Por Agroempresario.com
A solo unas horas de Buenos Aires, sobre la emblemática Ruta 7, se encuentra Chacabuco, un pueblo bonaerense que se posiciona como un destino rural emergente, ideal para quienes buscan naturaleza, historia y descanso sin prisa. Con un fuerte perfil agroindustrial, esta localidad sorprende con su encanto pampeano y una creciente propuesta de turismo rural.
Ubicada en el noreste de la provincia de Buenos Aires, Chacabuco honra con su nombre a una de las batallas clave de la independencia. Sin embargo, su presente se asocia más al cultivo de maíz, al que dedica cada año la reconocida Fiesta Nacional del Maíz. Este evento celebra no solo la producción agrícola, sino también las tradiciones y la vida rural que caracteriza a la región.
La Laguna de Rocha, ubicada a 25 kilómetros de la ciudad, ofrece un espacio natural perfecto para la pesca deportiva y la observación de aves, mientras que otras lagunas como Las Toscas y Los Patos completan un corredor de humedales que invita al relax y la contemplación.
El Parque Municipal es otro de los puntos destacados, donde turistas y vecinos disfrutan del aire libre bajo árboles centenarios, con espacios para caminatas, picnics y paseos en bicicleta. A su alrededor, las localidades rurales de O’Higgins, Rawson y Cucha Cucha permiten conocer capillas, estaciones de tren en desuso, productos regionales y hasta tradiciones criollas auténticas.
La historia inmigrante también late en Chacabuco: numerosas familias provienen de la región italiana de Basilicata, especialmente de pueblos como Lagonegro, Moliterno y Francavilla Sul Sinni. Este lazo cultural se consolidó en la década del 90, cuando la ciudad se hermanó oficialmente con Lagonegro, manteniendo viva una conexión que trasciende generaciones.
Con su combinación de producción agrícola, turismo rural e identidad histórica, Chacabuco se presenta no solo como una parada obligada en la Ruta 7, sino como un lugar que merece ser descubierto sin apuros, al ritmo tranquilo de la pampa bonaerense.