En el marco de la Segunda Temporada de “De Villanos a Héroes”, recibimos a Julia Roulet, CTO de Syocin, en una entrevista exclusiva con Carlos Becco, donde abordó los desafíos que enfrenta la agricultura frente a las enfermedades bacterianas y el uso de productos químicos tradicionales. Desde Rosario, Roulet explicó cómo la biotecnología permite diseñar proteínas de precisión que pueden reemplazar tratamientos de amplio espectro, para ofrecer soluciones sustentables para el agro.
Roulet advierte que la resistencia bacteriana es uno de los mayores problemas que enfrenta la producción agrícola moderna. Las bacterias que afectan cultivos como los olivos, vid, tomate, entre otros, han desarrollado resistencia a los químicos tradicionales utilizados hace más de un siglo. “La bomba de tiempo que tenemos hoy es la resistencia bacteriana”, alertó la científica, para subrayar que este fenómeno ya está presente en los campos.
Explicó que las enfermedades bacterianas, una vez instaladas, resultan muy difíciles de controlar. Por ello, la prevención ha sido históricamente la estrategia más utilizada, basada en compuestos químicos derivados del cobre. Sin embargo, el uso sostenido de estos productos durante más de 130 años generó consecuencias ambientales y microbiológicas severas: “El cobre es un metal pesado que aplicamos al suelo, que va al agua y afecta al microbioma del suelo y de la planta”.
El impacto de esta práctica no solo reduce la biodiversidad microbiana del suelo, sino que además aumenta la presión de selección, para favorecer la aparición de bacterias resistentes. En otras palabras, los tratamientos de amplio espectro eliminan tanto a los microorganismos dañinos como a los beneficiosos y debilitan los ecosistemas agrícolas.
Roulet enfatizó que el suelo es un recurso finito y que la salud de su microbiota es esencial para sostener la producción futura. “Para que realmente podamos seguir produciendo en el futuro tenemos que cuidar el suelo”, repitió con convicción, con el objetivo de destacar que la sostenibilidad del sistema agroalimentario depende de preservar su equilibrio biológico.

Frente a este panorama, Syocin propone una solución basada en la biotecnología de precisión, capaz de diseñar proteínas específicas que actúan de manera selectiva sobre bacterias patógenas sin afectar el resto del microbioma. Según Roulet, esta nueva generación de biológicos representa un cambio de paradigma: “Nosotros diseñamos proteínas que tienen un mecanismo de acción mucho más eficaz que el de los químicos, que además no generan resistencia y son de base biológica”.
La científica explicó que la diferencia entre los productos tradicionales y las nuevas tecnologías biológicas radica en su especificidad. Mientras los químicos de amplio espectro eliminan múltiples microorganismos indiscriminadamente, las proteínas diseñadas por Syocin apuntan únicamente a la bacteria que causa la enfermedad. “Inspirados en proteínas que existen en la naturaleza, diseñamos nuestras propias proteínas para eliminar las bacterias que necesitamos eliminar”, detalló.
El proceso combina inteligencia artificial, modelado computacional y producción biológica. “Primero diseñamos las proteínas en la computadora, luego pasamos al mundo físico”, explicó Roulet. “Codificamos la secuencia de ADN y la introducimos en un microorganismo que actúa como una mini fábrica. Ese microorganismo produce las proteínas, que después purificamos para su aplicación”, completó.
Este desarrollo, que se lleva adelante en Rosario, permite fabricar proteínas a gran escala mediante un sistema industrial de alta precisión. La especialista señaló que uno de los productos más avanzados se aplica actualmente en tomates, para combatir la mancha bacteriana, una de las enfermedades con mayor resistencia al cobre a nivel mundial.
Roulet destacó que a diferencia de los microorganismos que son organismos vivos, las proteínas son biomoléculas, lo que simplifica su regulación y evita riesgos ecológicos asociados al uso de microorganismos vivos. Además, al ser moléculas biológicas, resultan más amigables con el ambiente y las personas, y representa un paso superior a los productos químicos tradicionales y los biológicos de primera generación.
Para Roulet, la fortaleza de Syocin radica en su plataforma tecnológica, que permite diseñar y producir proteínas de forma rápida y específica. “Lo que nos hace únicos es que podemos hacer esto de manera rápida”, aseguró. Este modelo les permite generar múltiples soluciones para distintas bacterias, adaptándose a las necesidades de cada cultivo o problema sanitario.
La compañía trabaja con grandes empresas del sector que buscan transformar su portafolio de productos químicos hacia biológicos. Según Roulet, la clave está en que Syocin no solo desarrolla las proteínas, sino que también las entrega a sus socios industriales listas para incorporar en sus líneas de productos. “Somos muy buenos diseñando, produciendo y escalando proteínas. Eso nos posiciona como aliados estratégicos para quienes apuestan a una agricultura más sustentable”, afirmó.
El trabajo de Syocin también se diferencia por su enfoque interdisciplinario. “La biotecnología tiene mucho para aportar al agro”, señaló Roulet, con el fin de destacar la conexión entre los avances de la ciencia médica y las necesidades del campo. La posibilidad de diseñar moléculas con precisión permite trasladar conceptos del laboratorio al terreno y aplicar innovación científica a escala productiva.

“Cada proteína puede considerarse una solución específica”, explicó y agregó: “Pasamos de productos de amplio espectro a soluciones diseñadas para eliminar bacterias concretas. Para eso necesitamos desarrollar nuevas proteínas rápidamente, y esa agilidad es lo que hace posible el cambio”.
La inspiración de Roulet para dedicarse a la biotecnología proviene de su entorno familiar y de una profunda conciencia ambiental. Para vincular su trayectoria personal con la idea de que el cuidado de los recursos naturales es esencial para el futuro de la humanidad, la CTO expresó: “Crecí con ese mindset de entender que el suelo está vivo y que tenemos que cuidarlo para lo que viene”.
Esa visión la llevó a estudiar biología con el objetivo de resolver problemas reales de la vida mediante la tecnología. Durante su formación, comprendió que la biotecnología ofrecía un camino concreto para impactar positivamente en el mundo. “Yo quería poder llegar a solucionar problemas que afectaran a la humanidad”, contó.
Su encuentro con Marcos Delas, cofundador de Syocin, marcó un punto de inflexión. Él provenía del mundo del software y veía en la biología sintética un potencial similar al que tuvo la revolución digital. “Marcos siempre me decía: vos tenés que estar preparada porque esto va a suceder, así como sucedió con el software”, recordó. Esa convicción la impulsó a avanzar hacia la creación de una empresa biotecnológica.
Durante su doctorado en el sur de California, Roulet comenzó a vislumbrar que su sueño era posible. Allí presentó su trabajo en el reconocido evento SynBioBeta, donde conoció a “Matías Peire, fundador del fondo de inversión” que se convertiría en el primer inversor de Syocin. Fue un encuentro muy natural, “parecía que ya nos conocíamos de algún lado y enseguida hubo conexión”, recordó.
Con el apoyo de inversores internacionales, como Blue Horizon y fondos de Estados Unidos y Europa, Syocin consolidó su presencia global. “Viendo que lo que soñé está sucediendo”, aseguró Roulet, destacó el crecimiento de una compañía argentina con impacto internacional.
Hoy, la científica reconoce la importancia de cada persona que acompañó su camino, tales como su familia, sus compañeros de estudio, su director de tesis, su equipo y sus socios. “Agradezco a todas las personas que me fui cruzando en este camino, desde mi familia hasta quienes confiaron en nuestro proyecto”, expresó. “En la ciencia, muchas veces uno se pregunta si lo que está haciendo es posible. Pero cuando te rodeás de gente que te transmite buena energía, entendés que todo se puede lograr”.
Roulet sostiene que el futuro del agro será biológico o no será. La transición hacia productos sustentables, seguros y de base biológica no es solo una tendencia, sino una necesidad ante el deterioro ambiental y la pérdida de fertilidad del suelo.
En su visión, el desafío de la agricultura moderna consiste en equilibrar productividad con conservación y adoptar herramientas tecnológicas que no comprometan el futuro. Las proteínas son una oportunidad para redefinir “cómo producimos alimentos más eficientemente” desde una mirada más científica y responsable.