladaron a Madrid, donde los equipos buscan desactivar las disputas en torno a tarifas y tecnología. Sin embargo, la incertidumbre sigue condicionando las decisiones empresariales.
La inversión en activos fijos, que refleja la dinámica de la construcción y proyectos de largo plazo, apenas creció 0,5% entre enero y agosto, frente al 1,6% acumulado en los primeros siete meses del año. El resultado está muy por debajo de las previsiones del mercado y confirma la dificultad de sostener el dinamismo interno en un contexto de demanda debilitada.
Para contrarrestar la menor demanda estadounidense, los fabricantes chinos intentan redirigir exportaciones hacia el sudeste asiático, África y América Latina. Aunque la estrategia muestra avances, no logra compensar la magnitud de la crisis inmobiliaria ni la debilidad en el consumo local, que siguen siendo los motores centrales de la economía.
El director de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, Zheng Shanjie, aseguró que el gobierno “hará pleno uso de las políticas fiscales y monetarias” y que se fortalecerán las herramientas financieras para sostener el crecimiento. Analistas esperan nuevos recortes de tasas de interés y reducciones en los coeficientes de reserva bancaria para facilitar el crédito.
Lynn Song, economista jefe para Gran China en ING, sostuvo que “es muy probable que veamos un recorte adicional de 10 puntos básicos en la tasa y una reducción de 50 puntos en el coeficiente de reservas en las próximas semanas”. Según Song, el fuerte inicio de 2025 aún mantiene los objetivos de crecimiento al alcance, aunque será necesario reforzar los estímulos para garantizar un cierre sólido del año.
El deterioro de la confianza de consumidores y empresas, sumado a la fragilidad del sector inmobiliario, las tensiones con Estados Unidos y la volatilidad climática, conforman un escenario complejo para la segunda mayor economía del mundo.
Los analistas coinciden en que, si bien el gobierno de Xi Jinping tiene margen para aplicar nuevas medidas de estímulo, el éxito dependerá en gran medida de recuperar la estabilidad en el mercado inmobiliario y de encauzar la relación con Washington. De no hacerlo, China corre el riesgo de crecer por debajo del objetivo oficial en 2025, con implicancias globales dada su centralidad en el comercio mundial.
En definitiva, los próximos meses serán decisivos: Beijing deberá equilibrar la urgencia de aplicar estímulos con el riesgo de profundizar desequilibrios financieros, al tiempo que enfrenta la presión de un mercado laboral frágil, consumidores cautelosos y un escenario internacional cada vez más desafiante.