a bioconstrucción crece cada vez más. Un ejemplo de ello es el caso del baño seco, que es ecológico y su principal diferencia con uno convencional es que no utiliza agua corriente, sino las capacidades de la compostación (fermentación aeróbica) y la disección para degradar las heces o materia fecal.
La principal ventaja de los baños secos con separación de orina, comparadas con las letrinas secas convencionales, es la conversión de las heces en un material seco y sin olor. Esto lleva a un inodoro libre no sólo de aromas sino de insectos, sumado al hecho de que una vez que el contenedor de excretas se llenó, el manejo de las materias fecales es mucho más simple y menos ofensivo.
Además, el riesgo de la polución acuífera se ve minimizado a través de la contención segura de las heces en cámaras enterradas, lo que también permite la construcción de estos inodoros en lugares donde los sistemas basados en pozos no son apropiados.
Como se trata de una fuente de abono, los nutrientes que están dentro de las heces continúan su ciclo natural sin tener que ser diluidos y, tras esto, reconcentrados en las plantas de tratamiento de aguas.
Una de sus mayores desventajas es la dificultad de implantar este tipo de sistema en determinados contextos, en particular en medios urbanos demasiado densos.
La generalización de este tipo de baños en zonas urbanas sin los conocimientos necesarios para su funcionamiento puede llevar a resultados indeseados o poco satisfactorios. Los malos olores se producen si el tanque de fermentación no se ventila lo suficiente. Esto podría producir fermentación anaeróbica, razón por la cual algunos de estos baños son comercializados junto a un sistema de ventilación integrado.
En Argentina se pueden encontrar estos productos desde $700 a $2.800 pesos aproximadamente.
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