En el marco de la Segunda Temporada de “De Villanos a Héroes”, recibimos a Daniel Caporaletti, Director Ejecutivo de Grillos Capos y fundador de entoHarinas Argentinas, empresa dedicada al escalado de la producción. Daniel, pionero en la producción de insectos en Argentina en una entrevista exclusiva con Carlos Becco . Durante el diálogo Caporaletti, compartió su experiencia que refleja más de dos décadas de investigación, desarrollo tecnológico y construcción de un sector emergente que combina bioeconomía, economía circular, sustentabilidad y agregado de valor.
Caporaletti comenzó recordando que la producción de insectos tiene una tradición de más de 5.000 años en la historia humana Grillos Capos inicio en 2003 los primeros proyectos con fines de alimentación animal. En 2015 de la mano de una tendencia internacional creciente comenzaron los desarrollos para consumo animal y la gestión para la ampliación de la normativa a este tipo de materias primas.. Lo que empezó como un campo marginal hoy se presenta como una oportunidad estratégica para diversificar la matriz productiva argentina, reducir desperdicios y generar nuevas cadenas de valor.
En su exposición, Caporaletti recordó que existen alrededor de 15.000 productores de insectos en Argentina ligados a la apicultura. “La abeja fue siempre el insecto productivo por excelencia, con leyes específicas de regulación y fomento. Lo que hicimos fue ampliar esa mirada a otros insectos, aprovechando el conocimiento científico y productivo que ya existía”, explicó.
Desde 2003, su equipo trabajó en proyectos de alimentación animal, comenzando por el suministro de insectos vivos para el mercado de mascotas y laboratorios. Este fue un sector que en Estados Unidos se consolidó desde la década del 60, orientado a reptiles, erizos africanos y otras especies exóticas en cautiverio que requieren alimento vivo para su supervivencia.
La gran transformación llegó en 2015, cuando de la mano de Federico Prada (hoy Decano de Ingeniería en la UADE), se inició el desarrollo de harinas y hamburguesas a base de insectos deshidratados. Al principio, Caporaletti reconoció que dudó del proyecto, pero pronto descubrió que existía un enorme potencial nutritivo: proteínas de alta calidad, ácidos grasos esenciales, vitaminas y minerales.
“Los insectos tienen la capacidad de bioconvertir residuos y subproductos en proteínas y aceites de altísimo valor. Donde otros ven desechos, nosotros vemos materia prima para nuevas cadenas productivas”, afirmó.
El trabajo conjunto con INTA, CONICET y universidades permitió validar científicamente estos desarrollos, logrando harinas, aceites y biofertilizantes derivados de la cama de cultivo de los insectos (o insect frass).
Dentro de las especies estudiadas, la mosca soldado negra (Black Soldier Fly) se posiciona como la más eficiente. Con rinde excepcional, es capaz de transformar 40 kilos de subproductos, en apenas una semana, en 8 kilos de larvas y 16 kilos de biofertilizante organico.
De esos 8 kilos de larvas frescas se obtienen:
De la cama, lo que sale directamente del tamizado de los cultivos:
Este sistema no solo genera alimentos, sino también soluciones de biofertilización y recuperación de suelos, integrando la producción en una lógica de economía circular.
Actualmente existen más de 1.000 empresas en el mundo dedicadas a la cría industrial de insectos, con cerca de 2.000 especies aptas y conocidas que se consumen en distintas regiones. África, Asia y América Latina consumen insectos de manera tradicional, mientras que Europa ya aprobó su uso en alimentación humana y animal con estrictos controles.
Caporaletti subrayó que el mercado premium de alimentos para mascotas se está volcando al uso de harinas de insectos por su carácter hipoalergénico y su menor impacto ambiental. “El consumidor europeo ya exige saber, mediante certificaciones y QR en góndola, de dónde proviene la proteína. Allí los insectos tienen una ventaja incomparable frente a la harina de pescado y otros suplementos de origen animal”, explicó.
Pese a estos avances, Caporaletti alertó que Argentina es actualmente el único país en el mundo que prohíbe el consumo humano de insectos, al no estar contemplados en el Código Alimentario Argentino (CAA). “Se trata de una contradicción, porque para consumo animal ya fue incorporado en 2024 por el SENASA, en un capítulo específico del manual de producción animal”, puntualizó.
Este vacío regulatorio limita la expansión del sector en el mercado interno, aunque abre una ventana para exportar productos a países con regulaciones más avanzadas y mercados receptivos donde este tipo de proteína está muy bien valuada.
Caporaletti destacó que en Argentina existen entre 18 y 30 millones de toneladas de desperdicios de la industria alimentaria por año, que podrían transformarse en insumos para la industria de insectos. De esta manera, a través de los cultivos de insectos, transformamos un residuo en un subproducto.
“Con esa biomasa, podrían instalarse hasta 4.000 plantas industriales de insectos en el país, a una escala de 5000m2 por planta. Cada una absorbería un promedio de 40mil toneladas de sustratos orgánicos al año, generando empleo, proteínas alternativas y fertilizantes naturales. Se trata de una oportunidad concreta de bioeconomía y desarrollo federal”, enfatizó.
El referente también resaltó el rol de las startups y emprendedores en la consolidación del sector. “Nosotros empezamos en 2003 casi sin antecedentes en Latinoamérica. Hoy hay un ecosistema de innovación que incluye universidades, institutos de investigación, emprendedores y empresas que trabajan juntos en proyectos de bioeconomía”, comentó.
Mencionó proyectos con el CIDCA de La Plata (panificados con harina de grillo), investigaciones con Sofía Katzin (Flymmuma, Australia), y trabajos de tesis junto a jóvenes investigadores que ven en los insectos una revolución productiva comparable a la soja en los 90.
Durante el diálogo junto a Carlos Becco, Caporaletti hizo hincapié en el valor simbólico de la serie “De Villanos a Héroes”. “Los insectos fueron demonizados durante siglos, vistos como plaga o residuo. Hoy pasan a ser aliados estratégicos para la sustentabilidad, la seguridad alimentaria y la innovación productiva. Esa transformación cultural es tan importante como la tecnológica”, señaló.
La exposición de Daniel Caporaletti dejó un mensaje claro para la audiencia de Agroempresario.com: Argentina tiene el talento científico, la biomasa disponible y la capacidad emprendedora para convertirse en líder global de proteínas alternativas e insectos industriales.
Pero para que ese potencial se concrete, se necesitan reglas claras, marcos regulatorios modernos y visión estratégica de largo plazo.
“Los insectos no son el futuro: ya son el presente de la bioeconomía. La Argentina puede liderar esta revolución si se anima a escalar, innovar y regular con inteligencia”, concluyó Caporaletti.