Por Agroempresario.com
Ecuador se ha consolidado en las últimas décadas como una potencia mundial en la industria atunera. Su posición de liderazgo, alcanzada gracias a la perseverancia, la innovación y la resiliencia de empresarios y trabajadores, enfrenta hoy nuevos desafíos que exigen una visión estratégica para sostener el crecimiento y garantizar la sostenibilidad del sector.
Durante el Congreso Mundial del Atún, celebrado en Vigo, España, el 11 y 12 de septiembre, quedó en evidencia el lugar que Ecuador ocupa en el tablero global. Treinta años atrás, el país era visto como un actor menor en un mercado dominado por gigantes europeos, pero hoy es el segundo exportador más grande del mundo, compitiendo de igual a igual con España, Tailandia y otros líderes del sector.
El camino hacia esta posición no fue sencillo. Hace tres décadas, las exportaciones de atún ecuatoriano eran incipientes. Las primeras operaciones se realizaban en pequeñas cantidades y con marcas institucionales destinadas a cadenas europeas. Sin embargo, la combinación de esfuerzo empresarial, conocimiento logístico y apertura comercial permitió transformar esas primeras exportaciones en una industria robusta.
En pocos años, Ecuador pasó de ser un proveedor de lomos precocidos para las plantas procesadoras de España, Portugal e Italia, a convertirse en un competidor directo en el mercado de productos terminados, especialmente en el segmento de atún enlatado. Este salto cualitativo posicionó al país como un referente mundial, pero también lo colocó en el centro de nuevas tensiones.
El crecimiento trae consigo exposición y mayores exigencias. Actualmente, Ecuador enfrenta una “tarjeta amarilla” impuesta por la Unión Europea debido a observaciones sobre trazabilidad y sostenibilidad pesquera. Aunque el país ha avanzado notablemente en la implementación de buenas prácticas, auditorías y mecanismos de control, aún resta reforzar la cooperación entre todos los actores del ecosistema atunero.
El riesgo no es menor: una “tarjeta roja” impediría exportar aproximadamente 1.600 millones de dólares anuales, afectando gravemente a la economía nacional. Por ello, se vuelve urgente actuar con proactividad. En palabras de un destacado representante europeo del sector, Ecuador, como líder, debe dejar de ser reactivo y anticiparse a los problemas, llevando soluciones concretas a las autoridades europeas.
El evento en Vigo reunió a los principales actores de la industria atunera mundial. Entre las intervenciones más destacadas, un empresario español calificó a Ecuador como “una amenaza” para el liderazgo europeo, al cuestionar los volúmenes de exportación declarados por el país. Aunque los datos fueron rebatidos por los presentes, el comentario puso de manifiesto la tensión entre productores europeos y latinoamericanos.
En contrapartida, un representante ecuatoriano resaltó la fortaleza del sector nacional, que ha crecido sin subsidios ni apoyos estatales, afrontando intereses financieros elevados y problemas de seguridad derivados del narcotráfico. “La industria atunera ecuatoriana es una de las pocas industrias reales y exitosas del país”, afirmó, subrayando su capacidad de resistencia ante crisis globales y locales.
Finalmente, un ejecutivo español radicado en Tailandia instó a abandonar la competencia destructiva entre regiones y promover la cooperación global. “España tiene mucho que enseñar, pero también mucho que aprender”, señaló, destacando que el futuro del sector depende de la colaboración, la transparencia y la sostenibilidad compartida.
El mensaje fue claro: el futuro del atún ecuatoriano —y de la industria global— depende de la cooperación. Los países y empresas deben enfocarse en resolver las amenazas comunes, como la sobrepesca, la trazabilidad o la competencia desleal, en lugar de alimentar rivalidades.
Ecuador ha demostrado que puede ser grande en calidad, innovación y cumplimiento normativo. Ahora necesita consolidar ese liderazgo desde una posición estratégica, construyendo alianzas internacionales y reforzando su sistema de trazabilidad. La clave será mantener el equilibrio entre competitividad, sostenibilidad y diplomacia comercial.
El Congreso Mundial del Atún dejó una enseñanza esencial: los líderes verdaderos no son quienes dominan el mercado, sino quienes marcan el rumbo hacia un futuro responsable y sustentable. Ecuador está llamado a hacerlo, y la industria mundial observa con atención sus próximos pasos.
Como anécdota final, vale mencionar que, pese al prestigio del evento, no se presentaron degustaciones de productos atuneros. Un detalle curioso para una cita que reúne a los grandes del sector, pero que deja espacio para mejorar la conexión entre industria, mercado y consumidor.